Capítulo Veintiocho

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Capítulo Veintiocho.
Hades Athens.

Mi madre había decidió hacer una fiesta en la casa en contra de mi voluntad, ya que todavía no estaba con ánimos de celebraciones y no me hacía gracia ver a gente desconocida en la casa. Para expresar mi desagrado, arrastre conmigo a Morfeo quien tenía miedo de ver a mi padre molesto.

Ignore las llamadas de mis padres y Cato. No pensaba dar el brazo a torcer tan rápido, que sufrieran un poco más.

No fuimos tan lejos, solo hasta el apartamento de Thomas quien me había invitado para poder hablar de algo que lo tenia inquieto, arrastre conmigo a Morfeo y pasamos un buen momento, bueno, solo había que ignorar la llamada con Gian para que fuera todo perfecto.

—Mamá debe de estar molesta, y ni hablar de papá.—hablo Morfeo nervioso y no puede evitar reír.

—Relájate un poco, no es como si fuera un fiesta de cumpleaños.

Mire a Artemis quien tenía su vista fija en la carretera, el no estaba dentro del plan, pero lo llamamos para que fuera por nosotros. No lo pensó dos veces porque también quería salir de la casa. Ninguna de las cuatro personas que estaba dentro del auto estaba interesada en la fiesta, probablemente si en la comida y bebida, pero nada más.

Pero de los cuarto era Thomas el que se veía más acabado, había tomado unas cuantas copas de vino mientras me contaba cómo iba su relación con Amber y de las sospechas que el tenía sobre ella engañándolo desde hace meses. Me daba un poco de pena la situación, nadie merece que lo engañen.

—¿Si mejor nos escapamos?—preguntó Artemis mientras nos acercábamos a la casa.

—Lo podemos intentar, no tengo ganas de andar festejando nada. Además tengo que alejar a mi bebé Thomas del alcohol.—el mencionado me miró y negó.

—No tienes que cuidarme, no voy a tomar. Solo estaré un rato en la fiesta porque tu madre me lo pidió, luego me iré a dormir a tu habitación.

Cuando llegamos a casa todos soltamos un suspiro, pero aún así nos vamos del carro para que Artemis pudiera ir a dejarlo en el garaje. El lugar estaba demasiado arreglado y solo veíamos a personas entrar y salir de la casa o caminando de aquí para allá con una copa en sus manos.

Lo que si podía ver es que no se encontraban muchas personas de mi edad, pero de la de Morfeo no había nadie.

—Siempre es lo mismo, no sé porque me quiere aquí si no tengo con quien hablar.—se quejó mi hermano menor para luego subir las escaleras hacia su cuarto.

No lo detuve y tomé la mano de Thomas para guiarnos hacia la mesa de bocadillos. Lo único bueno de todo esto era la comida.

—Señorita Athens.—me sobresalte al escuchar la voz de Cato detrás de mi, pero luego lo abrace.

El poco a poco se iba acostumbrando a mis muestras de afecto espontáneas.

—Disculpa si el idiota de Gian te regaño por mi culpa, no era mi intención perjudicarte.—el asintió.

—No se preocupe, solo espero que no se pierda de mi vista durante la fiesta. Estaré vigilándola.

—Está bien.—se despidió antes de desaparecer entre la gente.

Mire a Thomas quien tenía la mirada perdida masticando un pequeño dulce. Choque su hombro con el mío.

—¿Vamos a bailar?—negó.—No puedes quedarte triste.

—¿Tú no estás triste porque Gian posiblemente esté con alguien más en estos momentos? —pregunto ganándose una mala mirada de mi parte.

¿Triste? Molesta puede ser, pero triste jamás. Gian es quien está actuando mal, es el quien debe decidirse.

Dulce VenenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora