La Primera Adición

14.3K 565 908
                                    

Era una mañana muy brillante, el sol iluminaba todo a su alcance... o eso debería de hacerlo.

Para comenzar, el cielo que se puede notar en aquél lugar no era para nada el clásico cielo azul, en su lugar se puede observar el cielo en un tono mucho más verdoso con algunas luces en ciertos lugares.

No es otro lugar que el Inframundo, lugar en el cual habitan por una parte de este la facción de los Ángeles Caídos, mientras que por el otro habitan la facción de los Demonios.

En una habitación poco iluminada por la obstrucción de la luz, se puede ver unas estanterías llenas de diferentes objetos, desde libros que en apariencia son bastante antiguos, algunos objetos con inscripciones un tanto extrañas para cualquiera que las vea.

En el centro de la habitación, se puede notar una figura sentada con una especie de pergamino extendido en una gran mesa junto a otros libros y cuadernos, sus manos viajaban del pergamino al cuaderno de notas a su lado derecho donde cada cierto tiempo dejaba anotaciones ya sea escritos o dibujos en el.

La figura en cuestión era un chico de quizás doce años, poseía una piel blanca, con un poco de color en ella, su ropa consistía en un simple conjunto de un pantalón holgado negro con zapatillas deportivas igualmente negras con detalles blancos, una camisa de manga corta de colo rojo oscuro.

Lo que más destacaba la apariencia de este eran tres cosas, la primera de todas era su peculiar cabello carmesí que parecía brillar cuando la luz impactaba en este, era liso pero al mismo tiempo se podía notar como habían mechones que sobresalían como picos en su cabeza, unos ojos violetas azulados tan profundos que parecían como si su rostro albergase en él unas piedras preciosas.

—Si lo que he pensado ha sido correcto.. esto debería funcionar. —murmuró el niño mientras se separaba un poco del escritorio para extender sus manos.

Después de su acción, sus manos comenzaron a brillar mientras unos símbolos empezaron a aparecer delante de ellas formando lo que era, un circulo mágico que tenía como eje principal, el símbolo de una rosa carmesí.

Pero a medida que pasaba el tiempo, los símbolos y escrituras en el comenzaron a cambiar tanto de forma como de color, ahora adquiriendo una tonalidad violeta mientras runas y escrituras similares a las vistas en aquél pergamino se empezaban a formar.

Vamos, tu puedes. —pensó el niño mientras veía su experimento reaccionar como deseaba.

Cuando notaba que las runas estaban poco a poco estabilizándose, una leve agitación surgió del circulo mágico hasta que este mismo empezó a desmoronarse y al final crear una leve explosión que obligó a caer de espalda al suelo al chico de cabello carmesí.

Suspirando, el chico se levantó del suelo y se dirigió nuevamente a su silla y pasó a hacer unas anotaciones en su libreta.

Tan concentrado estaba en su labor, que no se fijó cuando una dama muy hermosa de cabello plateado con un vestido de sirvienta había abierto la puerta y lo observaba con un rostro inexpresivo.

—Naruto-sama, le había informado hace algunas horas que debería estar listo para ir al castillo de Beelzebub-sama. —informó la mujer sobresaltando al chico de la sorpresa.

Si, el chico de cabello carmesí no era otro que Naruto Gremory, tercer hijo de Zeoticus y Venelana Gremory, pertenecientes a uno de los 72 pilares del inframundo con el título de Duque.

Dejando sus notas por el momento y cerrando el rollo que hacía poco estaba usando, Naruto volteó su mirada a la mujer que le hablaba con una sonrisa nerviosa.

—V.. veras Grayfia Nee-chan, estuve tan concentrado en mi investigación que lo había olvidado. —dijo el pelorrojo riendo un poco.

La mujer mantuvo la inexpresividad en su rostro mientras caminaba elegantemente hacia el niño para limpiar algo del polvo que se podía notar en su mejilla con un pañuelo. —Le he dicho muchas veces que me trate solo como la sirvienta Gremory. —dijo. Aunque podría sonar que ella rechazaba tal título por parte de Naruto, internamente, Grayfia sonreía ante el cariño que denotaba el pelirrojo al hablarle.

Demonio Carmesí de Nueve ColasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora