Esa voz que me resultaba tan familiar resultó ser la misma que salía en mis sueños de la noche anterior, Emma.
- Pero si es la reina de las hijas de putas - dijo con desprecio.
- Hola Emma, cuanto tiempo sin verte - le dije yo intentando que se calmara.
Habían pasado por lo menos seis meses desde nuestro último encuentro, y desde ese momento parecía que las cosas iban a mejor. La había perdido de vista cuando nos mudamos de casa de mi madre, ya que antes vivíamos en el mismo barrio de la ciudad.
- Me sorprende verte por aquí, nunca creí que alguien como tu podía ir a la universidad- continuó diciendo - Pensaba que seguirías los pasos de tu madre siendo la criada de alguna familia.
- Emma, no tengo tiempo para tus tonterías - le dije poniéndome el casco.
Emma venía de una familia bastante adinerada, y mi madre estuvo bastante tiempo limpiando en su casa. Cuando mis padres se divorciaron a mi madre le resultó complicado encontrar un trabajo estable debido a las pocas referencias que tenía. Y limpiar casas era un trabajo tan noble como cualquier otro, pero para alguien como Emma eso era caer muy bajo.
- Bueno ahora ya se que estás por aquí, te tendré vigilada - me dijo en tono amenazante.
Me subí a la moto y arranque sin despedirme, alguien así no merecía más por mi parte.
El día había ido bien, pero había tenido un final que no me había gustado nada. En el fondo me preocupaba que Emma volviera a molestarme, pasé mucho tiempo sufriendola en el instituto y sabía que no era de las que se rendían fácilmente cuando tenía algo contra alguien. Durante los dos últimos años pensaba que mi madre con indicaciones mías había hecho ciertas cosas en su casa y había provocado la separación de sus padres. Nada de eso era cierto, pero tenía que pagar su frustración con alguien y decidió hacerlo conmigo.
En ese tiempo creí estar enamorada de un chico, pero resultó ser una mentira. El chico resultó ser amigo de Emma, y estuvo quedando conmigo para sacar material que luego colgaron en redes sociales para dejarme de puta para arriba. Lo que provocó que no solo Emma se metiera conmigo, si no que todo el mundo dejó de hablarme y me quede sola.
Pero todo eso quedó atrás cuando acabe bachillerato, en el último año los problemas solo habían aparecido cuando me encontraba por la calle con Emma o alguna de sus secuaces. Ahora llevaba un tiempo intentando dejar atrás todo eso y empezar de nuevo.
Llegué a mi casa y mi madre estaba esperándome para que pusiera la mesa. Pronto llegó mi hermana y durante la comida, estuvo atestandome de preguntas sobre mi día. Le hable de Pe, y como no salió a criticarla.
- Mamá, no la conoces... No puedes juzgar a la gente así - dije con rabia.
Pe me había caído muy bien, y es verdad que no la conocía del todo pero me había transmitido buenas sensaciones. Y por una vez en mucho tiempo me había hecho sentir bien, estando rodeada de gente.
- Laia, tienes que tener cuidado no vaya a ser que te lleve por mal camino. La gente tan abierta suele ser lesbiana o gay de esas... como se diga - me dijo como si ser distinto fuera algo malo.
- ¿Y que si lo es? Yo no le veo el problema por ninguna parte. Es como tu y como yo, y además ha sido muy amable conmigo. No quiero oír más así que me voy - me levanté cogí mi plato y me fui a fregarlo.
Sabía que la discusión no se iba a terminar ahí, mi madre siempre había sido muy metomentodo y nunca me había gustado su forma de ser. Quizás no debería haberle contado nada como hacía muchas veces, pero luego se quejaba de que no sabía nada de mi vida.
Al poco rato oigo abrirse la puerta de mi habitación, era mi hermana.
- ¿Estas bien? - me preguntó
- Si, no te preocupes - le conteste sin mirarla
- Parece que por una vez no he sido yo la que pelea con la mamá - dice riéndose.
Mi hermana siempre discutía con mi madre, pero aún así se llevaban mejor que yo.
- Bueno, aveces también me tiene que tocar a mi - dije.
- Si estás bien me marcho y te dejo con tus cosas, que yo me voy a ir ahora mismo - .
- Vale, Juls -
Tras marcharse mi hermana, escuchaba de fondo a mi madre hablando por teléfono.
- "tu te crees la niña esta, que se cree mejor que nadie y es una cría. Todo el día sin hacer nada, que en esta casa lo hago yo todo, y se cree con el derecho de quedar por encima de mí. Que injusta es la vida conmigo, yo creo que no me merezco cargar con todo. En todas las casas tienen ayuda de sus hijas y yo no tengo nada. Encima me odia, y ..."-
No quería escuchar más me tapé la cabeza con la almohada, ¿como podía ser que después de todo me tratara así?. Que no hacía nada decía..., me pasaba los días haciendo la compra. Le ayudaba siempre que podía a limpiar y estaba a su orden y servicio la mayor parte del tiempo, pero para ella todo eso no existía. Yo era una egoísta que solo pensaba en mi y me encantaba discutir con ella.
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Entre rosas y espinas
Любовные романыLaia tiene 19 años y empieza la universidad intentando dejar atrás el dolor que ha sufrido en su pasado. En su búsqueda de la felicidad encontrará obstáculos que taparan su camino, pero mientras lucha por sus sueños apareceran personas que la ayudar...