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La noche había pasado y la ONU convocó a todos los países para una reunión de último momento.

Poco a poco los países iban llegando y se iban sentando en sus lugares.

Rusia arribó con USA y Alemania.

UK con Francia, España e Italia.

Argentina con Japón, Corea del Sur y Perú, su mejor amigo de toda la vida.

Todos se hallaban expectantes ante lo que debía decir la ONU, quien se encontraba caminando nervioso de un lado a otro.

-Bien, ya que todos están aquí es hora de comenzar.

Luego de dos horas de charla, era tiempo de un receso.

-Wey, la ONU sí se pasó esta vez- comentó México irritado.

-Y eso que llegué de chiripa- dijo el venezolano.

-La reunión me dio lata- agregó Chile.

-Mal- contestó Argentina.

-Hey, Argentina. I need to speak with you (Necesito hablar contigo) - expresó Inglaterra.

-Sí, sabes qué, chupamela.

Los otros países miraban furiosos a UK.

-You will listen to me, like it or not (Me vas a escuchar, te guste o no)- dijo Inglaterra en un tono autoritario, tomó fuertemente la muñeca de Argentina y comenzó a arrastrarlo a una sala. Cuando estaba a punto de entrar, el argentino hizo una seña de que todo iba a estar bien. Aun así, ninguno de sus amigos se tranquilizó.

-¿Hacía falta hacer tanto quilombo?- se quejó Argentina zafándose de su agarre.

-Yes, and let me speak. I'll say it in Spanish so you can understand clearly (Sí, y déjame hablar. Lo diré en español para que lo entiendas claramente)- decretó el inglés esperando alguna irrupción por parte de Argentina, sin embargo, esta nunca ocurrió. Así que continuó- Tengo un trato para ofrecerte. ¿Recuerdas el otro día en el que me exigías que te devolviera a tus hermanos? Bueno, estoy dispuesto a dártelos. Para siempre.

Argentina no era tonto. Sabía que el precio sería muy alto.

-¿Y qué querés a cambio, pirata?- dijo con un dejo de desconfianza.

El inglés se río.

-Quiero que...- lo pensó unos segundos y con una retorcida sonrisa dijo- Enamores a: Rusia, Alemania y USA.

-¿USA? ¿Tu hijo? – preguntó estupefacto.

-Sí, es que... últimamente me desobedece mucho y cree que es el dueño del mundo. Por eso, quiero darle una lección.

"Mirá quien habla"- pensó Argentina.

Lo meditó unos minutos. Debía considerar muy bien la oferta que le estaba haciendo el inglés.

-Acepto- dijo finalmente. Sabía que el británico no jugaría limpio, pero, eran sus queridos hermanos. Si debía pagar, incluso con su vida, lo haría encantado. Jamás se perdonó por lo que había hecho y es que no se lo merecía. ¿Mandar a la guerra a tantos jóvenes menores de edad sin ninguna preparación previa, a tantos hombres que tuvieron que dejar atrás a sus queridas familias...? Era un monstruo y lo sabía.

-Perfecto, veo que al fin entras en razón- respondió burlonamente el inglés.

De repente, sonó el timbre que indicaba que todos debían volver.

UK fue el primero en abandonar la habitación.

Luego de unos minutos, Argentina cayó de bruces al frío suelo. Los recuerdos lo golpearon súbitamente.

Las lágrimas amenazaban con salir.

Él sabía ocultar todo a la perfección, su dolor, su angustia... Él sabía qué máscara debía utilizar. Podía parecer que no, pero siempre meditaba con cuidado las palabras que salían de su boca. Todo el tiempo era así.

A pesar de sus esfuerzos, el velo había caído. Era demasiado para su persona. Quería romper todo, destruir las mesas, las sillas, las paredes si fuera necesario. Quería ser libre, libre de sí mismo. Quería destrozar esas cadenas que lo aferraban en lo profundo de su océano. Quería desplegar sus alas y volar en el diáfano cielo. Pero parecía que su vida se drenaba cada vez más. Se escapaba de sus manos como granos de arena viajando en el aire y se sentía inútil e impotente, no podía evitarlo. La culpa lo carcomía. Era una mala persona y lo sabía. No tenía solución. Estaba perdido. El dolor lo desgarraba.

-Argent...- Alemania no terminó la frase ya que observó lo que estaba sucediendo.

El argentino se encontraba sentado en el medio de la sala y las lágrimas desbordaban sus ojos.

El alemán no vaciló ni un segundo y corrió hacia su persona.

Lo abrazó. Esperaba poder calmar la tormenta.

Argentina colocó su cabeza en el pecho de Alemania. Y este, la acarició suavemente.

El alemán notó algunas marcas en sus brazos, así que reforzó su agarre.

Luego de unos minutos, Argentina más sereno, dijo:

-¿Por qué me consolaste? Me hubieses dejado acá tirado, total, soy una mierda. A todo el mundo le iría mejor sin mí.

-No digas eso. Mira, imagina que todos somos hojas de un mismo árbol, y este, es toda la humanidad. No podemos vivir los unos sin los otros, sin el árbol. Además Japón se volvería loco sin ti, al igual que Perú y al igual que todos.

-Gracias- susurró Argentina.

-No hay de qué- contestó Alemania con una amplia sonrisa y de repente recordó- Mira, por más que lo odie, debemos volver a la reunión.

Argentina observó asombrado al alemán. Jamás le había prestado la debida atención y de una cosa estaba seguro, se arrepentía totalmente. Su cabello era de un pálido rubio y sus ojos eran de un celeste profundo.

Súbitamente, Argentina se acercó peligrosamente al rostro del alemán, mordió seductoramente su labio inferior y murmuró:

-Está bien.

El argentino se levantó y salió de la habitación, dejando a un sonrojado y muy confundido alemán sentado en el suelo.

Gente hermosa! Me re emocioné con esta historia.

Una cosa, espero haber escrito todo bien y si encuentran

algo para corregir, sean bienvenidos.

Sin nada más que decir, me retiro.

Lxs amo!

El Fruto Prohibido | Country HumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora