14. No hay resolución sin oscuridad

698 106 2
                                    

Estoy solo. Todo está oscuro. No puedo respirar. No puedo pensar. No puedo sentir.

Un grito desgarrador recorrió la casa del escuadrón 575 haciendo que todos sus integrantes se despertaran. Cuando todos abrieron las puertas de sus habitaciones para ver de donde había venido, Sebastian ya se les había adelantado y se encontraba avanzando hacia la única puerta que seguía cerrada: la de Elizabeth.

Cuando la abrió la escena era terrorífica: Elizabeth se encontraba desmayada en la cama, sangre salía de sus oídos, su boca, sus ojos, su nariz. A su lado, Zara se encontraba igual, solo que todavía seguía consciente y luchaba por despertar a su novia.

Cuando Sebastian intentó avanzar hacia ellas, Zara volvió a gritar de dolor: había sido ella.

-¡Detente!- lloró y sus manos se llenaron de sangre cuando las colocó sobre sus oídos sangrantes- ¡Nos haces daño!

Sebastian tan estaba perplejo que no notó cuando Sher se escabulló entre Bruno y Daniel, que se habían colocado a ambos lados de él y se adentró en la habitación.

El joven se acuclilló del lado izquierdo de la cama, justo donde Elizabeth estaba desmayada.

-Su pulso es débil- dijo, preocupado- Otrera y Patrick deberían conseguir ayuda.

Sebastian en seguida escuchó las pisadas de los dos nombrados dirigiéndose hacia las escaleras. Ni siquiera los había oído acercarse. Estaba demasiado consternado por la escena como para pensar en algo más.

¿Yo hice esto? Pensó.

Es el Éter. Es el Éter. Es el Éter. Repetía la voz de Urian en su cabeza. Debes liberarlo o acabará con todos.

-Soy yo- dijo Sebastian observando las palmas de sus manos como si pudiera encontrar en ellas la respuesta a una pregunta que no había logrado formular- Es decir, es Urian. Es el Éter.

-Ellas son personas mágicas- dijo Sher, pensante- son poderosas. Sienten cosas que nosotros no podemos sentir. Tu poder debe afectarles de alguna manera.

-Elizabeth es más poderosa que yo- lloró Zara acariciando el cabello de la Bruja Roja- una Bruja Blanca no tiene el mismo alcance sobre la magia que una Roja, ella siente todo con mil veces más potencia que yo. Podría haber muerto. Podríamos haber muerto.

-Creo que es mejor que abandones el edificio, Sebastian- le dijo Daniel eligiendo sus palabras con cuidado- quizás así será más fácil curar...lo que sea que tengan.

-Bien- dijo Sebastian alejándose.

-Iré contigo- para su sorpresa, era Bruno. El joven lo siguió escaleras abajo hasta afuera y ambos caminaron por al menos una hora hasta el límite más apartado de la Base Genetics. Cuando Sebastian al fin se detuvo, contuvo las ganas de llorar.

-Debería ser yo quien da las órdenes, quién sabe qué hacer- dijo, frustrado. No quería sentir resentimiento hacia Sher, sin embargo el más joven del equipo había actuado con madurez cuando él simplemente se había quedado estático como un mueble.

-Bueno, eso es lo que Sher sabe hacer- le dijo Bruno con una sonrisa sarcástica- hacernos sentir a todos como idiotas.

-No es su culpa- aclaró Sebastian- me alegra que actuara, sin embargo siento que estoy haciendo las cosas mal. Siento que los estoy defraudando.

Bruno lo observó seriamente.

-¿Por qué dices eso?

-Todos ustedes son buenos, soy excelentes. No dudo que serán capitanes al final del año y creo que Gustavo también lo sabe, siempre lo supo. Solo los obliga a entrenar porque ese es el protocolo. Al final del día, ustedes tienen el puesto asegurado.

-Sé que tienes tus problemas y tal- dijo Bruno pateando una roca- Elizabeth nos dijo que no lo mencionáramos pero todos lo notamos. A pesar de todo si nos ayudas, Sebastian. Otrera es una guerrera legendaria, una Amazona, su especie entera detesta a los hombres y sin embargo ella te sigue y te respeta. Elizabeth se encuentra en la posición más alta del mundo mágico, podría gozar de fama y fortuna y sin embargo está aquí, viviendo en una casa prefabricada, con camas que te dan dolor de espalda por una semana, horarios lamentables y comidas saludables exclusivamente. Ella hace esto porque cree en ti y en nuestro equipo.

-Gracias Bruno, pero...

-Aún no termino- contestó Bruno, quien se encontraba muy enfrascado en su discurso- Daniel y yo tuvimos unas vidas de mierda. Estuvimos huyendo toda nuestra vida, crecimos en un ambiente de violencia, odio y muere. Ambos aprendimos a no confiar en nadie más que en nosotros, en no depositar nuestras vidas en los demás y en no actuar en beneficio de nadie. Sin embargo estar aquí nos ha ayudado a vencer esas inseguridades. Confiamos en ustedes como si fueran nuestra familia, confiamos en ti como si fueras nuestro hermano. Encontramos en este escuadrón gente que cuidará nuestras espaldas sea lo que sea y nosotros haríamos lo mismo por ustedes. Hasta lograste que un chico como Sher confiara en ti. Cualquiera que lo viera podría notar cuánto te ama. Eres un modelo a seguir para él. Un hermano mayor, un líder, un héroe. Eres un héroe para todos nosotros. Nos haz salvado de distintas formas y no hay oscuridad dentro de ti que pueda cambiar lo que realmente eres.

Sebastian pensó en el sentimiento de odio creciendo dentro suyo cada día. Un odio desconocido y lejano que poco a poco comenzaba a convertirse en un odio propio.

-A veces me cuesta saber quien soy realmente.

Bruno colocó ambas manos en sus hombros y lo obligó a mirarlo. Sebastian tenía que bajar la cabeza para hacerlo. Su cabello azul brillaba con mucha intensidad bajo aquella luna.

-Eres un líder. Eres nuestro líder. Eres un Chico Niebla. Eres un Genetic. Ahora volvamos a casa y resolvamos esto.

Sebastian admiraba su optimismo y, mientras lo seguía, una parte suya, o quizás no tan suya, le susurraba en voz baja:

No hay nada que resolver, inocente humano. El problema ya está planteado y resuelto, resuelto y planteado. Ahora solo falta soltar la respuesta. Soltarla y dejar que su mensaje llegue al mundo.

El Chico Niebla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora