7. Ciudad Bolívar/El Fomor Anfibio

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[Hasta el momento he prestado más atención a todo lo acontecido con los Fomores, pero ocasionalmente dediqué entrevistas a lo relacionado con el modo de vida luego de lo ocurrido esa madrugada del 29 de Febrero, La Noche del Ruido. Originalmente venía a la localidad de Ciudad Bolívar en el barrio Candelaria La Nueva para hablar acerca de las inundaciones que tuvieron lugar el día de la plaga a causa de un Fomor, pero aproveché para saber un poco más. Hablé con Esneider Alvarado, un habitante del sector para saber a través de su testimonio lo sucedido. ]

Buenos días, Esneider.

¿Qué más, pelao? ¡Mamá, llegó el Francisco, y trajo pan! ¿Cuántos roscones trajo, chino?

Como tres.

Bueno, sí, siga, siga, que mi mami está haciendo huevos pericos.

Este, bueno. Con permiso.

¿Estoy bien así para aparecer en el video? Es que me cogió en chanclas y shores con la esqueleto. Si no, espéreme me arreglo en par patadas...

No,no,no. Así está bien. Igual sólo le voy a realizar una entrevista y la voy a registrar en audio.

¡Ah, no, listo! Usté sabe más que yo de todas maneras.

Listo. Empecemos, Esneider.

¿Ya? Listo, dele.

Pues vea que por acá el agua inundando las casas no es cosa rara ni del otro mundo, pero bueno, es lo que nos toca por vivir acá estando así como cerquita del río. Y con el trapero en mano, porque si no... Pues ese día, como raro lloviendo [28 de Febrero] como todo el día de ayer, pero paró en la noche, a las 12. Y Ya era como bueno porque da mamera llegar después de trabajar y llegar a sacar agua a baldados de la casa. Yo trabajo en el supermercado de aquí mismito, el que antes era CAFAM, empacando, y bueno, la vaina es que me acosté así como tardecito ahí chateando con una amiga del trabajo por el Wassá, que me quedé dormido en la sala. La despertada, eso sí que todavía no lo olvido. Porque el sofá, no éste sofá en el que estamos, sino otro, estaba rodeadito de agua, y estaba flotando, y yo encima de él. Esa vaina parecía como un sueño, Pero que va, no era nada de eso. Eso sí, mi mamá si bajó rápido las escaleras y me vio ahí, y luego subió a la terraza por una escoba para coger y acercar el sillón hacia a las escaleras para que yo no me le fuera. No lo logró, pero sí me empujó hacia una de las ventanas. Vi desde ahí que estaba lloviendo, pero esa lluvia era rarísima, que era una sola nube sobre el barrio paseando aquí y allá. Mi mami luego me dijo que dejara de estar pendejeando y que fuera a ayudar a doña Ligia, que gritaba algo de que se estaba muriendo el chino. Y yo Dotor no soy, pero igual fui. Quien quitaba que sirviera pa'algo.

¿Y vio al niño infectado?

¡Pero flotando, y re-lejos! La mamá no lo quería ni verlo. Y la vaina no es porque estuviera así negro, con la cara así como apretada, como bravo, no, ¡Era porque le habían dicho que otro chinito como él se había convertido en un monstruo! Y ella no vio otra que ponerlo en un colchón y sacarlo de la casa. Yo al tal monstruo no lo había visto, pero eso fue al ratitico que apareció. Asomó la jeta por esa nube, la que le conté que estaba rara, y después esos ojotes de sapo. Era un sapo, una lagartija...

Un ajolote.

Esto...

Es un anfibio mexicano, muy bonito con "cositas" al lado de la cabeza, y cola.

Uy, pues, yo no diría que bonito era, no... Pero bueno, le sigo. Y miró a too lao, así como si le hiciera gracia todo. Era, era, era grandísimo ese hijuemadre.

La Hija de Atlas :La Ciudad sin NiñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora