Humo y espejos.

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La habitación dónde tendré mi primera clase de baile es la misma dónde practicaba mi flexibilidad, sólo que ahora K ha quitado el diván, haciendo que el lugar se vea más grande y espacioso. También será la primera vez que esté con las demás chicas y eso me aterra. No sé cómo debo tratarlas o si todas usan Rouge Fée  o si siempre han sido chicas. Mis manos están frías de los nervios.

Camino por la habitación rodeada de espejos. Mi reflejo muestra a una chica con el rostro afilado y facciones definidas, con un cuerpo suave y delgado, mis manos están entrelazadas a la altura de mi cadera. Me veo sumisa, pequeña y tímida, soy completamente opuesto a lo que era antes, un chico grande, imponente y fuerte. Lo extraño es que me siento más cómodo y feliz ahora. Me siento libre de verdad.

Mis diminutos shorts de mezclilla deshilachada dejan ver completamente mis piernas y la parte baja de mi trasero, mi ombliguera es de manga larga y de color blanco, enseña mi abdomen plano y mi espalda curveada. Una sensación chistosa en mi trasero me recuerda el hilo dental color rosa que estoy usando y me excito al recordar cómo se me ve.

Empiezan a llegar varias chicas. Todas platican y hablan como amigas, muchas de ellas son verdaderamente hermosas. Caminan con elegancias y porte, como si el mundo les perteneciera, pero sus sonrisas son reales y carismáticas, se ríen y hacen bromas dejando ver que no son presumidas, o por lo menos eso pienso. Yo me quedo frente al espejo, fingiendo que me arreglo hasta que una mano me toca el hombro.

-¿Estás lista?-me pregunta K.

-No, la verdad es que estoy aterrada-respondo mirando al grupo de chicas a sus espaldas.

-No tienes por qué estarlo, simplemente se tú.

"¿Y quién soy yo?" dice una voz en el fondo de mi cabeza.

Nos alineamos y veo una cara conocida, Liv. Nos miramos fugazmente y nos sonreímos. Es bueno ver una cara conocida en una situación tan diferente y nueva para mí.

Una mujer entra a la sala y nos divide en grupos, después nos manda a varias esquinas del salón, donde están las barras pegadas a la pared, como en cualquier salón de danza. Todas guardan silencio, al parecer le tienen un gran respeto a la mujer… o mucho miedo, pero al fin y al cabo ¿cuál es la diferencia?

Comenzamos a estirarnos y a calentar, después, la mujer nos pide que nos estiremos de piernas, haciendo un Split. Nunca en mi vida he hecho uno y sé que seré un fracaso en esto, pero aun así lo intento. Mis piernas bajan, poco a poco. Mis tendones esperan el latigazo de dolor, el cual se está tardando en llegar. Centímetro a centímetro mis piernas se abren más y más hasta que mi entrepierna toca el suelo. La sorpresa de K es igual de grande que la mía. No siento dolor, sino emoción y algo de excitación; me gusta estar abierto de piernas. La mujer se me acerca y me pregunta:

-¿Cuál es tu nombre, chica?-sus ojos inquisitivos no dejan ver si lo que acabo de hacer es bueno o malo.

-Roxanne-respondo con una voz apenas audible.

-Muy bien, Roxanne, me parece que nunca nos habíamos visto antes, pero me agrada tu disponibilidad para hacer lo que digo. La disciplina y el empeño que pongas en las cosas te llevarán a dónde mereces, tú decides si te superas o te estancas en la mediocridad.

Cuándo se va no sé si sentirme bien o mal. Es de esas personas que no sabes si las cosas que dicen son una amenaza o una felicitación. Sus palabras escarban un hueco muy profundo en mí y se incrustan. "… El empeño que pongas en las cosas te llevarán a dónde mereces".

Terminamos el calentamiento y K corre a acercarse hacia mí.

-Felicidades, pequeña-me dice evidentemente feliz.

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