6- Pociones

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Severus Snape no podía estar más harto de escuchar sobre Nicholas Riggs. McGonagall y Flitwick habían designado al muchacho como el único tema de conversación de ese almuerzo, y de tanto escuchar el nombre ya se le había quitado el apetito.

-Lo digo muy enserio, Albus.-decía McGonagall por quinta vez-vamos a tener que ver que hacemos. Si sigue avanzado así llegará al nivel de EXTASIS para tercer año.

-Tiene un gran talento, es ¡impresionante!-exclamó Flitwick, desde su asiento junto a Snape.-logró que la pluma levitara en menos de 20 minutos, Albus, y sabes cuando les cuesta a la mayoría de los de primer año ese encantamiento.

-Debemos hacer un plan especial para él, creo yo-continuó McGonagall, que inflaba el pecho con orgullo. Snape puso los ojos en blanco, la bruja claramente quería hacer alarde de su nueva adquisición-No puede avanzar tan rápido. Debemos enseñarle otras cosas en medio para que vaya al mismo tiempo que sus compañeros. Conmigo ya pasó al 4to capítulo.

-Conmigo ya está en el tercero, ¡en una clase!-exclamó Flitwick.

Dumbledore miraba a sus profesores en silencio al tiempo que lanzaba miradas a Nicholas, que reía junto a sus amigos en la mesa Gryffindor. Estaba encantado de ver que ninguno de sus amigos había decidido tratarlo distinto por sus logros.

-¿Albus?-insistió McGonagall-¿qué dice...

-Primero que todo, no quiero que traten a Nicholas distinto de como tratarían a los demás alumnos. De seguro es muy talentoso, pero eso no lo hace mejor que los demás.

Snape lo miró impresionado, eso había sido lo más inteligente que le había escuchado decir en toda la mañana.

-Por otra parte, creo que deberíamos tener cuidado con los avances que está logrando.-dijo Dumbledore, concentrado en el plato que tenía delante-como dicen ustedes, si sigue así, estará en un nivel muy avanzado al de sus compañeros para final de año, y no quiero que Nicholas se sienta incómodo por eso.

-¿Y qué propone que hagamos, señor director?-preguntó Flitwick.

-¿Dejar que su talento se desperdicie?-exclamó McGonagall molesta-este chico podría ser el nuevo ministro de la magia, ¡el nuevo director de Hogwarts!

Dumbledore rió y Snape lanzó un bufido. ¿Por qué McGonagall tenía que hacer TAL escándalo para todo?

-Me alaga Minerva-contestó el director, mirándola por sobre sus anteojos de media luna-pero no, no creo que a Nicholas le guste un trabajo donde tenga que estar detrás de un escritorio. En ese sentido se parece mucho a Newt Scamander.

-¿Y qué espera entonces? ¿Qué se haga un puesto nuevo en el ministerio para el niño dorado de Hogwarts?-susurró Snape maliciosamente.

-Oh, claro que no. Debido a que ya hay puestos en los que hay bastante movimiento.-contestó Dumbledore, sin dejar de sonreír-como Auror, por ejemplo.

-El hecho de que a Riggs se le den los encantamientos y las transformaciones no asegura, en ningún punto, que tenga talento en Defensa contra las Artes Oscuras.

Flitwick y McGonagall lo miraron ofendidos.

-El arte de defenderse de la magia oscura, es bastante más difícil y profundo que lograr que una pluma vuele, señor director.

-Sin embargo, es igual de esencial para la magia, Severus-contestó Dumbledore- te recuerdo que fui profesor de Defensa contra las Artes Oscuras y de Transformaciones, y puedo decirte, que ambos tienen una importancia más allá de nuestros conocimientos.

Nicholas Riggs y la Voz Maldita/ Premios Watty 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora