Capítulo 7

122 27 0
                                    

El plan había sido ejecutado y únicamente faltaba un pequeñísimo detalle; que fuese de noche para poder apreciar el cielo nocturno despejado en todo su esplendor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El plan había sido ejecutado y únicamente faltaba un pequeñísimo detalle; que fuese de noche para poder apreciar el cielo nocturno despejado en todo su esplendor. Sería la primera sesión del club de inadaptados que se unen para ver el firmamento, mejor conocido como CIQSUPVF...Sigo trabajando en el nombre.

No tenía recuerdos desde cuándo, pero poseía cierta afición por observar hacia el cielo y sentir un alivio en mi pecho al ver las estrellas. Me hacía sentir viva, pequeña y acompañada por miles de luces que a pesar de la lejanía, estaban ahí luchando contra el tiempo y la distancia para que un simple humano pudiese apreciarlas.

Yacía en la biblioteca buscando algún consejo en los libros para que pudiésemos disfrutar nuestra actividad, sin embargo, fui interrumpida por mi genial guía que casualmente no me guiaba en lo absoluto.

Frente a mí, con sus kilos de más y su pose dándoselas del felino magistral, me daba estocadas con su penetrante mirada.

—¿Qué ya te acordaste que existo?

Siguió observándome en silencio, su cola se mecía de un lado a otro.

—¿Chubi?

Se dio la vuelta y espero a que caminase detrás de él, sin comprender su comportamiento le seguí. Unos cuantos pasos y llegue hacia una mesa con un libro abierto.

—Oye Chubi, ¿acaso quieres que compagine más con Lucy? —me rasque la cabeza, construyendo en mi cabeza una y mil teorías del porque me serviría este libro.

Cuando busque a mi guía, había desaparecido por arte de magia como siempre, dejándome completamente sola en la biblioteca. —No lo entiendo, pero gracias de todos modos—dije en voz alta esperando que mis palabras le llegasen al felino.

Con la ayuda de una lámpara sobre la mesa, me senté con la finalidad de estar cómoda para mi lectura.

—¡Humana! —el firme llamado del cuatro ojos que me observaba de brazos cruzados desde el marco de la puerta, me provoco un sobresalto.

—¡Señor si señor! —giré mi torso e hice un saludo militar.

El castaño rodo los ojos—ya es hora, muévete.

Por primera vez, el cascarrabias ángel no me había insultado en sus dos diálogos—ahora mismo voy.

Lucas se marchó sin esperarme. "Supongo que no puedo pedir mucha más amabilidad de su parte", suspiré y cerré el libro, supuse que al mirar las estrellas me darían inspiración para empezar atar los cabos, con una mueca de agobio emprendí mi marcha—aunque ni siquiera he podido traducir mi mejor pista.

Pero mi paso a paso a la salida fue interrumpida abrupatemente por la pequeña mano que me tomo del brazo—¡Vamos señorita! —la risueña voz de Azazel me endulzaba el oído—ayudemos a traer la comida.

Sonreí tontamente ante la dulzura que transmitía el demonio, "...si sólo no fuese sádico por dentro". Ignorando las notas mentales que me jure seguir al pie de la letra, me deje llevar por Azazel.

Atrapada en un otomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora