4. La aliada secreta

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Eran las cinco de la mañana cuando Sebastian dejó de dar vueltas en la cama y decidió que no podía esperar más. El muchacho se levantó de la cama y salió de su habitación para tocar la puerta del dormitorio de Elizabeth intentando no sentirse culpable.

No pasaron más de unos segundos cuando ésta se abrió. Elizabeth se encontraba acostada en su cama en sus pijamas y otra chica de su edad se encontraba a su lado con los ojos cerrados y su cabeza descansando sobre su hombro.

-Te dije que vendría, Zara- dijo Elizabeth. La otra chica de quejó y frunció el ceño sin abrir los ojos.

-Yo también lo presentía pero esperaba estar equivocada- dijo y abrió sus ojos para mirarme- ¿Llevará mucho?

-No lo sé- contestó Sebastian algo perturbado. Todavía no conocía con exactitud hasta donde llegaban los poderes de las dos muchachas. Sabía que Zara controlaba cuatro de las ramas de la magia y tenía el título de Bruja Blanca, un título que sólo las brujas más poderosas del mundo podían tener y eran muy escasas. Solo había una bruja más poderosa que ellas y esa era Elizabeth, la Bruja Roja. Ella podía controlar las cinco ramas de la magia y aún continuaba desarrollando sus poderes, por lo que todavía no sabía cuán poderosa podría llegar a ser, ¿Lo suficiente como para poder vencer a Urian? Sebastian realmente lo esperaba.

-Te veo mañana entonces- declaró Zara y le dió un beso en la boca a su novia antes de desvanecerse en el aire.

Sebastian miró a su alrededor. No había escritorio en los dormitorios y no sabía si era apropiado sentarse en la cama. Sin embargo Elizabeth palmeó sobre el colchón indicándole que se acercara.

El muchacho se sentó a una distancia respetuosa y suspiró.

-¿Qué sucede?- preguntó Elizabeth por respeto. La muchacha podía no saber toda la verdad pero no estaba mal encaminada. Zara la había estado ayudando a desarrollar sus habilidades videntes y poco a poco había ido descubriendo cosas sobre Sebastian. Era algo muy invasivo y significaba faltarle el respeto increíblemente pero si ella estaba en lo cierto, no quedaba otra alternativa.

-Sabes qué hay algo mal conmigo- dijo Sebastian. La chica no se movió- Puedes ser sincera, estoy aquí para que me ayudes y para ello necesito que lo seas.

Elizabeth sonrió nerviosamente y asintió.

-Lo noté la primera vez que te vi- dijo ella.

-¿Cómo es posible? Lo que me sucedió ocurrió mucho tiempo después.

-No necesito que algo suceda para saber que va a pasar- dijo ella- allí entra la videncia.

-¿Por qué no lo detuviste?- preguntó el muchacho.

-Porque no sabía que pasaría ni cuando. Todavía estoy aprendiendo. También noté algo diferente en ti, tienes un Aura extraña y poderosa.

-¿Aura?

-Si. Todos las tenemos. Pueden variar con el tiempo pero algunos las tienen más marcadas que otros. La de Sher siempre es gris.

-¿Y la mía?- preguntó Sebastian.

-Es blanca. Hasta ahora nunca he visto a alguien con un Aura Blanca.

-¿Qué significa?

-No lo sé- confesó ella- Nunca he visto una así y al parecer ni Zara, ni ninguna otra vidente la ha visto antes. No aparece en los libros de la biblioteca ni tampoco en los libros que hablan sobre las Brujas Rojas. Creíamos que quizás sólo las de mi clase podían percibirlas pero tampoco es así.

-¿Crees que tenga algo que ver con lo que llevo dentro de mí?

-Para contestarle primero tendrías que contarme toda la historia.

-Bien- contestó el muchacho y pasó su mano por su blanco cabello- acomódate bien porque esto llevará un rato.

El Chico Niebla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora