Kakarotto se había ido. Y esta vez no fue como con Cell, cuando regresó para aquel dichoso torneo.
Esta vez Kakarotto se había ido con aquel dragón. Sin dejar pista alguna de dónde había ido o a dónde se dirigía. Lo único que hay para recordarle es las rasgadas y pequeñas prendas que dejó atrás.
Vegeta se sentía solo de nuevo.
Había aprendido a mantenerse alejado de Kakarotto, de ocupar su mente en otra cosa. Vegeta había empezado a entrenar totalmente por su cuenta, y cada vez iba olvidándose de que tenía un rival.
Ya había aceptado que él era más fuerte, que ya le había superado. Ya había superado su obsesión por Kakarotto.
Podía ignorarlo todo, decir que ya lo había superado, pero no podría nunca olvidar esos románticos y asquerosos sentimientos que tenía hacia el otro saiyan.
El nuevo funeral que recibió Kakarotto fue aún más deprimente que el anterior. Apenas si pudo mantenerse en aquel lugar sin querer destrozar todo a su alrededor.
Lleno de su familia y amigos que no había visto en años que llegaban para dar su último adiós a el saiyan de clase baja. Su mujer estaba devastada, más que casi cualquier otro ser en esa sala.
Cualquiera excepto Vegeta.
El príncipe nunca le dijo a Kakarotto lo que sentía por él. Lo amaba, demasiado; tanto que le dolía físicamente. Él tenía muy en claro que Kakarotto nunca iba a corresponderle, y que era absurdo que un príncipe estuviese enamorado de un simple clase baja. Pero simplemente no podía dejar de amarle, por más que intentara, era fútil.
Todos vestidos de luto, consolando a la viuda devastada. Vegeta no podía evitar sentirse enfermo con todo aquello. Tenía que salir de ahí, y rápido.
Días pasaron, había una lápida enorme de piedra con una inscripción que rezaba: "Son Goku. Padre, abuelo, esposo, amigo y héroe de la tierra". Algo tan simple que llenó a Vegeta de rabia. Esa maldita piedra no decía nada acerca de su sangre saiyan, de sus hazañas, de su sublime fuerza que nadie podía imitar. Ni siquiera tenía el verdadero nombre que le habían dado sus padres saiyans. Los saiyans no tenían la costumbre de hacer funerales y lápidas, y si Kakarotto recibía una lápida, tenía que ser una digna de un saiyan de su calibre.
Vegeta estaba devastado. Sentía como si Kakarotto hubiera sido suyo, y ahora lo estuviera perdiendo.
Se sentía como un viudo devastado.
Pasó la tarde completa hablándole a la tumba de su rival y amor no correspondido. Sacando todo lo que tenía guardado en su corazón; el amor y el odio que apenas supo diferenciar.
Se permitió llorar, sólo por esta vez.
449 palabras.
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KakaVege Week 2020 (Editando)
Hayran KurguKakaVege week written prompts. En español. Fan art de la portada por Favarass en Tumblr, coloreado por mi.