Animal Attraction.

Love Bites (And So Do I).

Hola! Hola! ┌|ﾟзﾟ|┘

Y continuamos con esta historia! 

ADVERTENCIA! ADVERTENCIA! Recuerden, les prometí que este capítulo contenía NOPOR, más nunca especifiqué qué tipo de NOPOR, así que les pido lean bajo su responsabilidad. Igual no es nada fuerte o del tipo Erogure pero aún así las precauciones nunca sobran. 

Sin más que añadir, espero disfruten su lectura! (人◕ω◕)

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Akutagawa abrió los ojos con pereza, su cuerpo le dolía mucho, sobre todo su cadera y sus muslos. La poca luz que se filtraba a través de las oscuras cortinas le daba una idea medianamente coherente del tiempo, posiblemente aún faltaran algunas horas para la llegada del mediodía. A su lado, la cama estaba totalmente vacía, sin señal alguna de Atsushi; por un lado, el detective se sentía aliviado de no tener que ver de nuevo al albino, pero una pequeña, microscópica, parte de su ser, buscaba la compañía del ex mafioso, al menos para no sentirse tan solo dentro de esas cuatro paredes.

Ryuunosuke intentó sentarse en la cama pero al menor movimiento sentía el punzante dolor en su parte baja, sobre todo en su ano que aún resentía la fuerza impuesta en el acto sexual. Con vergüenza, el detective se acomodó de lado, congelándose en su sitio al sentir como algo se escurría entre sus delgadas piernas. ¡Ese bastardo! Fue el primer pensamiento que llenó su mente, pues en el calor del momento no solo había perdido la virginidad, entregándose en bandeja de plata al albino, sino que además había dejado que aquel maldito tigre eyaculara en su interior sin protección alguna.

—Maldito, ojala se te pudra el...—Pero sus insultos fueron abruptamente cortados al escuchar como la puerta se abría sorpresivamente de golpe.

Atsushi entró a la habitación, su rostro se encontraba mortalmente serio, sus pupilas alargadas como las de un felino, Akutagawa podía ver con claridad como los afilados colmillos sobresalían ligeramente de su boca. El detective se encogió inconscientemente, estaba en la mira de aquellos fríos ojos amatistas, desnudo y completamente vulnerable, totalmente expuesto a la injusta merced del hombre que tiempo atrás fuera el peor asesino de la Port Mafia. Atsushi avanzó con paso firme, colocándose rápidamente a orillas de la cama sin cortar en ningún momento el contacto visual con el detective.

—Ryuu. —El tono de voz carecía de emoción, sonaba exactamente igual a aquel tono seco y sin vida que el albino usó con él hace tres años. —Hoy salí a comprar algo de comida para nosotros, quería regresar lo más pronto posible para pasar todo el día a tu lado, haciéndote mío una y otra vez hasta que ambos no pudiéramos más.

Akutagawa asintió, su voz se negaba a salir de su garganta. Atsushi prosiguió, acercándose con porte intimidante:

—Pero cuando estaba afuera del edificio, preparándome para avanzar entre los callejones, mis sentidos detectaron a un intruso. —Los ojos amatistas parecían no pestañear. El azabache observó como el albino gruñía con molestia. —¿Tienes idea de a quién me encontré merodeando en MI TERRITORIO?

Akutagawa negó, alejándose un poco más del albino, abrazando sus piernas, aguantando el dolor de su cuerpo.

—Tal vez esto te refresque un poco la memoria, amorcito. —Y sin el menor cuidado, el ex mafioso le arrojó al detective una pequeña bolsita. La misma bolsa de galletas que Tanizaki le había regalado. —Supongo que no necesito explicarte lo molesto que me sentí al volver a ver a ese maldito pelirrojo en mis dominios.

Akutagawa sintió como su alma abandonó su cuerpo, sus ojos mostraban toda la preocupación que su rostro no podía expresar en esos momentos. Tanizaki... Tanizaki había estado ahí... Pero eso solo significaba...Oh Dios, por favor dime que NO es lo que estoy pensando...