14: ¿Qué hice?

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Derek Hale.

Necesitaba respirar... necesito respirar, tranquilizarme, centrarme.

Mis sentidos están ahogados, mi mente quiere pero no puede procesar la información que está recibiendo. Son muchos datos, muchos sentimientos, demasiados aromas que vuelven a mi lobo confuso. Mis ojos brillan y no puedo controlarlos. Mis garras penetran mi palma de la mano, pero no lastiman a nadie.

Una sola idea: —"Piensa en tu ancla."— me decía, pero cuando lo miré a los ojos, su rostro expresaba las mismas emociones que yo. Eso me alteró aún más. —"Estoy ansioso, muy ansioso. Céntrate."— me decía una y otra vez.

Solo recuerdo salir por la ventana por dónde suelo entrar la mayoría de las veces que voy a esa residencia. Saltando desde lo más alto de la cornisa. Escucho un grito ahogado por el susto y la histeria. No los culpo, ni a Stiles ni a mi tío.
Corro sin mirar hacía atrás, subo al Camaro y directamente voy al loft. —Repasemos lo que sucedió.— me vuelvo a hablar a mí mismo en el reflejo del retrovisor, y a la misma vez, veo como el domicilio de Stiles se aleja. —Stiles nos citó, a Peter y a mí, para hablar en su casa.— no dejo de mirar de vez en cuando mi reflejo, mis ojos seguían encendidos. —Mi tío llega antes, yo lo hago unas horas más tardes; hablamos sobre un acuerdo de horarios, el cuál no pienso aparecer por un tiempo.— y allí fue donde me acordé, yo comenzaba el turno. —"Mierda."—. Di vuelta a la esquina de la cuadra de mi edificio, aparco el coche y subo las escaleras lo mas rápido hacia mi piso.

Sin problemas, abro la gran puerta y disparado como alma que lleva el diablo, voy hasta mi habitación con una única idea: —"Definitivamente me voy a tomar unas vacaciones."—. Debo y tengo que desaparecer, al menos hasta entender porque besé a mi tío y porqué me terminó gustando tanto. Solo eso: entender la mezcla de sentimientos; y una vez que me quede claro que fue por pura calentura, volveré y pediré perdón.

En una mochila puse ropa de cambio, y un libro (ni yo mismo sabía a dónde iba a parar). —"Sabía muy bien a quién iba a besar... lo miré a los ojos y lo besé. Y lo disfrute."— Sacudo mi cabeza: —"En definitiva , no puede ser así."—.
Antes de abandonar el lugar, tomé una hoja A4 que tenía en una repisa y escribí:

Ni bien la terminé, la doble y la puse en la misma repisa, a simple vista para quién busque algún índice de mi presencia (o ausencia en este caso). Pero en cambio, si es Scott quién busque alguna pista, entonces, dudo que lo vea (siendo que estará frente a él desde el principio). Tomé en manos la mochila con mis cosas y bajé nuevamente hasta mi coche. No demoré más, lo encendí y quemando caucho acelero a fondo hasta perder el sonido de aquél motor V8 de 6.2 litros en medio de la reserva, en medio de la nada, en medio del silencio de la noche.

Habré viajado alrededor de tres horas, unos casi veinte kilómetros; para cuando llegué a la primer hostelería que encontré, agradecí eternamente a los inquilinos de mi edificio por haber depositado el dinero de sus despensas del mes.

—¿Cuántos días te quedas, cariño?— me pregunta la señora del mostrador, de ya avanzada edad.

—No lo sé.— le digo en un susurro. Por primera vez en mucho tiempo estaba actuando sin idear un plan. Estaba siendo terco y errático. —Cóbreme para tres días, en caso de que me quede más tiempo se lo haré saber y vendré a pagárselo.— concluyo. Así estaba mejor, empezar a organizarme sería un estupendo paso para esos días de meditación.

—Oh, claro cariño. No hay ningún drama. Harold, ¿lo acompañas hasta su habitación?— pregunta risueña. Sus manos arrugadas y finas se extienden y de ellas una llave cuelga. —Cualquier cosa que necesites, solo avísanos.—. No le respondí, solo hice un gesto con la cabeza y me fui detrás del hombre llamado Harold.

Dos Terrones De Azúcar No Es Bueno Para Un Chico HiperactivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora