Capítulo 14.

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A Jane Alestair siempre le había gustado el conflicto. De hecho, solía incitarlo. Sin embargo, nunca estaba en medio de él.

Siempre había sabido controlar sus emociones, mantener la sonrisa de superioridad en su rostro apesar de cualquier palabra con la que intentaran golpearla. Era necesario para sobrevivir.

Es la primera vez en mucho tiempo que todo su ser es un maldito torbellino. El miedo retorciendo sus entrañas, el dolor de los moretones en su cuello y el golpe en la cabeza, la preocupación por Eddie después de que se había prometido a sí misma no volver a preocuparse por nadie más que sí misma. Al fondo de todo, la culpa profunda por los recuerdos que esa casa trajo sobre su hermana.

Y entonces Bill abre su maldita boca, como si no hubieran estado apunto de asesinarlos, asesinar a Eddie, hace unos minutos:—V-Vi el pozo. Sa-Sa-Sabemos dónde está, y la próxima iremos preparados.

¿Qué mierda? Jane parpadea en su dirección con franca incredulidad. ¿No se supone que es ella la que tiene un golpe en la cabeza? ¿Por qué entonces Bill es el que está diciendo idioteces?

Sorprendentemente, Stanley, tranquilo y ordenado Stanley, le gana la palabra con un fuerte grito:

—¡No! No habrá una próxima vez, Bill.—y oh, Jane podría comenzar a aplaudirle ahora—. ¡Estás loco!

—¿Por qué? Sabemos que nadie más va a hacer nada —Beverly responde.

Jane no quiere ser grosera, porque Beverly le salvó la vida y todo eso, así que en vez de despotricar todo lo que su venenosa lengua tiene preparado, se limita a:

—¿Y qué? ¿Nosotros sí?

—Podemos hacerlo —Beverly le dice, mirándola con intensidad.

Una sonrisa irónica y mordaz se dibuja en los labios de Jane.

—Si quieren suicidarse, hay muchas otras maneras de hacerlo —cuida el tono de la voz, pero hay fiereza en sus palabras—. Maneras que no implican arrastrarnos con ustedes.

—¡Así es! —Richie la señala, y si no estuvieran teniendo una gran discusión de grupo aquí, probablemente todos estarían muy sorprendidos de que, por una vez, Jane y Richie estén de acuerdo en algo—. ¡Casi mata a Eddie! ¡Y mira a éste idiota! ¡Está goteando salsa de tomate!

«¡Casi mata a Eddie!»

Sí, así es. Eddie casi muere en esa casa, casi es asesinado en el mismo suelo podrido en el que asesinaron a su hermana. Y a Jane le importa, se da cuenta, realmente le importa Eddie, pequeño, histérico y ansioso Eddie Kaspbrak. Con todas sus idioteces sobre rarezas médicas y su aura ansiosa hasta la muerte, Eddie le importa.

Mira a su alrededor, a todos éstos chicos que se supone que solo debía utilizar para cubrirse de Henry Bowers y su pandilla.

De alguna forma consiguieron meterse bajo su piel de forma en que se prometió que nadie volvería a hacerlo.

No está bien, nada de esto.

Ella no va a correr al peligro por ellos, no es esa clase de persona. No puede.
Solo que, mierda, tampoco quiere que mueran.

—No podemos fingir que se va a ir —Beverly insiste con una convicción abrumadora—. Ben, ¡tú lo dijiste! Eso vuelve cada veintisiete años.

—¡Bien! Tendré cuarenta y muy lejos de aquí —Ben responde sobresaltado.

Jane lo señala.

—Ese plan me gusta —dice, cruzando los brazos por encima de su camiseta cubierta de polvo.

Fear | Eddie Kaspbrak.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora