Capítulo 9.

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Jane pedaleó hasta la casa de los Denbrough en Jackson Street. No solía usar su bicicleta, pero le parecía estratégico llevarla, por si tenía que salir huyendo.

Llegó casi al mismo tiempo que Richie Tozier.

—¡Viniste, pedazo de mierda!— exclamó el de lentes con alegría fingida.

Jane rodó los ojos sin exhasperarse.

—Hola a tí también, Tozier.

Bill los recibió y fueron directo al garage. Allí ya estaban Ben y Beverly.

Al principio, Jane había considerado realmente la posibilidad de no aparecer. Ellos se las arreglarían, no la necesitaban... Pero se dió cuenta de que no podía.

Aún latía en su pecho la conversación con Eddie del día anterior.

....

Eddie llegó junto a Stanley a la casa de Bill. Al entrar al garage, vio a Ben y a Beverly, también a Mike. Richie prácticamente saltó sobre él para saludarlo. Sin embargo, no vio a Jane por ninguna parte.

Siento como la decepción se apoderaba de él. Tal vez se había equivocado al pensar que Jane era diferente a lo que se decía de ella, tal vez...

—Hola, Kaspbrak.

Eddie sintió un subidón de presión en el momento en que Jane, frente a él, agita levemente la mano para saludarlo. La chica lleva el cabello risado atado en su coleta habitual, una camiseta negra con un relámpago blanco en el centro y sus shorts con el cinturón de siempre. Luce muy bonita. Eddie siente sus mejillas enrojecer.

—Jane tú... Viniste...

Jane sonríe con astucia.

—Evidentemente.

Eddie le dedica una leve sonrisa tan sincera que la castaña se estremece, quedando casi en trance. ¿Por qué Eddie tiene que ser así con ella? ¿Por qué puede sonreírle así nada más? ¿No ve todo él daño que ella podría hacer?

Sus encuentro de miradas es cortado cuando Bill (con ayuda de Mike) cierra la puerta del garage y las luces se van.

Jane traga saliva y Eddie desvía la mirada.

Bill y Ben extienden el mapa en el ángulo del proyector.

—Bu-Bueno, comencemos con e-e-esto.

....

Jane está sentada entre Richie y Stanley, justo detrás de Eddie, que se ha acomodado en un banquito.

Al ver en mapa, todos sacan a relucir una conclusión unánime: El pozo está en la actual casa Neibolt.

—Odio ese lugar, siempre que paso por ahí siento que alguien me observa...— comenta Beverly, estremeciéndose.

Jane aprieta los labios. La imágen de su hermana viene a su mente como un destello, un recuerdo de aquel fatídico día...

¡Vamos! ¡Apresúrate!— grita su hermana, ya montada en su bicicleta, y sonríe abiertamente, haciéndole gestos con las manos.

Ambas pedalean hasta la casa Neibolt.

—No es buena idea— dice una pequeña Jane, apretando los labios con temor—. Ahí viven monstruos

—Iremos nosotras juntas, pequeña Jane— la tranquiliza su hermana, abrazándola y apegandola hacia sí—. Solo voy a hablar con él, luego nos iremos.

Fear | Eddie Kaspbrak.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora