07.

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Tomó una bocanada de aire antes de lograr siquiera estabilizarse.

— Soy Castiel —pronunció el pelirrojo, esperanzado de que al escuchar su nombre lograra recordarlo, pero en el rostro del rubio aún se podía notar confusión.

— ¿Eres el enfermero? —sentía que no podía continuar de aquella manera, por lo que simplemente negó con la cabeza a la vez que murmuraba que iría a buscar al doctor.

El doctor no tardó en ingresar a la habitación para asegurarse de que todo estuviese bien con Nathaniel, cosa que no sería cien por ciento de esa manera, puesto que el chico no recordaba nada. Castiel se mantenía en la sala de espera, tratando de aguantar las lágrimas que querían salir rodando por sus mejillas. No podía mostrarse así en aquél lugar, tenía que, al menos, intentar parecer fuerte. Pero por su cabeza solo pasaban un sinfín de pensamientos, uno detrás de otro. Tanto esfuerzo, todo lo que le había costado llegar a ese punto con Nathaniel para que ahora simplemente el destino decidiera que esto iba a suceder, que a nada de su boda su prometido ni siquiera lo recordara.

¿Había hecho algo realmente malo en su vida como para que el karma se lo pagase de ésta manera? No recordaba que así fuera. No negaba que no había hecho muchas cosas buenas en su vida, pero consideraba que las cosas que había hecho no eran tan graves como para quitarle la única felicidad que su vida tenía ahora.

Sacó el celular de su bolsillo y salió fuera del hospital. Tomó una gran bocanada de aire fresco antes de apretar el botón de llamada. El albino no tardó en contestar, supuso que estaba pendiente al teléfono por si había noticias. Y sí que las había.

— Nathaniel ha despertado, pero no recuerda nada —murmuró un cabizbajo Castiel, antes de que Lysandro pudiese incluso saludarlo o preguntarle qué había sucedido.

— ¿No recuerda nada del accidente? —preguntó un iluso Lysandro. Ojalá así fuera, ojalá simplemente no recordara el accidente, sería más sencillo. Pero la vida había decidido hacerle las cosas completamente difíciles.

— No, Lysandro. No recuerda nada de nada. No sé en qué punto de su vida quedó su memoria pero no sabe quién soy, no recuerda nada —su voz sonaba algo temblorosa, pero en su cabeza resonaba constantemente el pensamiento de que no debía derrumbarse en ese momento. Quizá más tarde se lo permitiría, en soledad, pero no ahora.

— ¿Quieres que vaya? —Lysandro sabía perfectamente que, quizá, Castiel quería estar solo. Pero también sabía que a veces era bueno tener compañía en un momento así, por eso tal pregunta. A Castiel le gustaba estar tiempo con él, después de todo no era su mejor amigo solo porque si. Lysandro había estado con él en cada momento, bueno y malo.

Pero en aquél momento le apetecía estar un poco solo y tratar de pensar en aquella situación, quizá desahogarse un poco, más que nada tratar de calmar su mente. Sus pensamientos estaban más que alborotados. Le agradeció a su amigo por tanta preocupación, por su tiempo, prácticamente por todo, y decidió que iba a regresar a la casa puesto que Nathaniel debía pasar la noche en el hospital para más análisis, pero le avisaría a Lysandro al día siguiente para que lo acompañara al hospital.

Las últimas palabras del albino antes de cortar la llamada fueron un "Cuídate, Castiel. Y no hagas ninguna tontería, sabes que todo mejorará. Llámame si me necesitas, por favor."

Estaba muy agradecido con la amistad que había formado con Lysandro. No le daba pena admitir que era, en realidad, el único amigo que tenía. Pero a la vez era el amigo más leal que una persona pudiera tener. Lysandro era olvidadizo, incluso algo torpe a veces y perdía todo el tiempo su infaltable libreta, pero tenía un corazón de oro y siempre estaba dispuesto a ayudar tanto a quien lo necesite como a las personas de su entorno. Un sinfín de veces se han encontrado en silencio, sentados en el sótano del instituto, aquellas veces donde Castiel tenía un revoltijo de problemas en su cabeza. Y jamás fue un silencio incómodo, Lysandro siempre te hacía sentir seguro, en calma, aún sin siquiera decir una palabra.

No por nada Castiel había decidido nombrarlo como el padrino de su boda.

Si es que la misma lograba llevarse a cabo.


Había pasado una noche bastante intranquila. El silencio reinaba en la casa e incluso Demonio sabía que algo estaba sucediendo, hasta él se encontraba tranquilo. Casi no pudo digerir su cena, realmente se le había ido todo el apetito, por lo que comió unos pocos bocados y luego se metió en la cama.

Una vuelta. Otra vuelta. Una más. Otra. Así fue toda la noche hasta que finalmente logró conciliar el sueño porque sus ojos no podían permanecer más tiempo abiertos, estaba agotado tanto física como mentalmente. Y es que todo aquello lo estaba sacando de sus casillas, solo quería abrir los ojos y darse cuenta de que simplemente había sido una horrible pesadilla.

Pero no era así, y eso era lo que más lo hundía.

Un largo suspiro salió de su boca mientras se encontraba sentado en la cama. La luz del día entraba por aquella rendija que quedaba en la cortina de la habitación. No quiso mirar a un lado de la cama, no quería amargarse más de lo que ya estaba. Reunió las fuerzas necesarias para, al menos, darse una ducha y desayunar un poco antes de partir al hospital. Tenía algunos mensajes de Lysandro, pero los respondería luego de estar despabilado.

Una tostada y un vaso de jugo de naranja fue lo único que pudo entrar en su estómago. Tomó sus pertenencias necesarias y partió rumbo al hospital, con la esperanza de que hubiera buenas noticias.

Pero para su mala suerte al entrar a la habitación donde se encontraba el rubio aún pudo notar la confusión en su rostro. Aún no sabía quién era.

Había algo distinto aquella vez. Castiel lo examinó con atención, notando otra expresión en el rostro del chico, era confusión, si, pero con una mezcla de ¿enojo?

— ¿Castiel? ¿Qué estás haciendo tú aquí? Creí que llamarían a mis padres —su voz sonaba como reproche. La esperanza volvió a su cuerpo al oírlo pronunciar su nombre, pero aún no sabía por qué tanta ira. ¿Acaso no estaba feliz de verlo?

— ¿A tus padres? Nathaniel...

— Mira he tenido un accidente, según lo que me han dicho los doctores, estoy algo dolorido y confundido, no necesito que tú vengas hasta aquí para molestarme. Ya tengo suficiente con tus molestos apodos, con tus bromas pesadas y con que te la pases humillándome en el instituto.

"En el instituto"

Aquellas palabras resonaron en su cabeza varias veces. ¿Sería posible que la memoria de Nathaniel se haya quedado en aquellos días de instituto? Si era de aquella manera eso solo quería decir que él ni siquiera sabía todo lo que había pasado con su padre, ni con él. No lo odiaba, ya no. Aquellos días de bromas y humillaciones habían quedado atrás. Estaban a punto de casarse, maldita sea.

RECUÉRDAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora