Andrew Miller

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- I -

Los días pasaron desde aquel agradable día en la playa, todo empezó a transcurrir normalmente, pero entre todos nosotros, un sentimiento nuevo nació; un sentimiento de unión, de amistad... Es un sentimiento que no puedo cambiar por nada. Tal vez, después de pasar cinco años en este planeta me di cuenta de algo, algo que no me produce ningún tipo de duda: Ellos son todo lo que tengo. Chia y Ameth, las gemelas dispares mitad zorro; Alph y Klaus, los hijos de los GreenWood, una de las familias más prestigiosas del país; Brad, un estudiante mas de mi preparatoria y un matón reformado -Tal vez nunca fue un matón, tal vez solo fue por presión social de Dallia. -Y luego están esos tres... Katy, Yevel y Bardon. Ellos estuvieron conmigo y me criaron después del accidente, ellos me ayudaron a volver a la sociedad y me acogieron en su casa y después en su mundo. Pero hay algo que perdura mas en mi mente, una persona muy especial para mí, aunque nunca la conocí sé que era una persona increíble y me heredo su poder para curarme, para salvarme de esa muerte tan atroz y horrible... Jiomí. Si mi vida fuera una historia ella seria la protagonista de esa historia, el eco de su voz perduro en el tiempo y a la vez lo hizo conmigo, gracias Jiomí, muchas gracias, de verdad. Fuiste para mí ese abuelo que nunca pude conocer, pero, aun así, le agradezco, porque si él no hubiera estado, yo tampoco estaría aquí.

La brisa veraniega golpea en mi cara, todos los estudiantes del instituto se están preparando para iniciar las vacaciones y para decirle adiós a la escuela durante unos meses. Después de tanto tiempo viviendo en la casa de los Greenwood me daba vergüenza pedir cosas, se siente mal pedir más a una persona que ya te lo está dando todo -Por lo menos yo me siento así. -En mi había nacido un deseo, un deseo que no se si sea capas de pedir. Aún así, lo quiero hacer, me obligare a mí misma si es necesario, después de estos cinco años he reunido el valor para pedírselo al padre de Klaus y Alph, se lo diré esta misma noche cuando llegue de su viaje. -Quiero volver a la tierra.


Chia, Ameth y yo nos encontrábamos paseando por una plaza de comercio para celebrar nuestro penúltimo día de clases, era hora de divertirse un rato después esos tediosos exámenes finales.

-Nina ¿Crees que deberíamos comprar trajes de baño? -Pregunta Chia al ver unos modelos exhibidos en las vitrinas de las tiendas departamentales.

-No lo se Chia, ya yo tengo unos cuantos, si quieren pueden ir ustedes mientras les guardo unos puestos en la heladería.

-Esta bien, voy con Ameth. -Dice ella mientras agarra la mano de su tierna hermana y entra corriendo a la tienda de ropa.

-Esta bien... Adiós. -Digo mientras me voy aproximando el puesto de helados, si el calor no es un problema para mí, sí que lo es la deshidratación.

Me senté en una mesa adentro del local para esperar a esas dos, ya había comprado agua y estaba recuperándome. Cerré los ojos un momento para recomponerme, pero, me había olvidado de mi tarea en ese momento, cuidar la mesa. En algún momento de ese largo parpadeo, un hombre se había sentado en la silla, estaba ahí sin decir nada, solo estaba viendo su celular. Al principio no pensé en decirle nada, pero cuando estaba a punto de decirle que las sillas estaban ocupadas, el empezó a hablar.

-Descuida, solo estaré aquí un segundo. -Dice el como si supiera que le iba a hablar.

-Esta bien, tranquilo. -Le digo yo un poco intimidada por su presencia. Empecé a sentirme nerviosa, no se porque, no es como si fuera la primera vez que pasara, algo me decía que él era peligroso, pensé en irme, pero, en mi cerebro pensé que, si me levantaba, tal vez lo molestaría y me haría algo. De todas formas, él no estaría dispuesto a atacarme en un lugar tan concurrido, además, yo se defenderme, no tengo porque tener miedo, me voy a levantar...

Solo quedan los huesos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora