1- El Comienzo

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Su despacho siempre le había parecido magnífico al amanecer, pensaba Albus Dumbledore mientras observaba la oficina del director de Hogwarts, que llevaba utilizando por un largo tiempo. Era un despacho redondo y lleno de interesantes instrumentos que hacían distintos ruidos y liberaban todo tipo de humos. Las paredes estaban cubiertas por retratos de todos los directores y directoras que habían pasado por el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, los cuales tenían como deber moral ayudar al director actual, entregando sabiduría desde el límite de sus marcos.

Dumbledore los miró dormir con una sonrisa, algunos apoyados en las butacas que había en sus cuadros, y otros simplemente apoyando la cabeza en los marcos, y se dispuso a levantarse para ir a desayunar. Escuchaba los pasos de los alumnos por todo Hogwarts camino al Gran Comedor. En solo dos días más, terminaría el año escolar.

Se levantó de su silla, se desperezó y tratando de ocultar su cansancio, salió de su oficina. No había dormido nada la noche pasada, no había logrado conciliar el sueño. Zachary James, el muchacho que él sabía que tendría, tal vez, que salvar al mundo mágico en un futuro no tan lejano, el muchacho que había "derrotado" al mayor mago tenebroso de todos los tiempos, Lord Voldemort, el cual ahora recuperaba alarmantemente sus fuerzas, no llenaba las expectativas del viejo director. Era un chico de primer año con una seguridad personal tan alta que rayaba la arrogancia, bastante terco y poco empático. De cierta manera, la hazaña que había logrado en su juventud, le había dado la idea de que era superior y más listo que todos sus demás compañeros, e incluso que algunos profesores.

Negó con la cabeza tratando de eliminar esos pensamientos de su mente. Zachary, o Zak, como le gustaba que lo llamaran, era un muchacho en crecimiento y plena maduración, que había sido criado por una familia de magos que lo consentía y honraba constantemente por el sufrimiento pasado que había vivido, perdiendo a sus padres a manos del mismo mago oscuro que había tratado de eliminarlo a el.

"Madurará" Pensó Dumbledore "Todavía hay tiempo para que madure. En el fondo es un buen chico"

Cuando llegó al Gran Comedor, tomó su asiento entre el profesor de pociones, Severus Snape, y la profesora de Transformaciones y subdirectora del colegio, Minerva McGonagall, la cual se veía incluso peor que él.

Parecía cansada, tenía la nariz colorada y los ojos terriblemente caídos. Estaba desanimada y claramente débil.

-Y pensé que yo había dormido mal-susurró Dumbledore, con una amable sonrisa.

McGonagall trató de devolvérsela, pero solo logró una extraña mueca de dolor.

-Me siento horrible, no pude dormir nada.

-¿Ya fue donde Madame Pomfrey?-respondió el director preocupado al tiempo que untaba su tostada con mermelada.

-Dijo que es un simple resfrío, que debo descansar.

-Pues debe obedecer, mi querida Minerva.

McGonagall lo miró molesta.-¡Cómo si fuera tan fácil! Quedan solo dos días de clases, y tengo que visitar a todos los chicos de padres no magos para que ingresen al colegio el próximo año. Además tengo que escribir las cartas. Dígame Albus, ¿dónde ve usted tiempo para descansar?

-Bueno, es bastante fácil, ¿no, Minerva?-replicó Dumbledore mirándola resuelto sobre sus gafas de medialuna- Solo tiene que pedir ayuda. Estaría encantado de ayudarla.

La mirada de la profesora de suavizó- ¿Enserio lo haría?

-¡Pues claro! Solo deme los nombres y encantado iré a visitar a esos futuros alumnos.-repuso Dumbledore y siguió comiendo su tostada con tranquilidad.

Nicholas Riggs y la Voz Maldita/ Premios Watty 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora