Fairy.

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-¿Entonces termina así como así? ¿No explica qué sucede después?

-No, ese es el punto de un final abierto: puedes terminarla como tú quieras, y eso es lindo, porque las cosas toman el rumbo que tú llegues a elegir, no el que el autor te imponga-Liv toma el libro entre sus manos como si fuera un amuleto de buena suerte-. No lo sé. No es un libro muy bueno, pero lo amo, me encantan sus personajes y las situaciones y… no sé, me encanta.

-Pero si tanto te encanta, ¿por qué está maltratado de las esquinas?-Platicar con Liv sobre el escenario cuando está vacío en las mañanas se ha convertido en una costumbre. Hablamos de cientos de cosas, nos entendemos muy bien y podemos pasar horas hablando sin notarlo.

-Porque así debe ser. Los libros deben ser leídos, usados, maltratados. ¿De qué sirve tenerlos solo para ponerlos encima de una repisa empolvados?

-Tienes razón-nunca he sido un amante de la lectura. A veces leía un libro por aquí y otro por allá, pero nunca he sentido una conexión tan fuerte como la que tiene Liv, la cual de cierta manera envidio-, ¿crees que puedas llevarme un día a esa librería?  No sé mucho de literatura, pero quisiera aprender.

-Por supuesto-sus ojos se iluminan fugazmente-, quizás mañana podamos ir, o al día siguiente.

-Me encantaría-le digo y miro a las sillas y mesas frente a mí. Están vacías, pero no por mucho tiempo. Lanzo un suspiro.

-¿Estás nerviosa?-me pregunta Liv, dejando a un lado su libro de pasta color verde gastado.

-Sí, más que nunca-he estado ensayando con Mme. Vicky durante dos semanas una rutina que quiere que presente frente al público. Es simple, sencilla, pero aun así los nervios me devoran por dentro de solo imaginar caminar de los bastidores al escenario con la luz del reflector en mi cara mientras el público me observa, expectante y juicioso-. Es mucha responsabilidad y, bueno, yo nunca he sido buena con las responsabilidades.

-Tranquila, sólo debes olvidar lo que está a tu alrededor. Olvidar al mundo y a la gente, eso te ayuda a sentirte mejor, o por lo menos eso me ayuda a mí.

Recuerdo mi plática con Jean en el Le Chat Noir, y una sonrisa aparece en mi cara de oreja a oreja al recordar su rostro, varonil y simple, escuchando mis dilemas. Una tibieza rodea mi corazón al recordar que, estando junto a él, puedo sentir ese alivio del que habla Liv.

-Lo intentaré, pero aun así siento cosquillas en el estómago al pensar en ello.

-Eso es bueno, yo solía sentirlas cuando empecé, pero ahora no. Hago mis movimientos y mis pasos con toda la pasión que puedo, pero es como aprender a andar con bicicleta. Primero temes caerte y te esfuerzas y te esfuerzas, y después de lograrlo, se hace algo mecánico, algo que haces sin pensar.

-¿Hace cuando empezaste?-me sorprendo al darme cuenta que no sé nada de la vida de la gente que me rodea. Desconozco su pasado  y me guío simplemente por las cosas que me dicena. Debo ser más cuidadoso.

-Tiene mucho tiempo. Apenas recuerdo como fue.

-¿Cómo fue?

Liv me dirige una sonrisa y me abraza con un brazo.

-Hay muchas cosas que debes descubrir poco a poco. Debes dejar que tu curiosidad siga ardiendo, es lo que te mantiene en el camino, lo que define en lo que crees. Pero, si te sirve de algo, te contaré un pequeño secreto.

-Por favor-digo y vuelvo a sonreír. Parezco un chiquillo, o más bien, una chiquilla que platica con su amiga acerca del chico que le gusta.

-Bueno…-Liv mira discretamente a nuestro alrededor. No hay nadie-. Yo inicié igual que tú.

Rouge Fée Donde viven las historias. Descúbrelo ahora