19. Dos secretos revelados en el peor momento

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-¡Sebastian!- lo llamó Sher. Todos se habían ido, o eso esperaba el muchacho cuando dejó que todos se fueran y se quedó a un lado del lugar donde habían realizado el ritual.

Levi también estaba allí y los observaba a una distancia prudente.

-Hola- lo saludó el joven, una mata de cabello blanco bajo la luz de la luna.

-Levi ha ido a amenazarte- dijo y Sebastian asintió- le dije que no lo hiciera pero insistió en que era absolutamente necesario. Es un chico muy protector, como un perro Rottweiler furioso y malhumorado.

-Suena agradable- dijo Sebastian con la intención de ser sarcástico, sin embargo Sher no podía comprenderlo y simplemente asintió.

-Lo es.

-Me ha dicho que querías hablarme sobre mi pasado. Sobre mis padres.

-Si, eso quiero hacer. Sin embargo hay algo que quiero hacer antes. Quiero decirte mi nombre.

Sebastian se quedó estático en su lugar sin comprender.

-¿Tu nombre? Pero Sher, es un secreto...

-Lo sé- lo interrumpió el más joven- pero se lo dije a Levi. Confío en tí y en el escuadrón, sin embargo quería que lo supieras primero que ellos.

¿Qué diablos hizo Levi Waters para ganarse la confianza de Sher en tan poco tiempo? Pensó el líder. Hay varios misterios en el universo, se dijo Sebastian: el triángulo de las bermudas, qué hay después de la muerte y la amistad entre Levi Waters y Sher.

-Me llamo Lawliet Stoll- soltó el muchacho, como una bomba entre ellos. Lentamente una sonrisa se dibujó en el rostro de Sebastian. El odio que lo consumía por dentro se disipó un poco a medida que ésta aparecía, como si Sher fuera el sol saliendo en el medio de una tormenta arrasadora.

-Tienes cara de Lawliet- le dice y él asiente.

-No entiendo eso de adjudicarle rostros a las palabras- dice, realmente reflexionando sobre aquello- sin embargo Levi dijo lo mismo así que debe ser cierto.

-¿Ah, sí?- pregunta Sebastian, divertido. Sher asiente solemnemente.

-Ahora, sobre tus padres- agrega el joven. Sebastian traga, ansioso- sé que no estás particularmente interesado en el procedimiento si no en el resultado así que simplemente te lo diré: eres un semidiós.

Sebastian parpadeó.

-Un semidiós.

-Claro, una persona que es mitad hombre, mitad Dios.

-Sé lo que es un Semidiós, Lawliet Stoll, recuerda que traté con ellos en el pasado.

-Lo sé- coincide el joven- pero a veces las personas tienden a olvidar las cosas. Patrick me lo enseñó, de pequeño solía dar por hecho que todos lo recordaban todo como yo lo hacía. Solía llorar mucho por eso.

-Lo siento. Entonces, ¿Quiénes son mis padres?

-Mi padre - dijo Sher, una sonrisa formándose en su rostro, una verdadera sonrisa- y Hécate, la Diosa de la Magia. La madre de todas las personas mágicas. Al parecer las Diosas amaban a mi padre.

-¿Las Diosas?- preguntó Sebastian, todavía sin comprender lo que estaba diciendo.

-Mi madre, mi verdadera madre es Atenea. Diosa de la Sabiduría.

-Es decir...¿Somos Semidioses? ¿Somos hermanos?

-Medio hermanos- aclaró Sher- claramente tenemos el aspecto de mi padre...

-¿Porqué me abandonó?- Lo interrumpió Sebastian. El muchacho lo miró.

-Te refieres a papá.

- Papá, querrás decir- espetó Sebastian y no reconoció su propia voz: cargada de odio e ira- él me abandonó así que no tiene derecho a serlo.

Sher palideció y Sebastian creyó que era la primera vez que lo veía asustado.

-Yo...

Todos te dejan. Todos te traicionan. Tu padre, a quien nunca le faltó nada, te abandonó y tuvo una nueva familia...

La voz de Urian era constante en su cerebro. Sebastian se lleva ambas manos a la cabeza, la sentía a punto de estallar.

Todos se van. Todos se van, Sebastian. Incluso tu madre.

-Sebastian...- Sher intentó acercarse, sin embargo Sebastian estiró una mano hacia él y algo hizo que el muchacho saliera despedido contra la pared.

-¡Lawliet!- lo llamó Levi mientras corría hacia él.

Sebastian notó un cambio en el ambiente. Lo sentía mucho más presente, como si fuera parte de él mismo. Era como tocar el universo con el pensamiento, con la piel, con todo su ser.

Cuando habló, no fue Urian quien lo hizo, si no él mismo. O quizás fue una mezcla de ambos. El Chico Niebla enfrentó a los chicos: la cabeza de Sher Sangraba y tenía un brazo sobre los hombros de Levi, su peso recargado contra el muchacho. Su medio hermano estaba llorando, podía verlo incluso a esa distancia.

-Me encargaré de que todos sepan quien soy. No volveré a ser olvidado jamás.

El Chico Niebla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora