Día Libre.

3.7K 180 8
                                    

La mañana es fría, el viento se cuela entre la madera del suelo y bajo la puerta, lo que hace que me sienta más cómodo en mi cama. Tengo dos edredones encima y me rodean un montón de almohadas. Al mirar a la mesa de noche veo que alguien me ha dejado un chocolate caliente, no lleva mucho tiempo ahí, aun le sale vapor. Le doy un sorbo y el calor cae por mi garganta. No recuerdo cuando fue la última vez que me sentí tan cómodo, tan tibio. No recuerdo cuando fue la última vez que me sentí así de protegido.

El tiempo pasa tranquilo y es hora de salir, pero la cama está tan tibia y me siento tan cómodo que me cuesta demasiado trabajo levantarme. Me paro y busco algo que ponerme en mi pequeño montón de ropa que compré. Me pongo unas mallas negras, una playera gris de manga larga que deja al descubierto mis hombros y una falda tableada de cuadros grises y negros.

Creo que esa mi parte favorita de esta vida: poder usar la ropa que más quiera sin importarme estigmas ni estereotipos. Adoro sentir como la tela sube por mis piernas y se amolda en mis muslos, marcando cada curva de mi cuerpo. Es increíble ver partes de mi cuerpo que la ropa de hombre antes cubría. Noto que camino distinto que antes, ahora lo hago con más elegancia, con delicadeza. Quizás esté cumpliendo mi objetivo 'Actitud'.

Antes de salir por la puerta recuerdo que debo tomar mi dosis de Rouge Fée. Lo tomo de la mesa de noche y le doy un largo sorbo. Sabe rico y la sensación que me da es increíble. Guardo el frasco vacío en el cajón y noto que hay una pequeña cajita de color negro. La tomo y la abro. Es maquillaje.

El pecho comienza a palpitarme por la emoción. "¿Me maquillo?-me pregunto-Podría verme mejor." Tomo la cajita y salgo al baño, medio corriendo medio caminando.

Cierro la puerta y me coloco frente al espejo. Nunca lo he hecho y no sé que esperar, pero quiero sentirme como una verdadera chica. Tomo algo que dice "Foundation" que es como una crema de color piel y me aplico un poco en las mejillas, después pongo sombra negra grisácea en una pequeña brocha y la aplico en mis párpados. Mis movimientos son erráticos y débiles y me cuesta trabajo lograr el efecto que quiero, pero al final lo consigo. Uso un pequeño lápiz para delinearme los ojos y me veo al espejo.

Wow. Ni en mis sueños llegué a pensar que podría verme así. Sé que soy yo en el espejo, pero no puedo creérmelo. Me veo como esas chicas en las portadas de las revistas de mi vida pasada, antes de llegar aquí. El maquillaje acentúa mis facciones y, a pesar de ser nuevo en esto, no lo hice tan mal. Siento como mi entrepierna cosquillea, indicándome que tiene ganas de ser tocada y poseída por alguien más, que me tomen y me sometan.

Por último, tomo un lip gloss de color rosa y me lo pongo en los labios. Sabe a fresa. Cierro la cajita y la llevo de vuelta a mi habitación, la guardo en el cajón y salgo en busca de K.

Los pasillos aun me marean, pero comienzo a ubicarme. Cuando paso junto a uno de los guardias, este me mira y fija su atención en mi trasero. Es de mediana edad, pero muy guapo. Me detengo y me le acerco. Tomo su mano y la coloco en mi trasero, empujándola contra mí.

-Hola, lindo-le digo al oído-, ¿no has visto a K?

Noto como su erección crece en su pantalón y roza mi pierna. Sus palabras titubean.

-Está en el comedor… en el comedor, pequeña.

-Gracias, lindo. Te debo una-respondo y le guiño un ojo antes de irme. Sé que el Rouge Fée hace que me excite mucho y que esté prendido la mayor parte del tiempo, pero siento que ahora así es mi naturaleza. Ver a los hombres como mis depredadores, provocarlos y hacer que me tomen. Siento que me estoy convirtiendo en una gatita en celo.

Me gusta la idea de ser una gatita.

Camino hacia el comedor. El techo abovedado me recibe de nuevo y veo a K sentada, leyendo un libro con un café y un cigarrillo en la mano. Se ve tan pacífica y tranquila que no quiero molestarla. Pasa las hojas con delicadeza y sus ojos está iluminados con curiosidad. Su cabello se curva hacia dentro a la altura de su mejilla. Aun me recuerda a mi exnovia, pero ahora me pregunto cómo fue siquiera posible que alguna vez me gustaran las mujeres.

Rouge Fée Donde viven las historias. Descúbrelo ahora