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JiMin sabía de buena tinta que a hora punta de la tarde los metros iban llenos, pero muchos de los pasajeros se bajaban en la estación de Myeongdong para aprovechar las últimas horas del día para hacer vida social.

Por ese motivo, JiMin se aseguró de no soltar la mano del chico que lo acompañaba, cerciorándose de no perderlo cuando la marejada de gente se apeara del tren, y tirando de él hasta encontrar un lugar en el vagón donde pudieran permanecer de pie, pero sin molestar para las salidas y entradas en cada parada, sabiendo que les esperaba un trayecto de nueve paradas a lo largo de la línea cuatro en dirección Oido.

Sólo entonces, apartados del resto de pasajeros, JiMin se tomó un momento para respirar y volver a examinar al chico que tan fácilmente había accedido a irse a casa de un extraño con la promesa de maquillaje gratis.

Ninguno de los dos debía estar en su sano juicio como para confiar en las intenciones del otro, dada la extraña situación, pero más que peligroso, JiMin encontraba aquello inusual en una forma dulce y confortable, como si supiera de antemano que nada malo podría surgir de aquello.

El chico seguía luciendo algo tenso, pero nada comparable a lo nervioso que había estado en la tienda, confesando a JiMin su pequeño secreto. Aun así, no le quitaba la mirada de encima a JiMin, mordiéndose el labio mientras que parecía estar pensando con verdadera intensidad en algo.

Seguro que estaba alucinando un poco. Y para ser sincero, JiMin también lo estaba.

JiMin no acostumbraba a llevar desconocidos a su apartamento. Era desconcertante cómo había sido él mismo quien había sugerido aquel desenlace para el extraño encuentro en la tienda.

Pero el chico le había causado tanta ternura, tantas ganas de protegerlo y de guiarlo, que no había podido contenerse.

Y llegados a ese punto, lo que JiMin encontró ciertamente estúpido era que siguiese llamándolo «chico» en su cabeza. El muy idiota le había invitado a su casa y ni siquiera sabía su nombre. Menos mal que aquello tenía fácil solución.

— Creo que he estado haciendo las cosas un poco al revés — comentó JiMin, tratando de iniciar la conversación de forma suave, de forma que no sobresaltase al pobre chico — Tendría que haberme presentado primero, pero supongo que me he dejado llevar un poco. Me llamo—

— Park JiMin — lo interrumpió el chico, haciendo que JiMin se sorprendiese, tanto por la interrupción como porque el otro supiera su nombre — Lo siento — murmuró rápidamente, bajando la mirada, avergonzado — Sé... Sé quién eres. Voy a la SNU también. Todas las chicas de mi clase están un poco enamoradas de ti.

SNU. La Universidad Nacional de Seúl.

Iban a la misma universidad entonces, quizá por eso había sido tan fácil para él seguir a JiMin.

El comentario del chico acerca de sus compañeras de clase hizo sonreír a JiMin, sintiendo pena por ellas. JiMin sabía que era medio popular en la universidad por su buen físico, su cara bonita y su forma elegante de vestir y no podía evitar sentir lastima por las chicas que parecían no saber que JiMin era gay y que no sentía ningún interés físico y romántico por ellas.

Todo lo contrario a lo que le sucedía con el atractivo chico que tenía delante, luciendo avergonzado por el simple hecho de abrir la boca.

— Ahora me siento mal — rió JiMin con suavidad — Si tú sabes quién soy, yo tendría que saber quién eres.

— No, en realidad no – murmuró él, apocado — No coincidimos en ninguna asignatura y nuestras facultades están en lados opuestos del campus.

Kisses and Makeup | MinJoon |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora