3. Secretos e inquietudes

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Otrera Polemistis fue la primera en terminar y Sebastian ni siquiera tuvo que ayudarla. La chica había crecido en la naturaleza y había vivido más vidas que las todos los miembros del Escuadrón juntos así que tenía más experiencia que cualquiera de ellos. La muchacha había creado un refugio resistente utilizando unas gruesas hojas, lianas y troncos caídos. Incluso había hecho un recipiente para guardar agua y había recolectado algunos hongos no venenosos.

Por la noche mientras cenaban todos juntos había una gran incógnita en la habitación y Sebastian lo sabía.

-Se preguntarán porqué hacerlos entrenar sin poderes- dijo y todos callaron para escucharlo- No quiero que se olviden que no son solo eso. No son solo sus habilidades: también son humanos. Es importante que puedan recordar algo externo a sus habilidades sobrehumanas que les pueda servir ante una batalla. Otrera conoce bien la naturaleza, esa es una de sus ventajas y no tiene ninguna relación con sus poderes.

-Yo puedo rastrear en el bosque y hacer un fuego al aire libre solo con elementos naturales- agregó Elizabeth recordando su vida antes de entrar al Instituto Salem.

-Yo puedo usar cuchillos e incluso armas- dijo Daniel- y también puedo beber como un camionero.

Todos en la sala excepto Sher rieron.

-Yo también se usar armas- coincidió Bruno y miró a Sher- pero, ¿Cómo funciona esto con él? Sher lo sabe todo.

-Ser inteligente no significa saberlo todo- contestó Sher- si no ser capaz de ver las cosas que los demás no pueden ver. Tener las respuestas a pesar de que no siempre comprendes las preguntas. Yo creo que, en mi caso es usar lo que conozco para compensar lo que no tengo.

-No lo entiendo- dijo Elizabeth cruzando una mirada con Daniel, que se encontraba en la misma situación.

-No soy fuerte ni bueno peleando- explicó Sher- pero mis conocimientos me permiten saber que a la hora de defenderme mi codo es mi parte más resistente y esa es mi ventaja externa, mi ventaja ajena a mis habilidades.

-Creo que eso es algo rebuscado- comentó Daniel y Elizabeth asintió, de acuerdo.

-¿Cuándo algo no es rebuscado con Sher?- comentó Otrera con una sonrisa de complicidad.

Al final de la cena, todos se sentían más confiados y poco a poco se dirigieron a sus habitaciones. Sher estaba por subir las escaleras cuando se detuvo.

-Sebastian- lo llamó. El muchacho lo observó- No sé si los otros son conscientes como yo de lo que se acerca, quizás sólo Elizabeth lo sea. Solo espero que sepas que son chicos a los que están enviado a la guerra.

Sher también era un chico, pero Sebastian no lo corrigió.

-Lo sé pero tú eres la única excepción. Daniel y Bruno crecieron rodeados de horrores, Otrera es de una raza guerrera y Elizabeth está literalmente destinada a formar parte de la guerra. De todo el equipo tú eres el único que podría elegir irse, nadie te juzgará si lo haces.

El más pequeño del escuadrón se recargó contra la baranda de la escalera.

-No es casual que esté aquí- dijo él. Había conflicto en su rostro- me aterra la posibilidad de ir a la guerra pero entiendo que esto va más allá de mi y mis necesidades. Además confío en ti, sé que no me pasará nada malo si tú nos lideras.

Sher subió las escaleras y dejó a Sebastian parado en el medio de la habitación hecho un nudo de emociones.

-Vaya a descansar, Sebastian. Yo me encargo- le dijo Patrick de pronto. El mayordomo era tan silencioso que ni siquiera lo había oído acercarse.

-Gracias Patrick- agradeció el muchacho y subió al segundo piso.

Era en contra de las reglas que los Genetics compartieran habitación, sin embargo no dijo nada cuando Bruno pasó en pijama y se encerró en la habitación de Daniel ni cuando escuchó una voz femenina que no era la de Elizabeth dentro de su cuarto. Él nunca comprendería lo que ellos sentían, sin embargo no se creía con el derecho de interrumpirlos o separarlos.

Sebastian se desvistió y se acostó con una sensación extraña en el pecho. Quizás debía hablar con alguien de lo que le pasaba, alguien que pudiera ayudarlo a encontrar las respuestas que le faltaban.

Era hora de que Elizabeth comenzara a ser la Bruja Roja que estaba destinada a ser y salvara a Sebastian de si mismo.

Y si era posible, al mundo también.

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