Viejos y Nuevos Conocidos

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Libros y más libros se veían esparcidos en un enorme escritorio de la gran biblioteca de la mansión Gremory, un largo suspiro se escuchó entre estos mientras una cabellera roja se asomaba.

Naruto sinceramente se sentía frustrado.

Estuvo pasando bastante tiempo buscando algo de información sobre el llamado Kurama en el diario de aquél Demonio, que si bien parecía ser nombrado en algunas ocasiones, casi parecía que su sola existencia se hubiera esfumado por alguna razón, o que dicho sea de paso jamás existió.

El pelirrojo agarró entre sus manos el collar que ahora colgaba en su cuello, la gema carmesí con inscripciones en ella.

Su libreta de notas ahora poseía los mismo caracteres tallados en el cristal para con ello, poco a poco descifrar cual es el propósito de estos.

—¿Naruto-sama? —cuestionó una voz de forma suave.

El pelirrojo volteó su mirada a la Kitsune de una cola que tiene por Reina a su lado, tan inmaculada y similar a Grayfia con su vestido como es costumbre.

Una sonrisa surco el rostro de Naruto mientras se levantaba de su lugar para acercarse a la rubia.

Kagami no pudo evitar quedar embelesada con la sonrisa tan hermosa del pelirrojo, que adornada con las marcas en sus mejillas lo hacían más adorable.

—¿Sucede algo Kagami? —cuestionó el pelirrojo.

Enfocándose nuevamente, la Kitsune sacudió su cabeza a modo de negativa. —Solo quería decirle que Enku-sama ya se encuentra esperándolo junto a Yukine-kun. —le informó.

Los ojos de Naruto se abrieron y adquirieron un brillo de ilusión mientras a una velocidad casi imposible de lograr se había dado una ducha y cambiado de atuendo para con ello, ir en búsqueda de su Caballero y el Peón de su hermano.

Kagami rió suavemente ante la emoción de su Rey mientras caminaban por los pasillos de la mansión Gremory hasta llegar a la entrada y notar a Yukine viendo con total admiración al ser que tiene delante.

Enku era uno de los dos Peones de su hermano mayor, un Dragón de dos metros con un cuerpo similar al de un caballo o un ciervo, con escamas en lugar de pelaje y su cabeza era similar a la de un Dragón asiático rojo.

—¡¡Enku!! —saludó Naruto mientras se acercaba al Dragón con entusiasmo. —Me alegra verte de nuevo. —dijo con una gran sonrisa.

¿La razón de ello? Cuando Naruto era más pequeño y necesitaba de alguien quien lo cuidara, Enku había sido su compañía por mucho tiempo. El Dragón era alguien sumamente atento y humilde, aparte que Naruto era feliz cuando jugaba junto a él.

Era en esos instantes donde olvidaba sus problemas sobre la magia.

Enku sonrió sumamente feliz de ver nuevamente al pelirrojo menor. Ha decir verdad él extrañaba un poco los momentos donde ambos compartían, el chico era tan animado y enérgico que le era imposible no estar aburrido.

—Es bueno verlo de nuevo, Naruto-sama. —respondió el Dragón mientras mostraba sus dientes un poco producto de su sonrisa.

—Y yo te he dicho muchas veces que no me digas sama. —protestó un poco, jamás le gustó que lo trataran de esa forma, incluso le había pedido a Kagami el no hacerlo, pero firmemente ella se negó.

Otro punto más a las enseñanzas de Grayfia.

Kagami miró a su Rey con estrellas en los ojos por ese puchero que estaba haciendo, sumándole a ello la expresión que daban sus ojos lo hacían ver tan adorable que no pudo evitar acercarse y tocarlos un poco.

Demonio Carmesí de Nueve ColasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora