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La noche había caído y mientras Argentina comía una medialuna, Japón apareció y preguntó curioso:

-¿Cómo me veo?

Llevaba puesto un top blanco, que en el borde de su cuello, tenía algunas inscripciones en negro. Este, hacía juego con el pantalón, que se encontraba abierto desde sus muslos hasta sus rodillas. Gracias a esa gran abertura, se lograba apreciar unas medias rojas de redes. Además, portaba unas botas blancas y una campera negra bastante amplia.

-Hermoso, bello, lindo, perfecto, espléndido...- y Argentina siguió con su larga lista de adjetivos para decirle a su querido novio.

-Gra-gracias senpai...-susurró Japón con un tono carmesí en sus mejillas.

-Vos querés que pierda la cabeza ¿no bebé?- opinó Argentina con un tono agudo.

Tiró la medialuna al plato, se limpió las manos y corrió a plantarle un beso en sus suaves labios.

Japón sonreía alegre y Argentina le pellizcaba las mejillas.

-Em, ¿chicos? Creo que esto no me queda bien... -interrumpió Rusia.

Este, llevaba puesto una camisa negra totalmente trasparente que le había prestado el argentino y, el pantalón de jean azul que había utilizado el día anterior.

Por un lado, teníamos a Japón que se le caía la baba y por el otro, teníamos al argentino a punto de estallar por culpa de una crisis nerviosa:

-¿¡Cómo te vas a poner eso!? En todo caso un pantalón negro, la concha de la lora.

-¡Amor! Pídele perdón ahora mismo- exclamó el japonés.

-Per-perdón, de verdad. Pero es que no puede combinar esa camisa con ese pantalón. ¿Es que acaso no sabe de moda?- refunfuñaba el argentino con un puchero.

-Él se puede poner lo que quiera porque todo le queda bien. Aparte, así está bien. Déjalo-explicó Japón.

Argentina no dejaría por nada del mundo que el ruso fuese de esa manera, así que lo tomó fuertemente del brazo y lo llevó a su habitación.

-Mirá, la camisa te queda re bien.

-Pe-pero la siento un poco... chica- se quejó Rusia.

-Cuanto más chica y ajustada, mejor- le dijo el argentino guiñándole un ojo.

Desesperado, comenzó a buscar un pantalón que amaba utilizar.

-Tomá, probate este.

Y cuando estaba a punto de ponérselo Argentina lo detuvo:

-Perdón, mala mía. Me había olvidado esto.

Le extendió unas medias negras de redes.

Una vez que se vistió completamente, a Argentina le brillaban los ojos.

-Estamos encaminados, pero todavía tenemos trabajo por hacer-dijo decidido.

De esta manera, le pasó unas botas negras y comenzó a agregarle un montón de cadenas al pantalón. Finalmente, le colocó un collar del cual caía un pequeño péndulo blanco y en algún lugar, colgó un candando.

El resultado final era increíble: La camisa negra transparente dejaba a simple vista su trabajado abdomen y sus rosados pezones. Asimimo, el borde de las medias negras hacía resaltar su cintura y de igual manera, a sus fuertes muslos. Los pantalones del mismo color, se encontraban rasgados en su mayoría.

-Douu te ves perfecto. Che, ni idea que tenías un piercing ahí. No te veía capaz- dijo el argentino señalando su ombligo.

-Soy un chico impredecible- contestó el ruso y ambos empezaron a reírse.

El Fruto Prohibido | Country HumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora