.4. Uñas mordidas y asuntos fingidos

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-Michaela-

Era la quinta vez que miraba el reloj en mi muñeca para comprobar la hora.

La fila en Starbucks avanzaba muy lenta y ya iba justa de tiempo a encontrarme con Billie. No podía atrasarme de nuevo y dejar que pensara que llegar tarde se me estaba haciendo un mal hábito.

Ayer en la tarde no había visto a Billie. Para suerte suya no tenía ningún tipo de evento, reunión o cosa similar en la que necesitara de mi asistencia.
Sin embargo, me envió una lista con todas las responsabilidades que tenía durante el mes y mi trabajo era organizar esas responsabilidades en una agenda con sus respectivos días y horarios.
Parecía sencillo pero fue más difícil de lo que pensé teniendo en cuenta que ella necesita descansar en algún momento de su vida.

En el transcurso de la tarde, mientras terminaba de ultimar los detalles de la agenda de Billie, me envió un mensaje para informarme que en la mañana siguiente debía ir a su casa. Al parecer tenía una entrevista que quedaba lejos de la ciudad y decidió que lo más cómodo sería ir junto a ella y su familia para evitarme gastos en transportes y que no llegue tarde.

Irónico considerando que ya no estaba cumpliendo con uno de los puntos.

Cuándo recibí el café entre mis manos, corrí a la parada de taxis y subí al primero que visualice. Me dije a mi misma que comprar un auto con mis primeros meses de paga no sería una mala inversión.

Revisé el mensaje un par de veces en mi celular para comprobar si era la dirección correcta y al llegar me sorprendió ver que la casa que tenía frente a mi, era de Billie.

Esperaba encontrarme una casa de absurdas proporciones, con una cantidad ridícula de autos estacionados en un exagerado garage. Pero en su lugar, me encontré con una linda fachada de barrio. La casa de Billie tenía ese típico aire a suburbio y me sorprendió darme cuenta de que me gustaba más esa idea.

Respire profundo un par de veces para quitar la sensación de nervios y toqué el timbre.

Billie abrió la puerta de roble con una muy evidente cara de fastidio, se notaba que despertaba hace poco.

Cuando pudimos conectar miradas, ella me sonrió.

-Buenos días. Llegas justo a tiempo.-Dijo dándome un amistoso abrazo.

-Buenos días, Billie.-Respondí correspondiendo al abrazo.-Por poco que no llego a tiempo.

Riendo me preguntó...

-¿Otra vez te corrió el perro de tu calle?

-No, Peter y yo somos amigos ahora.-Billie sonrió.-La fila en Starbucks iba muy lenta.

-Pudiste desayunar aquí. La próxima solo avisa con anticipación y pondremos un plato extra para ti en la mesa ¿de acuerdo?

-Por supuesto.-Respondí agradecida por su amabilidad pero sabiendo que nunca le enviaría un mensaje avisando que iría a desayunar. Tengo el nivel suficiente de ansiedad para analizar mil veces las opciones antes de teclear un "buen día Billie, iré a desayunar."

.NOSOTRAS. | Asistente personal de Billie EilishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora