Capitulo 3

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Un hombre me subió al animal que llamaban caballo y otro agarró a mi hermano y repitió la acción, nuestras manos y piernas estaban atadas con una cuerda demasiado fuerte. Miré al animal en el que estaba mi hermano y recordé las pinturas que se encuentran en el salón del rey, estos aparecían como animales majestuosos, nunca había visto uno cara a cara, pese a esto allí estaba, tan vivo como yo, por ahora.

En el trayecto hacia nuestro destino, el cual no tenía idea de cuál sería, pude observar la vestimenta y rasgos de este pueblo, vestían cuero de algún animal fuera de mi conocimiento, sus pies estaban cubiertos por una tela blanca que se enroscaba por todas sus piernas, en sus cabezas se posaba otra tela que tapaba su rostro y cuello. Tenían un aspecto rudo e intimidante, mi hermano no había dicho ni siquiera una palabra desde que se presentaron ante nosotros.

-Bájalos.- dijo la voz del mismo jinete que me había observado.

Nos bajaron de los animales y nos dirigieron a la única tienda que se veía en el terreno, fui la segunda en entrar, siguiendo al que parecía ser el jefe. Cuando todos ya estaban dentro de la tienda casi no había espacio, todos se encontraban alrededor de un redondel de madera, el cual, de manera sorpresiva, se abrió. El primer hombre se deslizó por él, perdiéndose en las sombras de aquel extraño escondite. Solté un grito, me habían empujado, mis codos y piernas se golpeaban con los muros del túnel, me recordaba las corrientes de agua que utilizábamos para jugar cuando éramos pequeños, caímos sobre una superficie dura y arenosa, levante mi vista y me encontré con una mujer, la primera que había visto de esta tribu, su cabello largo negro le llegaba hasta la cintura, me observó fijamente por un momento en el cual pensé de qué forma podría huir, segundos después dijo –"síganme".- No lo había notado pero los demás ya habían descendido y me dieron un pequeño empujón para que la siguiera. Un ruido que sonaba como un tambor empezó a retumbar en las paredes del túnel de tierra, ¿Acaso era un sacrificio?

Había escuchado como hombres de nuestra propia tribu se arrojaban por las cataratas como ofrenda a los espíritus del río, si esto era de la misma naturaleza no nos quedaba mucho tiempo.

-¡Jacú!- grité, pero uno de los hombres me sacudió.

-Mantente callada.-

Cada vez los ruidos se hacían más cercanos, podía sentir cierta agitación en el aire y las paredes comenzaron a tener pequeñas antorchas a medida que nos adentrábamos más y más.

De pronto una luz me cegó y cuando pude volver a ver me encontré parada justo delante de un gran espectáculo, cientos de personas vestidas de forma casi idéntica a mis secuestradores bailaban al son del tambor, había peleas que se convertían en bailes, y bailes que se convertían en peleas por todos lados.

-Esto es lo que consideramos arte aquí niña del río.- rió en mi espalda uno de mis guardias y para mi sorpresa me soltó, al igual que a Jacú, que al verlo me di cuenta automáticamente de su expresión de preocupación. ¿En dónde estábamos?

Mi hermano agarró fuertemente mi mano y alzó la cabeza, tal como lo hacía cuando desfilábamos hacia el trono de mi padre, caminábamos entre la gente,Jacú no lo notó pero nuestras babuchas blancas y nuestras simples remeras destacaban entre los colores oscuros del resto de la gente, que al vernos susurraban entre ellos y nos daban paso.

Nos acercamos a pasos lentos hasta un lugar donde la superficie de la tierra se elevaba, alcé mi vista y me encontré con lo que se parecía al salón donde el rey del río se encontraba, sólo que este trono estaba hecho de huesos, que yo esperaba, fueran d animales. Un hombre moreno con el pelo trenzado y aspecto desafiante nos observó detenidamente.

-¿Qué los trae por aquí niños?- dijo.

Escuché cómo mi hermano se aclaraba la garganta, aún así su voz sonó atemorizada.- Sus hombres nos trajeron aquí, no buscamos entrar a sus tierras.-

-Sin embargo están en este lugar, ¿No es cierto?-

Guardamos silencio, sabíamos que las preguntas que hacían las personas con poder no eran para ser respondidas, sino para mostrar su propia idea.- Destino, amigos, eso es lo que sucede en este momento, sus espíritus los han traído aquí.

-¿Qué quieres decir hombre de montaña?- mi hermano lo miró desconfiado.

-Quiero decir que han sido traídos por el destino, y sólo si completan la misión que éste les presenta podrán liberarse de nuestra tribu.

La tribu del rioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora