ʙᴀᴅ ʙᴏʏ [ jαsσn p. tσdd х σc ]

[ 𝕊𝕀𝕏 ]

·ｔｒｕｔｈｓ ａｎｄ ｌｉｅｓ·

—Hoy tenemos a una invitada muy especial —habló Jimmy—. Un fuerte aplauso para: María Elizabeth Wayne —el hombre señaló hacia mi dirección. Ese era mi momento para salir. Avancé hacia él mientras se levantaba.

Nos saludamos con un beso en la mejilla y me senté en el sillón de invitados.

—Otra vez aquí —dijo Jimmy divertido.

—Otra vez —afirmé yo. Se hizo un silencio en el que el presentador y yo nos miramos retadores. El público rió.

—Es un placer tenerte aquí, Elizabeth —sonrió Jimmy—, otra vez.

—Y para mí es un placer estar aquí, otra vez.

—Lo sé, lo sé —dijo haciéndose la diva. Ambos reímos.

— ¿Qué me tienes preparado, Jimmy? —pregunté cruzándome de piernas.

—Primero te haré unas preguntas, luego jugaremos a un juego y te despediré.

—Lanza las preguntas —dije haciendo un gesto con los brazos—. Con toda confianza, ya he estado aquí una vez.

—Sí, ahora somos mejores amigos para siempre.

—Claro, aunque habrá que ignorar lo raro de que seas mejor amigo de una niña de dieciocho años —Jimmy sonrió—. Te podríamos quitar unos años de más para que no se haga tan raro

—Sí y con suerte nadie llamará al FBI, ya tienes dieciocho.

—Los dieciocho aquí no tienen nada de especial —negué—, aún no puedo beber.

—Pero puedes conducir.

—Pero no puedo beber —volví a negar con un puchero.

—Con todos nosotros la hija del multimillonario Bruce Wayne —se burló. El público aplaudió—. Empecemos, ¿te parece?

—Sí, no vaya a seguir hablando de alcohol y me toméis como futura borracha multimillonaria.

—No serias la primera —asentí estando de acuerdo—. Bien. Como ya hemos dicho, tienes dieciocho años y eres la única hija mujer adoptada por Bruce Wayne, cuéntanos sobre eso.

— ¿La adopción? —pregunté antes de tragar saliva.

Abortar misión, abortar misión.

—Claro. Cómo os conocisteis, el proceso de adopción y la nueva convivencia.

Abrí los ojos mientras la mi imaginación hacía de las suyas.

—Yo vivía en el antiguo orfanato Winchester para niñas. Y, Bruce lo financiaba —como a todos los orfanatos de todos los Estados Unidos—. Un día lo visitó para ver que todo estaba bien. Yo no era la más, ¿cómo decirlo? Angelical de allí y, supongo, que Bruce vio algo en mí. Al principio nos llevábamos fatal —me reí al recordar la pelea en la batcueva— pero, al fin y al cabo, comprendimos que no éramos tan distintos y él me quiso ayudar de forma más cercana.