- No os entiendo chicos. ¿Quién es Mocceti? - pregunto curiosa.Pe saca su móvil, teclea un par de palabras y me enseña una foto. No podía ser, era él. Adam. Me empezaron a surgir un montón de preguntas ¿Por que lo conocían ellos? ¿Como sabían que yo había estado con él? ¿Y por que tenían tanto interés?
- Ya sabes de quien hablamos, ahora cuéntanos tu que hacías con él anda - dice Pe viendo mi cara de asombro.
- Pues como imagino que sabéis los dos, o por lo menos Teo... Pinché la rueda de mi moto y él... -.
- Buenos días - la voz del profesor me interrumpe - vamos a comenzar por donde nos quedamos el último día.
Les hago un gesto y entre susurros les digo que al acabar les seguiría contando la historia.
Me paso toda la clase intentando atender, pero aún así le daba vueltas a como mis amigos podían conocer de la existencia de Adam.
Al acabar la clase los tres nos dirigimos a la cafetería de la universidad para tomar algo. Y les cuento que Adam me había ayudado con la moto, y habíamos ido al taller. Pero no les digo nada del incidente en su casa ni que esta mañana habíamos venido juntos.
- Pero hay algo que no entiendo - digo extrañada - ¿como conocéis vosotros a Adam? -.
- ¿Como no íbamos a conocerlo? Con todos los rumores sobre su familia y el poder que ellos tienen aquí en la ciudad - me dice Teo.
-¿Es una broma no? - digo observando atentamente sus caras por si me estaban tomando el pelo.
- Que no Laia, de verdad que la familia Mocceti vinieron de Italia hace muchos años y han logrado tener una buena posición - me dice Pe seria - puedes preguntar a quien quieras -.
El chico cada vez era más perfecto y no me cuadraba que viniera de una familia de ese tipo. Lo tenía todo guapo, amable y con dinero.
Acabamos las clases del día, me despedí de mis amigos y me dirigía a la parada del autobús ya que no tenía otro transporte cuando alguien me agarra de repente la mano.
- Ey señorita, tengo una sorpresa para ti - era otra vez él.
- Adam, como sabías que terminaba ahora? -.
- Uno tiene sus contactos - me sonrie.
No me soltó la mano hasta llevarme a su coche, encajaba perfectamente con la mía y a pesar de que nunca me había gustado demasiado el contacto me sentía muy bien en esa posición.
En el remolque de su coche se distinguía un gran bulto debajo de una lona de color gris. Esperaba que no hubiera sido capaz de hacerlo pero tenía toda la pinta de ser una moto.
- Anda, no seas tonta y destapa que es un regalo-.
Levanto la lona despacio y tenía razón, era una moto. Siendo más exacta era mi moto, pero estaba mejor que nunca. La pintura blanca estaba reluciente, le habían cambiado el asiento, el pequeño maletero e incluso los retrovisores.
- Adam, no puedo aceptar esto... Me has ayudado un montón y te lo agradezco pero... -.
- Anda no te preocupes Laia, para mi no es molestia y lo creas o no me gusta hacer estas cosas - me interrumpe.
No sabía que pensar, por muy amable que fuera me parecía que estaba siendo demasiado y si de alguna forma queria demostrar su fortuna y conseguir algo que no lograba entender conmigo no lo iba a conseguir.
- Insisto en que te lo pagaré o si no quedatela hasta que pueda hacerlo - le dije en un tono más serio.
- No seas cabezota Laia -.
- Ni cabezota ni leches, yo se que todo esto cuesta un dinero y eso para algunas personas es difícil de conseguir y yo no he hecho nada para merecerlo así porque si -.
- Laia estoy seguro de que mereces esto y más -.
- No me conoces - le digo y doy media vuelta marchándome.
- Laia por favor vuelve -.
No le respondo y sigo mi camino. Si algo he aprendido de la familia que vengo es que el dinero cuesta mucho trabajo conseguirlo y porque él lo tuviera todo yo no iba a correr detrás suyo para tener lo mismo. Siempre he sido una luchadora aunque eso me costará disgustos y así seguiría siendo, me gustaba ser independiente.
Mientras iba camino del autobús mi móvil empezó a sonar, era mi madre. No tenía tiempo ni ganas de hablar con ella así que lo silencie y seguí adelante.
Llegué a casa y mi madre no estaba, aun así me puse a hacer mil cosas. Recogí la ropa tendida, la separe y guarde la de mi hermana y la mía en nuestros armarios. Como sabía que mi madre no se fiaba de mi la suya la deje plegada en el salón.
Cuando me dirigía hacia la cocina para ponerme a fregar los platos un ruido de llaves en la puerta me hace ver que alguien llegaba y por la forma de abrir supe que era mi hermana.
- Hola quien hay? - se la escucha al principio del pasillo.
- Hola Juls - la saludo.
- ¿No está mamá? - pregunta.
- No, yo he llegado y no estaba, si no llega en un rato la llamaré -.
- Vale -.
Antes de ponerme a fregar los platos cogí mi móvil. No lo había visto desde la discusión con Adam, y como no tenía mi número en Instagram tenía un montón de mensajes directos suyos.
"Laia, no quería que te pusieras así"
"Solo quería darte una sorpresa"
"Si he hecho tan mal las cosas espero que al menos podamos hablar"
"De verdad que lo siento si te he hecho sentir mal"
Leí todo y no tenía muchas ganas de contestarle en ese momento, así que decidí dejarlo para más tarde.
Continué viendo un rato Instagram y otras cosas en mi móvil, mas que nada para distraerme un rato y no pensar tanto. De pronto, la pantalla se ilumina y observo que me llama un número que no tenía registrado. Tenía dudas de si contestar o no, ya que muchas veces eran números que pretendían que les comprara algo o me suscribiera a algún servicio. Finalmente me decido y descuelgo
- ¿Si? - contesto dubitativa
Bueno amores, hasta aquí el capítulo de hoy.
Me estoy planteado dejar por un tiempo de escribir la historia ya que no estoy muy motivada y los resultados no están siendo muy buenos. Os quiero agradecer de corazón a los que la seguís vuestro apoyo. ❤️
Si que quiero llegar hasta el final, pero igual me lo tomo con más calma.
Os quiero. 🥀
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Entre rosas y espinas
RomanceLaia tiene 19 años y empieza la universidad intentando dejar atrás el dolor que ha sufrido en su pasado. En su búsqueda de la felicidad encontrará obstáculos que taparan su camino, pero mientras lucha por sus sueños apareceran personas que la ayudar...