10.

546 61 46
                                    

5 días antes de la boda...

Es irónico decir que Nathaniel y yo estamos comenzando una relación. Es decir, estábamos a punto de casarnos y ahora estamos comenzando, literalmente, desde cero. Pero no puedo quejarme, todo está saliendo a la perfección. Aún me faltaba una parte de mi plan, y quizá sonara brusco y rápido, pero debía suceder de esa manera si quería que todo marchara tal cual lo establecido incluso antes del maldito accidente.

Nos encontrábamos en la sala, sentados en el sofá mientras unos de mis brazos rodeaba los hombros de Nataniel. Debía admitir que había extrañado muchísimo encontrarme así con él. Al principio resultó un tanto extraño, tuve que fingir que todo aquello era completamente nuevo para mi, pero de igual manera había valido la pena.

En cuanto la película terminó Nathaniel fue a darse una ducha, saldríamos a cenar aquella noche y podría llevar a cabo el siguiente paso. Me dirigí a la habitación, buscando en mi armario la ropa adecuada para esa noche y me metí al baño de la habitación para también asearme.

El restaurante no quedaba muy lejos. Y no podía dejar de mirar a Nathaniel, se encontraba sumamente hermoso, a pesar de que traía puestas prendas bastante comunes en él, lo encontraba diferente. Un tanto más radiante, como si de repente hubiese vuelto a ser el mismo Nathaniel de siempre. Entramos al lugar y el mesero nos indicó nuestra mesa.

Fue una buena velada, las charlas eran interminables y claramente de algunas cosas que ya habíamos charlado con anterioridad pero que solamente estaban en mi memoria. Sin embargo traté de que todo fuese lo más natural posible. De verdad, perfectamente podría ser actor sin ningún problema.

Me encontraba un tanto nervioso, aunque no debería ser así puesto que sería la segunda vez que esto pasaría, pero de igual manera una negativa de su parte era lo que me daba miedo y lo que tiraría todo éste plan a la basura.

Habíamos terminado de cenar y el mesero se había llevado las cosas de la mesa. Supuse que era el momento ideal. Tanteé el bolsillo de mi pantalón, asegurándome que la pequeña cajita se encontraba en su lugar y luego metí la mano para tomarla.

— Nathaniel, te he traído aquí porque quería decirte algunas cosas —murmuré con seguridad, tratando de que no se notara el nerviosismo en su voz— Sé que ha sido poco tiempo, y que quizá pienses que he perdido la cabeza. Sinceramente creo que lo he hecho, he perdido la cabeza por ti. Y estoy completamente seguro de lo siguiente que diré: te amo. Puede que te parezca apresurado, puede que no estés preparado para escucharlo o, con mucha suerte, puede que sientas lo mismo que estoy sintiendo en éste momento, pero repito que estoy cien por ciento seguro —me levanté de mi silla ante la mirada atónita de Nathaniel, entre sorpresa y felicidad, lo cual me calmaba un poco— Nathaniel, no pienses en lo apresurado que suena, solo piensa en nosotros. ¿Quieres casarte conmigo? —saqué de mi bolsillo aquella pequeña caja y la abrí, para dejar ver el anillo.

Si todo salía como estaba planeado debía darle las gracias al doctor por haberme entregado la sortija de Nathaniel luego del accidente. ¿Quizá al verla una pequeña chispa vendría a su memoria? Me quedé observando al rubio, quien estaba aún en silencio, pero cubriendo su boca con sus manos. Me miró, dejando ahora ver una amplia sonrisa en sus labios y asintiendo con su cabeza.

— Si, Castiel. Claro que quiero casarme contigo.

No pude evitar que una amplia sonrisa saliera de mi rostro mientras los aplausos alrededor se hacían presentes. Claro que todo el mundo nos estaba mirando. Solté una leve risa al percatarme de que sería difícil colocar el anillo en la mano de Nathaniel, por lo que decidí colocarlo en su mano derecha, de igual manera antes de la boda su yeso no estaría más allí.

RECUÉRDAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora