La Calma Antes De Un Viaje

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Desperté sobresaltado y eché un vistazo al reloj: eran más de las 10 de la mañana. "Definitivamente dormí demasiado," pensé, sorprendido. Estaba cansado, sin duda, pero no esperaba haber dormido tanto. Supuse que mi cerebro debía haberse agotado de tanto pensar en lo que estaba por venir.

La misión peligrosa que me esperaba no era algo que pudiera tomarse a la ligera. Voldemort estaba vivo, y yo me embarcaría en un viaje solamente acompañado de Merula para buscar un objeto mágico de gran poder. "Eso sí que requiere una buena dosis de reflexión", me dije a mí mismo.

Dumbledore había insistido en que me preparara bien para el viaje. Uno de mis primeros pensamientos fue qué hacer con Irina y Annie, mis fieles compañeras animales. No podía dejarlas solas en el Caldero Chorreante durante mi ausencia. "Le pediré a Tonks que las cuide," decidí. Ella siempre había mostrado afecto por mis criaturas y no creía que tuviera objeciones.

También tenía que ocuparme de las otras criaturas que había dejado en Hogwarts, aunque eso tendría que esperar a que tuviera una casa en el campo. Por lo menos, el dragón Galés Verde Común que había dejado en el Bosque Prohibido estaba siendo cuidado por Charlie. Aun así, me sorprendía que el Ministerio no se hubiera percatado de su presencia.

Con estos pensamientos rondando mi cabeza, me levanté de la cama, decidido a comenzar los preparativos para la misión. Sabía que los próximos días serían cruciales y exigirían toda mi atención y habilidades.

Mientras me sumergía en el agua caliente de la bañera, reflexionaba sobre lo que debía hacer. "Cuidar del dragón será un desafío, pero primero tengo que ocuparme de otras cosas," pensé. Decidí que debía visitar a los Weasley, ya que les había prometido ir a tomar el té y, siendo fin de semana, sabía que el señor Weasley no estaría trabajando.

Planeé enviarles un Patronus para avisarles de mi visita esa tarde. Era importante para mí mantener esas conexiones y visitar a aquellos a quienes apreciaba, especialmente cuando no estaba seguro de cuánto tiempo me ausentaría por la misión.

Con esa idea en mente, me levanté y me dirigí al baño. Necesitaba una ducha refrescante antes de desayunar. Una de las ventajas de vivir en el Caldero Chorreante era contar con bañeras amplias donde uno podía relajarse plenamente. Llené la mía y me sumergí en ella.

La bañera no era tan grande como la del baño de los prefectos en Hogwarts, donde uno podía nadar, pero aún así era sumamente cómoda. Me recosté y cerré los ojos por un momento, disfrutando de la sensación de calma y tranquilidad que el agua caliente me brindaba. Era un pequeño momento de paz antes de enfrentar la agitación que sabía que vendría con la misión y los preparativos.

Mientras el agua aliviaba mis músculos y mente, repasaba mentalmente lo que debía hacer ese día. "Visitar a los Weasley será un buen comienzo," me dije a mí mismo, sintiéndome un poco más relajado y listo para afrontar el día.

Abrí los ojos y decidí ir a desayunar, sintiendo el estómago rugir de hambre. Salí de la bañera y me vestí rápidamente. Al mirar la hora, me di cuenta de que ya era mediodía. "Diablos, me quedé dormido en la bañera," pensé, un poco sorprendido por mi propio descanso prolongado. Decidí bajar a almorzar, ya que había pasado la hora del desayuno.

El Caldero Chorreante estaba bastante concurrido. Pedí el almuerzo a Tom, el cantinero, y también solicité un ejemplar del Profeta. Era importante mantenerme al tanto de lo que sucedía en el mundo mágico, especialmente ahora que me embarcaba en una misión tan crucial.

Después de comer, subí a mi habitación y encontré una lechuza vieja y cansada esperándome. Era Errol, la lechuza de la familia Weasley, que recordaba de los veranos cuando Bill o Charlie enviaban correspondencia. Le saqué la carta y le permití descansar y beber agua antes de su vuelo de regreso.

RompeMaldiciones Vol 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora