𝐁𝐋𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑 𝐆𝐈𝐑𝐋 ━ MICHAEL GRAY

05.

MICHAEL APRETÓ LOS DIENTES MIENTRAS AYUDABA a la mujer intoxicada a bajar las escaleras y entrar en la despensa. La ira en su cuerpo era inexplicable. Tal vez fue porque ella le había impedido tener sexo hace unos momentos, o porque era demasiado perfecta.

Ella le recordaba a la aldea en la que vivía como Henry. Perfectamente dulce y amada por todos. Bueno, Michael quería volar esa aldea, así que tal vez eso decía algo sobre cómo se sentía hacia Olivia.

—Estoy muy bien una vez que me conoces—Olivia estaba divagando cuando Michael la condujo a las cocina.

Las criadas corrían alrededor de ellos, preguntando si podían ayudarlos. Michael simplemente les dijo que se fueran a la mierda, un poco duro a los ojos de Liv, ya que solo estaban haciendo su trabajo.

Michael la condujo a la trastienda llena de verduras. Un hombre encantador

—Siéntate—instruyó y señaló un montón de cajas volcadas.

—No soy un maldito perro—la rubia escupió, cruzando sus brazos ensangrentados y extendiendo el desastre.

—Pero juras como un estibador.

Él se burló y le sacó los brazos, limpiando la sangre con una toalla mojada.

—Sí, bueno, crecí con los hermanos Shelby como mis modelos a seguir, ¿qué esperabas?

—¿Por qué estabas viviendo con mis primos?—Michael sacudió la cabeza confundido.

Presionó una toalla hirviendo sobre la pierna de Liv. Ella no sabía que había algún daño allí, pero la gran herida en su pantorrilla le dijo lo contrario. Trató de tirar de su pierna hacia atrás en represalia por la sensación punzante, pero las toscas manos de Michael mantuvieron un firme agarre sobre ella.

—¿Por qué me ayudas? Te dije que te fueras a la mierda antes—Liv ladeó la cabeza y lo observó morder su labio levemente.

Los ojos de él se encontraron con los de Olivia mientras la miraba correctamente. Percatándose de que eran azules electrizantes, no tan azules como los de Tommy, pero bonitos a su manera.

—Porque si no lo hago, mamá o alguien me maltratarán por no ser un caballero—suspiró y regresó al fregadero.

—Lindo. ¿Quién es tu madre entonces?—Liv continuó con su borracho interrogatorio.

—Polly Shelby. Yo también te vi conversando con ella antes, eso fue encantador—Michael ahora estaba envolviendo sus manos suavemente.

Una pequeña chispa atravesó su cuerpo cuando él sostuvo su mano, pero ella se la sacudió y la dejó caer sobre el alcohol que fluía por sus venas.

—Ella era como mi madre y todo eso—Olivia admitió, más para sí misma.

—No sé de qué estás hablando, así que fingiré que no escuché nada. Ya terminamos—se puso de pie y se limpió un poco de sangre en los pantalones del traje, caminando hacia la puerta.