Luces Rojas.

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*Aviso: Esta historia contiene un toque fantástico que puede resultar un poco incómodo para algunos lectores. Tiene más trama que algunos relatos anteriores, entonces será un poco más lento y más largo.

Espero que les guste.

Qué oportuno es escuchar "Forever Young" en este bar. ¿Quién no quisiera ser para siempre joven? ¿Quién no quiere dejar de lado el miedo de envejecer y ser olvidado con el tiempo como las hojas de otoño al viento? ¿Quién no quiere hacer todas sus aventuras sin preocuparse de que no tenga suficiente tiempo?

Quizás es el Jack Daniel's quien me inspira todas estas preguntas, quizás el alcohol me libera un momento de mi cuadrado y encerrado mundo. Sé que mata y sé que es una salida fácil, pero al fin y al cabo, una salida.

Terminé con mi novia hace tres días, el mismo tiempo que llevo en este bar. Se estaba tornando en una situación desagradable para los dos, porque ¿podíamos llamar amor a eso de estar juntos sólo por temer a estar solos? Llegué a la conclusión que no. Ella seguía aferrada a la idea de que podíamos cambiar, que podíamos ser lo que fuimos antes, pero lo dudo. Tratar de revivir la felicidad del pasado trae monstruos al presente.

Sirvo lo que resta de mi botella en mi vaso con hielos a medio derretir. Otra botella en mi haber. Gracias, Dios por American Express. Extrañamente no estoy ebrio, solo aletargado, como ese estado en el que te encuentras antes de dormir.

Creo que es de noche o madrugada ya que este bar se encuentra muy solo. Decido cambiar y salgo con dirección al centro. La luna me mira desde el cielo con esa mirada opaca que me consuela y me dice que todo estará bien pronto. Huele a pavimento mojado, inspiro fuerte y camino por la banqueta.

A donde dirijo la vista una nueva herida se abre. A ese café la llevé en nuestra primera cita, aun puedo ver como el cabello detrás de sus orejas se curva hacia sus mejillas. En aquella tienda de libros usados compré su regalo de cumpleaños, una vieja y amarillenta copia de Cementerio de Animales, dudo que algún día olvide la sonrisa y la alegría que le causó ese destartalado libro. Camino más deprisa, como si así pudiera huir de mi pasado, pero es imposible. Siempre nos alcanzará a pesar de la eterna promesa de un día nuevo y mejor.

Me sé el camino al centro desde que tengo 15 años. Solía venir aquí con mi padre a pasar el tiempo y platicar de cosas sin importancia ya que nunca nos preguntábamos de cosas profundas. Era como un acuerdo tácito entre él y yo. Era como si no estuviéramos a pesar de estar sentados frente a frente… era como si fuéramos dos extraños.

Las torpes y aburridas baldosas dan paso a calles empedradas  y edificios de más de doscientos años. Este camino siempre ha sido un viaje en el tiempo para quien sabe mirar. Las tiendas y los escaparates están cerrados. La luz de las farolas despeja la luz blanca de la luna por un color ámbar. Sé que el bar que busco está a menos de tres cuadras y me concentro en no tambalearme hasta llegar, pero algo me lo impide.

Esa calle no estaba antes.

Del poste cuelga un farol completamente distinto a los demás. Tiene garigoleados y es de color negro, a diferencia de los demás que son verdes de anónimo diseño. Sobre él un letrero dice el nombre de la calle: Montmartre.

Sé que he oído ese nombre antes pero no sé dónde. No siento que esté tan ebrio para empezar a imaginar calles y ver nombres elegantes en calles comunes, pero seguramente eso decimos todos cuando ya llevamos más de cuatros vasos.

Escucho música apagada al fondo de la calle. Un 'bum bum' que se acompasa con el latir de mi corazón y me hipnotiza a entrar. Los edificios que flanquean la calle son antiguos pero muy cuidados, demasiado. Podría apostar mi alma a que no tendrían más de 20 años, pero aun así tienen ese estilo único y hermoso de 1800. Veo reflejos de luces rojas en el suelo. Ahora sólo me guía la luz de la luna pues no hay farolas en esta calle. Camino hasta donde provienen las cegadoras luces rojas. Es una construcción de una sola planta de color rojo que tiene puertas de cristal a la entrada. La música se escucha más fuerte aquí y me arriesgo a entrar. Empujo la puerta y camino en este desconocido lugar.

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