Capitulo 28

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Pensé en todo lo que Anna me había dicho en la escuela, y estaba bastante deprimida porque había pasado mucho tiempo, especialmente desde que Will no había hablado de nuevo conmigo. Me dije a mí misma una y otra vez que sabía exactamente lo que Will y yo éramos, no una pareja, ni nada, pero me daba cuenta de que realmente era sólo otra relación que me lastimaba más de lo que pensaba que podría. O quería.

En el trabajo, acabé sola la mayor parte de la tarde porque papá había decidido dirigirse a los grandes almacenes nuevamente.

—¿No tenías prohibido ir ahí?

—No exactamente —dijo papá, tirando de su sombrero de zanahoria—. Y conozco a la mayoría de los guardias de seguridad, y nos llevamos muy bien.

Miré al contador así él no podría ver mi cara. Por supuesto que se llevaba bien con los guardias de seguridad. Siempre estaba comprándoles café. Y aunque era amable lo que hacía, no ayudaba a nuestra situación monetaria. O a aumentar las ventas.

—Volveré en media hora, máximo —dijo, y me senté en la caja registradora con un suspiro.

Media hora se volvieron dos. Conseguí hacer mucha tarea, mientras dejaba de pretender que íbamos a tener clientes y me centraba en terminar mi tarea de biología. No creí haber fracasado en la última prueba, pero sabía que tendría que esforzarme para la próxima.

Pensar en la clase de bilogía me hizo pensar en Will. Me preguntaba cómo le habría ido en la prueba, y si estaba en el trabajo. Entonces me dije a mí misma que dejara de pensar en él.

No funcionaba.

Dejé mi tarea y me puse a mirar a la gente que pasaba. Era impresionante cuántos de ellos eran capaces de fingir que nuestro puesto no existía, como si pudieran sentir a todas las vitaminas no vendidas y de alguna manera supieran mantenerse apartados. Una mujer mayor que realmente parecía una abuela, cabello canoso y rostro dulce, pasó y educadamente preguntó si sabía dónde estaba la tienda de zapatos con descuento, después me agradeció cuando le dije. No me podía imaginar a mi abuela diciendo las palabras "descuento" y "zapatos" en la misma oración, mucho menos pareciéndose a una abuela real.

Enderecé una muestra que no necesitaba estar fija mientras pensaba en lo que la abuela había dicho anoche, acerca de que tenía que decidir quién era yo y qué podría hacer. Sonó como un consejo bastante bueno, supongo, pero siendo yo, de seguro no habría resultado.

Pasé un dedo en la pirámide de vitaminas y suspiré. —Esto apesta. Yo apesto.

—No, sólo eres una molestia.

Alcé la vista y vi a Todd sonriéndome con suficiencia. —¿Qué estás haciendo aquí? Espera, déjame adivinar… necesitas dinero. Bueno, puedes olvidarlo, porque papá no está y no te voy a dar nada de la caja registradora.

—Qué amable. Vine a decirles ―hola‖ a mi hermanita y a mi padre después de vender galones de café a la gente que aparentemente no tiene idea lo que es una propina y, ¿qué es lo que consigo?

—Síp.

—A veces suenas igual a la abuela.

—¡Cállate!

Él sonrió. —¿Dónde está papá?

—Abajo, en los grandes almacenes.

—¿Muestras gratis?

—Sí. ¿Vas a ir a verlo?

—¿Está usando el sombrero?

—¿Qué crees?

Todd hizo una mueca. —Hey, ¿recibí algunas llamadas?

—¿Qué, aquí?

—Sí, aquí.

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