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Jueves, 25 de Julio, Guinea Ecuatorial

Había transcurrido cinco días desde que el estado del padre de Carla había mejorado favorablemente, pero seguía sin poder atender a sus funciones, por lo que tanto Víctor como Carla se encargaban de todo, ahora se encontraban en su mansión junto a su familia, comiendo todos juntos en el gran comedor.

En el lugar solo se escuchaba el ruidito de Nick al comer de su plato, todos a su alrededor estaban sumergidos en algún punto de su subconsciente, el silencio de los adultos lejos de ser abrumador hacia del ambiente algo apacible.

Carla ojeaba de vez en cuando a su madre que le susurraba algo a Federico, el cual ojeaba de refilón a sus invitados.

Los recuerdos del día en el que llegaron a la ciudad de Malabo hicieron mella en su subconsciente...

Una hora después de aterrizar, Carla y su familia se encontraban en el hospital, no se habían parado siquiera para reposar, mandando a alguien del servicio que pudiera llevar sus pertenencias directamente a la casa de sus padres.

El rostro de angustia de Carolina, desconsolaba bastante a su hija, quien no sabía de qué manera podía tranquilizar a su madre, ella también estaba en las mismas, odiaba esa sensación de impotencia, “por favor no te lo lleves” rogaba mientras su mano se aferraba entrelazada a la de Carolina, en tanto que buscaba mil excusas por la que su padre no podía abandonarles; no se podía ir…él no se podía marchar y menos aun sin verlo de nuevo, sin decirle cuanto lo quería y agradecerle por todo lo que había echo y hacia por ella.

Víctor por su parte estaba sentado, con Nick dormido entre sus brazos, observando como madre e hija se consolaban mutuamente. Pasaron tres horas para que les dieran alguna información, las tres horas más horribles y agonizantes.

-¿Familiares del Sr Adjibi?

Con tan solo escuchar esta mención Carla y su madre se levantaron rápidamente afrontando al doctor.

-Si somos nosotros, yo soy su yerno, estas son su esposa y su hija_ decía Víctor mientras seguía sosteniendo a Nick, y señalaba a cada una respectivamente.

-Díganos como esta, ¿está bien? que…_ Carolina estaba comenzando a impacientarse.

-Señora, soy el doctor Rafael Elebiyo, hemos trasladado  al señor Federico a un cuarto,  estará bajo observación, pero podemos decir que esta fuera de peligro, la operación ha sido todo un éxito...

-¿Y cuándo podremos pasar a verle?

-Llamare a una enfermera para que les indique la habitación, dentro de unas horas estará consciente, pasen de a uno  para ver al paciente, y no lo fuercen a hablar.

-Gracias_ la mayor abrazo al doctor con efusividad, sus ojos de un azul marino brillaban más por la emoción_-Muchas gracias.

Los jóvenes sonrieron por la escena mientras se abrazaban mutuamente por la emoción, segundos después estrechaban la mano del doctor dándole las gracias, Rafael asintió y se despidió de ellos, avisándoles que mandaría a la enfermera enseguida.

Carolina abrazo a su vástago, la angustia había sido remplazado por la alegría al saber que su esposo estaba fuera de peligro, dicho abrazo fue interrumpido por la voz de la enfermera que venía a informales en que habitación habían ingresado a su esposo.

Siguieron a la enfermera en silencio hasta la habitación, avisando que en media hora podrían entrar, primero se deberían poner batas y un cubre boca… Pasadas las horas de visitas, Carolina había insistido tanto a su hija como a su yerno para que se fueran a tomar un descanso por el largo viaje y las horas que había pasando sin descansar. Después de tanta insistencia al final logro su cometido, despidiéndose de ellos, que prometían que a primera hora de la mañana estarían de vuelta…

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