12: Necesitamos hablar.

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Peter hale.

Stiles fue capaz de aclarar todo con Derek, porque aunque tranquilamente pude haber aprovechado ese momento de tensión y debilidad por parte de mi sobrino, fui yo quién ayudó a Stiles entender lo que le pasaba al gran Alpha.

"¿Por qué? Si lo supiera no estaría preguntándome?".

Esta misma tarde, me centre más en mí departamento. No había estado en horas y ya empezaba a extrañarla. Mi lugar, mi hogar.

Había llamado a mí sirvienta para que me ayudase con los quehaceres; pero no me miren mal por favor, Sandra solo me ayudaba con el tema de la linpieza de los pisos y el polvo que se acumulaba con el tiempo. Yo por separado, me encargaba con la limpieza de los trastes o en el caso de ese día, me dediqué al pequeño montón de ropa.

No nos llevo mucho tiempo el poner en orden mi departamento, casi nunca se lo habitaba; y el desorden era más que mínimo.

—Señor, ya he terminado con la limpieza de su habitación. Y me he tomado la libertad de guardar los libros que estaban fuera de lugar.— Dice mientras se secaba sus manos húmedas por el delantal que traía encima como uniforme.


—¿Lo has puesto en su lugar correspondiente? Cariño, sabes que soy muy delicado con el tema de mis libros.— Le cuestiono sin mirarla.


—Si señor Hale. Despues de tanto tiempo trabajando para usted ya me sé todas sus mañas.— Contesta Sandra riendo suave. —De todas formas me voy retirando, ya se está haciendo tarde.—


—No, por favor Sandra. Permítame acercarla a su casa.— dije con una de mis mejores sonrisas, ella sonríe y acepta en silencio la oferta. Bajamos hasta el estacionamiento. A medida que caminábamos por el garage, mi mente jugaba con recuerdos, recuerdos donde Stiles saltaba emocionado por ver mi coche (coche que nadie sabía que tenía). El sonido de las trabas saltando me hace reaccionar un poco, entramos al interior dónde Sandra no era capaz de distinguir, pero el aroma al muchacho castaño seguía presente.


La vivienda se encontraba a las afuera del pueblo, una de los factores por los cuales siempre le ofrezco llevarla hasta allá, ya que el autobús casi nunca pasaba y era peligroso que paseara a altas horas de la noche, y mucho más con la cantidad de dinero que le pagaba por su ayuda. La podrían asaltar y no quería eso, mucho menos a ella que me supo entender. Por otro lado, ese 'paseo' me ayudaba a pensar, y al ser de noche me cautivaba la idea de reflexionar bajo el cielo estrellado.


—¿Que es lo que le tiene tan pensativo? Hoy estuvo muy callado y perdido.— pregunta curiosa.


—Creo que me enamoré...— mi respuesta fue corta pero llena de sentimientos y oraciones mudas que hablan demasiado.


—¡Estupendo! Ya iba siendo hora de que asiente cabeza, ¿no cree?.— Mi silencio le hizo dejar se sonreír de la felicidad, ahora su rotro se torna nostálgico. —¿Pero?— dice sin más.


—...pero mi rival amoroso es mi único sobrino.— le respondo tratando de esbozar una sonrisa leve. —Él es joven, y tuvo desde pequeño una desgracia familiar, de la cuál me echó toda la culpa hace unos años. Pero ese no es el tema, sino qué, él merece más esa familia que yo. Oh, no lo sé, mi mente y corazón están en una guerra civil en estos momentos.— concluyo.

Dos Terrones De Azúcar No Es Bueno Para Un Chico HiperactivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora