Termino uno de los libros que compré esa misma noche. Desde las primeras páginas supe que sería algo que me marcaría. Me identifiqué tanto con personajes y las situaciones se convertían más y más interesantes, que llegué al punto de arrepentirme de no haber descubierto los libros antes. Desperdicié tanto de mi vida frente al televisor y a la computadora platicando con personas que no me importaban, viendo programas que me aburrían en lugar de devorar las palabras de un libro.
Aquí no tengo esas distracciones. No hay televisores ni computadoras. Lo más tecnológico que hay, son los majestuosos relojes de bolsillos con grabados en oro y plata.
Platico con Liv del libro y nos animamos de volver a ir a la librería.
El día lo paso con Mme. Vicky ensayando para mi espectáculo. Repito los pasos una y otra y otra vez hasta que consigo lograrlos, pero, al más mínimo error, mi confianza se derrumba y comienzo de nuevo. Son pasos simples, pero al pensar en realizarlos frente a una multitud expectante, se vuelven difíciles, o quizá yo me vuelvo torpe. La rutina me encanta, está llena de pasión y violencia, de locura y un poco de magia. Espero que el público lo vea de la misma manera que yo.
Los días pasan y antes de que me dé cuenta, mañana es la presentación. K se queda conmigo durante toda la mañana dándome ánimos, pero mi nerviosismo no disminuye y el hecho de pensar que haya cancelado todos sus planes matutinos solo para estar conmigo no ayuda mucho.
La tarde continúa y trato de evitar pensar en la noche lo más que puedo. Decido salir del cabaret y caminar hacia Le Chat Noir. Alejarme del ruido de los tramoyistas y de la preparación del espectáculo me hará bien… espero.
Pequeños montecitos de nieve cubren las orillas de las calles y las raíces de los árboles. La gente camina muy abrigada frotándose las manos para sentir un poco de calor. Las adornadas ventanas de los edificios están cerradas y las flores de sus balcones, marchitas. Un frío aire sopla y me cala los huesos haciéndome estremecer. Doblo un par de esquinas y cuál es mi sorpresa al ver un dálmata olisquear un árbol, dudando si hacerlo de su propiedad o no. Al final de su correa, el mismo muchacho de ojos claros se acomoda una bufanda de lana negra bajo el abrigo.
Es algo de lo que me enamore al llegar aquí. La gente es elegante, incluso los menos afortunados se visten de traje y su estilo no decae ni argumentan que la falta de dinero lo hace vestir vulgarmente. Todos llevan abrigos o guantes o chalecos bajo trajes con forros carmín, a diferencia del mundo antiguo donde la gente usaba camisetas de football o playeras promocionales con pantalones raídos.
-Hola-digo sin saber muy bien porqué-, tu perro es muy lindo.
El chico voltea a verme. Sus ojos pálidos penetran los míos con fuerza y debo apartar la mirada por su intensidad. Sonríe.
-Hola. Bueno, gracias-dice y acerca la correa más hacia sí-, es muy juguetón y a veces se sube en la gente y la ensucia, pero no es malo. Nunca ha mordido a nadie, solo a mi papá, pero eso fue porque le pisó la cola un día.
-Ow, pobrecito-acaricio a la bella bestia que se tumba para que le rasque el estómago-. ¿Vives cerca de aquí? Creo que nos vimos ayer.
-Sí, en Rue Delacroix, por… allá-señala una calle a mi izquierda.
Platicamos durante un rato. Su voz es grave, pero sus facciones finas. Un contraste un tanto peculiar, pero lindo.
-¿Qué edad tienes?-pregunto.
-Diecisiete, dieciocho en un par de semanas-se rasca la nuca con un poco de vergüenza, lo cual me parece adorable.
Otra ráfaga de aire, más fría que la anterior, sopla. Todos nos estremecemos, incluido el dálmata, que gira sobre sí y baja la cola.
ESTÁS LEYENDO
Rouge Fée
RomanceChris acaba de cortar con su novia y quiere olvidarse de todo, pero las cosas cambian cuando entra en un lugar desconocido por todos y lo intentan transformar en... una chica. ¿Chris luchará por ser chico de nuevo, o se sentirá mas cómodo con su nue...