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Estados Unidos no podía decir que era feliz, no, todo lo contrario.

Él mismo se hundía en la tristeza.

"Mientras más alto vueles, más bajo caerás."

No recordaba quien le había dicho esas palabras, pero tenía razón.

Él mismo se arrancaba las alas, dejando que la sangre de la tristeza resbalara por su espalda y la semilla de la melancolía se plantara en su alma.

Él simplemente era un completo desastre.

— ¿Por qué te escondes? —El de gorro de mapache siguió al estadounidense por aquella gran casa, habían discutido y luego de eso USA se encerró en el baño. Canadá simplemente se preocupaba por él.

— Yo no me escondo. —Se dio la vuelta molesto, pero aun así no podía mirar a su hermano, su vista estaba pegada al piso de madera.

— ¿Por qué siempre finges que todo está bien? —Se mostraba preocupado, pero se abstenía de acercarse a su hermano. Se veía frágil y la reciente imagen de él no se borraba de su cabeza.

— Tu no me entiendes... —USA levantó la mirada mostrando un rastro de lágrimas en sus mejillas, su rostro estaba tenso y su mandíbula se notaba presionada.

— Brother, Yo.. —Canadá intentó acercarse y consolar a su hermano, pero este se alejó bruscamente.

— Cállate... ¡Tú no sabes que es tener que ser como yo! ¡Todos esperan que haga todo bien! —Más lágrimas empezaron a salir de los ojos del estadounidense— Nadie... Nadie se acerca al menos que necesiten algo de mi... —Y cayó al piso abrazando sus piernas mientras lloraba en silencio. Su hermano le veía con lástima, no sabía que se sintiera así.

— Yo..., lo lamento... —Canadá buscaba las palabras para acercarse a él, para consolarlo. Jamás estuvo con alguien en ese estado y no sabia como calmarlo. Miró a su hermano con detenimiento, cualquiera que lo viera no pensaría que él era el gran Estados Unidos.

— Vete... —Dijo con voz quebrada, abrazándose más así mismo tratando de protegerse y huir de todo lo malo, de toda la oscuridad que le rodeaba.

Canadá solo se retiró en silencio, sintiendo su estómago comprimirse por la preocupación en el de cincuenta estrellas. No quería que le pasara algo malo a su hermano, no quería que él muriera.

...

— Usa ¿Qué piensas del comunismo? —El nombrado se mostró confundido y avergonzado, no había escuchado Venezuela, otra vez. Aunque normalmente el venezolano no acostumbraba a preguntar ese tipo de cosas. El norteamericano había aprendido mucho de él en unas pocas semanas.

— Es malo, destruye a un país en cuestión de segundos... Lo mata. —Respondió con un tono de voz un poco bajo. El venezolano bajo la mirada pensativo— ¿Pasa algo?

— No, nada. —Sonrió olvidando lo antes mencionado, miró a un lado notando algo que le iluminó los ojos— Mano, cómprame un helado.

El estadounidense no entendió esa palabra, ¿por qué le dijo 'mano'? Observó la dirección en la que apuntaba el venezolano y asintió, yendo juntos a aquel mini carrito de helados.

— Good morning —Saludó al vendedor recibiendo un asentimiento por parte de este— i wanna one ice cream of... —Miró a Venezuela dudoso a lo que este mostró dos dedos y pronunciaba en susurros "De coco, de coco"—. I wanna two ice cream of coco.

El vendedor sonriente le pasó los dos helados a ambos chicos, USA a cambió le entregó 20$.

Tan pronto como se fueron el venezolano tomó los dos helados y empezó a comer sin pudor alguno.

A USA le agradaba eso, aquella gracia que envolvía a el venezolano. Rápidamente su mente le dijo que él era como los demás.

...

— USA, ¿Qué amas más en este mundo? —Preguntó el venezolano de la nada, limpiándose con su manga los resto de helado sobrantes en sus labios. El nombrado no pareció pensarlo mucho, a pesar de que dentro de sí esa pregunta le derrumbó.

"¿Él siquiera podía amar algo?"

Eso es lo que ellos dirían.

— I love myself. —Respondió arrogante mientras se señalaba así mismo. Su mente le reprochaba la farsa que era.

— ¿Enserio? —Preguntó sarcástico mostrando la obviedad en su rostro— Yo amo a mi gente, me gustaría protegerla ante todo, que no les faltara nada. —Tal como un niño, al tricolor se le iluminaban los ojos al decir eso. USA logró notar una pizca de tristeza en eso.

Era la misma pizca de tristeza que tenía él.

Ignoró eso y se concentró en la mirada que irradiaba el venezolano, mostrando una sonrisa, asegurándose de sus palabras, haciéndose una promesa así mismo.

Estados Unidos podría acostumbrarse a esa sonrisa.

«Me odio»



|| Antes que nada, todo esto se da cuando Venezuela estaba comenzando con el tiranico reinado del platano Maduro. Lo digo para evitar dudas.

Volví a publicar esta parte porque Wattpad me cambió los guiones ;;

Qué triste. Lloremos

Depressive. || UsaVeneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora