En estos muy, muy largos, interminables y tormentosos cuarenta minutos del infierno que hemos durado comiendo la única comida decente y comible que mi mamá ha cocinado alguna vez en todos mis 18 años, he logrado pensar más de cincuenta maneras diferentes y muy divertidas de asesinar a Dick, a su perro, a mi madre, a Matias y a mí misma. Para el final de la comida creo que seré un tipo de asesina serial, y luego me suicidaré para darle más dramatismo al momento. Eso suena como una película perfecta.
—Dick,entonces...cuéntame un poco más sobre ti. Un joven tan bien parecido debe proceder de una muy buena familia. Además tu apellido me suena conocido.
—Muy bien parecido a un vagabundo —me burlo, tratando de hacerlo sentir un poco mal, porque así de cruel soy, pero él no parece afectado en lo más mínimo por mi broma, sólo me mira con una sonrisa y mastica un poco.
—Supongo que habrá escuchado mi apellido en algún lugar, mi padre es algo conocido por aquí. Él es dueño de un bufete jurídico, se llama Jeremy Thomas. Mi mamá, Patricia Grey, es veterinaria. Tengo tres hermanos. Um, José, tiene 25 años, mi hermana Victoria tiene 17 y el más pequeño, Jaxon, tiene 10 —le dice a mi mamá, dejando el tenedor un segundo en el plato y sonriendo, pero sin lucir completamente arrogante y divertido, como siempre. No entiendo ¿Dick tiene familia? Él dijo que era un vagabundo. Si su papá posee una cosa de esas, supongo que debe tener dinero, lo suficiente para darle una casa a su hijo, al menos.
Estúpido mentiroso.
Me quedo pensando en lo mentiroso y estúpido que es Dick por el resto de la comida, tanto así que ni siquiera recuerdo haber terminado de comer y caminar hacia la sala con nuestros dos muy indeseados invitados. Sólo reacciono cuando busco un lugar para sentarme y no hay. Tenemos dos sillones de cuero cafés frente la televisión. Uno de ellos está invadido con mi mamá y Matias. No hay manera de que me siente ahí, aunque hay mucho espacio. Y en el otro está sentado Dick con su maldito perro en las piernas, y aunque también hay mucho espacio, no pienso sentarme tan cerca de él. Es casi patético lo mal que me caen todos estos individuos en mi hogar, tanto que no quiero sentarme cerca de ninguno.
—Vamos, Pril, siéntate a mi lado. Aunque me sea algo tremendamente difícil, mantendré mis manos lejos de ti... y a Mochomo también.
—No pienso sentarme cerca de ti o de esa hormiga mutante nunca.
—April —masculla mi mamá con la voz dura, mirándome con reproche y ojos de loca. Ugh. Suspiro fuertemente, dejando salir todo mi odio y camino rígidamente hasta sentarme lo más alejado que puedo de Dick en el sillón. Estoy tan molesta— acércate, no seas ridícula. El precioso Mochomo no hace nada, mira como está de calmado.
Miro a Mochomo, quien está casi completamente arriba del regazo de Dick, jadeando con su lengua abierta. Y hablando de la cosa esa, ¿cómo es posible que mi mamá me regañe por subir mis pies al sillón pero deje que Dick suba a este estúpido perro, con gérmenes de todo tipo que hasta hace unas pocas horas estaba en la casa mugrosa de dos negros malos? Bueno, supongo que de verdad quiere que consiga novio. El problema es que, aunque Dick es el hombre más guapo (aparte de Alfredo) con el que yo he interactuado alguna vez, no lo veo de ninguna manera como material para novio. Me molesta un poco su existencia, lo cual es un punto malo. Y claro, yo no quiero sólo a un hombre guapo ¿donde está lo interesante en eso? Y sí, él es divertido a veces, y aguanta mi horrible personalidad, cosa que nadie más hace, pero también comete crímenes por diversión y creo que me mintió acerca de ser pobre y un vagabundo.
Mientras mi mamá le pregunta a Dick sutilmente (nótese el sarcasmo) qué le gusta en una mujer (nótese aquí la exageración) Mochomo salta como si estuviera asustado, asustándome a mí. Me muevo dramática y rápidamente hacia un lado, jadeando del miedo hasta que Dick logra calmar a su bestia.
—Es mi célular. Lo asustó —dice sin verme y observa la pantalla de su iphone por unos segundos. Su sonrisa de estúpido engreído cambia considerablemente en cuestión de milisegundos— oh, mier... um, Alicia, la comida fue deliciosa, de verdad que es usted una estupenda cocinera y su casa es encantadora, sin mencionar que su preciosa hija es adorable, pero tengo que irme ahora. El trabajo me llama.
—¡Oh! ¡Gracias! —exclama mi mamá, sonriendo hacia él como si le hubiera dicho el mejor cumplido de todos mientras yo bufo de la risa ante sus palabras. Dick es puro teatro,teatro barato. Aunque, siendo honesta, me gusta eso. Un poco, pero me gusta, lo cual es más de lo que espero con respecto a Dick— espero volver a verte, fue un gran placer conocerte, pocos jóvenes son tan encantadores como tú. April, acompáñalo a la salida.
—¿Quieres que abra la puerta de la casa y de su coche para él, también? ¿Qué tome su mano suavemente para que no tenga ningún tropiezo? —pregunto con esa falsa voz dulce que pongo a veces. Dick y Matías bufan de la risa mientras mi mamá me mira mal— sólo bromeaba, tranquila. Me encargaré que la hermosa cara de Dick esté segura de aquí a su auto robado.
—¿Serás capaz de comportarte en algún momento? —pregunta mi mamá con algo de sarcasmo y enojo.
—No lo creo posible —contesta Dick por mí y se levanta por fin y toma el grueso collar de Mochomo para que no salga corriendo de nuevo. Dick se acerca, toma la mano de mi madre y la besa antes de darle un apretón a Matías.
Espero a cerrar la puerta de la entrada para dejar salir todo lo que está dentro de mi atormentado corazón.
—Espera un segundo, chico mentiroso, antes de que te largues necesitamos aclarar unas cosas. Tú me dijiste que eras un vagabundo pobre, y ahora ¿mágicamente tienes familia? No lo creo. Además, ¿trabajo? No es que me interese tu vida, después de todo no te volveré a ver, pero no me gusta que me vean la cara de estúpida.
—April... oh, mi hermosa, dulce y angelical April —empieza, con una sonrisa muy divertida en su cara, acercándose a mí— todo ser humano tiene familia, ¿no has aprendido eso en la escuela?, la mía no apareció de ninguna manera mágica, es sólo que dejé de contar con ella cuando tenía dieciséis y se me ocurrió escapar de mi casa. Y, de acuerdo, quizás exageré con lo de ser un vagabundo, porque tengo un hogar, pero sí, he dormido en la calle varias veces, así que eso me convierte en un vagabundo casual. Y sí, soy pobre, lamentablemente, la mayoría del tiempo, hasta que consigo algún trabajo como el que acabo de conseguir en este momento y gano algo de dinero. Soy muchas cosas: hermoso, caliente, divertido, inteligente y tramposo, por ejemplo, pero nunca un mentiroso.
—De acuerdo, de igual manera no me interesa, porque en este momento te iras para nunca volver —digo, aunque suena más como una orden, y trato de no verlo a los ojos, porque se que me mirará con esos ojos de cachorrito sin hogar para que le perdone su bola de mentiras.
—Si claro, me iré. Solo que no me iré si estas molesta conmigo ¿que clase de hombre sería si te dejo con esta mala imagen mía en tu mente por el resto de los días?
—La clase de hombre que eres, uno despreciable —caminamos hasta su auto en silencio, cuando llegamos Dick suelta al maniático perro ordenándole que suba al auto, pero, por supuesto el demonio no le hace caso, en su lugar se acerca a mi y comienza a olerme como si fuera alguna clase de carne.
Dios, cuídame de este perro del mal.
—Tranquila, solo está tratando de conocerte, en realidad creo que le agradas, eres afortunada —dice Dick divertido, sin si quiera intentar quitarme a la bestia de encima. Comienzo a sentir mi pierna humedecer, cuando miro abajo me doy cuenta que querido Mochomo esta orinando justo en mi pierna. Doy un grito ahogado y me alejo de un salto del perro. Dick se parte en una carcajada que parece quitarle la respiración, por un momento deseo que así sea.
—No te molestes con Mochomo, April, solo estaba tratando de marcar su territorio —aun le falta la respiración después de su momento de diversión extrema, se sostiene el estomago como si le doliera después de una intensa sesión de abdominales.
—Aléjalo de mí o lo patearé tan, tan fuerte que...
—Relájate
—Sólo vete ¿sí? Gracias. Diría que fue un graaan placer haberte conocido pero no me gusta decir mentiras, así que, es un placer deshacerme de ti —palmeé su hombro e ignoré su sonrisa antes de darme la vuelta e irme de vuelta a mi casa a bañarme de nuevo.
Esa hormiga mutante no deberia tener esa cosa. Que suerte que no la volveré a ver nunca.
—Nos veremos de nuevo, dulce Pril —grita como despedida y se sube a su coche.