4- Expreso de Hogwarts

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-¡Rápido Nicholas! ¡Fuera de lo que tu crees el expreso de Hogwarts no te va a esperar!-gritaba una joven pero demacrada señora mientras caminaba rápidamente por Kings Cross, mientras su hijo corría detrás de ella con su carrito cargado por su baúl de Hogwarts y la caja con su gato, Dagger.

-Ya voy... es que está muy pesado.-susurró el chico, haciendo todo su esfuerzo por caminar más rápido.

Entonces, Iris Melies, se detuvo bruscamente frente a una pared que separaba dos plataformas, la 9 y la 10, y miró a su hijo nerviosa. Nick tuvo que hacer uso de toda su fuerza para detener el carrito a tiempo y no chocar con su madre.

-Bien Nicholas... tienes que aprovechar y cruzar ahora.

-¿Cómo cruzo?-preguntó Nicholas confundido.

En ese minuto una bruja, con su hijo, que parecía tener la misma edad de Nicholas, atravesaron la pared entre las plataformas nueve y diez limpiamente, como si nunca hubiera habido una pared. Nicholas abrió los ojos como platos.

-No seas Muggle, Nicholas. ¿Tienes que poner esa cara cada vez que ves algo mágico?-preguntó su madre avergonzada.

-Bueno, nunca me mostraste nada mágico.-contestó Nick encogiéndose de hombros.

-Cruza de una vez, ¿quieres?, no tengo todo el día.

Nicholas asintió y, nervioso, se puso delante de la sólida pared y comenzó a correr, empujando su carrito. Cerró los ojos, aunque eso no era lo más raro que su madre le había pedido que hiciera, estaba seguro de que iba a chocar, cuando de pronto se encontró en un nuevo andén, que tenía un gran y antiguo tren de color rojo con las siglas de Hogwarts que había visto en muchas tiendas en el callejón Diagon. Millones de brujas y magos acompañaban a sus hijos a subirse al tren y se despedían de ellos por las ventanas.

Detrás de él apareció su madre, que lo miró desesperada.

-¡Rápido Nicholas! ¡Vas a perder el tren!

Nicholas asintió y junto con Iris, corrió hacia la parte donde se guardaba el equipaje, donde un fuerte mago tomó el baúl de Nicholas y lo subió, dejándolo solo con la jaula de Dagger, y su túnica y varita en el bolsillo.

Se alejaron rápidamente y Nicholas se encaminó a la entrada del tren, cuando su madre lo volteó y le dijo:

-Ten cuidado Nicholas, ese colegio está lleno de raros.-lo miró, intentando de que las palabras no sonaran tan dulces-y no te fíes de Dumbledore. Es un viejo mentiroso y muy...

-Yo confío en Dumbledore.-contestó el muchacho mirándola con dureza-y no vas a hacer que cambie mi opinión.

-No me digas... otro fiel a Dumbledore cueste lo que cueste. Suenas igual que tu padre.-susurró Iris, negando con la cabeza-como quieras. Vas a terminar igual que la mayoría de la Orden del Fénix.

-¿Y cómo es eso?

-Muerto.

Un escalofrío recorrió el cuerpo del chico al tiempo que subía al tren. Iris, sin despedirse, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la salida de la plataforma 9 3/4. No se quedaría a esperar a que el tren saliera como todas las demás madres.

Nicholas la miró alejarse por una ventana y tuvo el impulso de llorar, de gritarle a su madre que no se alejara, que la necesitaba, que tenía miedo. De decirle todas las cosas que lo asustaban, de pedirle que lo reafirmara con palabras de apoyo. Pero sabía que su relación con su madre nunca había sido de esa manera. Sabía que, aunque lo hiciera, su madre no le daría lo que pedía.

Nicholas Riggs y la Voz Maldita/ Premios Watty 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora