Nina Greenwood parte 2

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La lluvia caía torrencialmente, decidí abrazar la promesa de Bardon, si él no se quedó conmigo es porque sabe cómo detenerlo, debe saberlo. El color de la luna cambio de un color blanco a un negro profundo, era difícil distinguir del cielo oscuro, pero había algo, un brillo latente de color rojizo, como si tuviera un aura alrededor, el caos no era suficiente como para quitarme la atención que estaba siendo robada por aquella luna oscurecida, la sombra que la cubría se empezó a encoger dejando volver a ver la superficie de la estéril luna, era como una mancha de pintura negra que se volvía cada vez más pequeña, una mancha que llego a volverse tan pequeña que se volvió invisible, como si nada hubiera pasado, ahora solo se podía poner mi atención en el caos, pero, algo me había dejado embelesada mirando al cielo, la mancha negra que había desaparecido.

La situación era tan compleja que lo único que podía hacer era mirar hacia arriba, hacia aquella roca, toda mi atención estaba dedicada en ello, tanto así que no me pude percatar que un poste de electricidad estaba a punto de caerme en la cabeza. – ¡Muévete! -Dice una voz que escucho muy distante mientras me empuja salvándome del peligro. - ¡No mires a esa cosa! Te mataran si sigues así. -Dice él mientras me sobo la cabeza y abro los ojos para ver quién era.

Era el tipo que tenía la cola de escorpión. - ¡Tú eres el que estaba ahí abajo! ¡No te acerques! -Le grito yo mientras retrocedo arrastrándome sobre mi trasero.

- ¿Crees que te hubiera salvado si quisiera matarte?

- ¿Esto no es una ilusión verdad? ¿No estoy soñando verdad? -Pregunto descontroladamente mirando de lado a lado mientras despierto del trance.

-No es una ilusión, yo ni siquiera tengo el poder de meterme en tu mente, yo solo soy un pobre diablo sin habilidad para la magia, mira al cielo. -Dice él con una voz distinta de la que recuerdo.

- Ósea que... tu eres él que lloro en el sarcófago, me salvaste la vida y también salvaste la vida de Bardon. Tus lagrimas me permitieron lanzar el hechizo del vacío para controlar tu cuerpo, pero... ¿Cómo sigues vivo después de dispararte a ti mismo?

-Fue tu campo floral, al estar parado sobre aquellas flores, pude despertar y al hacerlo mis heridas habían sanado, soy yo el que debería agradecerte.

-Eso no importa ahora. -Respondo yo, aunque en el fondo lo aprecio. -Tenemos que llegar hasta la vegetación que se ve ahí. -Digo señalando por encima de unos edificios. -Ahí es donde esta mis hermanos.

El caos envolvía la ciudad, varias veces os encontramos con personas heridas, casas destruidas, niños perdidos. Los temblores que ocurrían normalmente habría más grietas en el suelo creando deslaves. El poder que se me entrego será utilizado solo por y para el bien, todos los inocentes que no se puedan defender tendrán un árbol bajo el cual protegerse, yo seré ese árbol.

Concentre gran parte de mi esencia en las manos, el poder que sentía era inmenso, me agache para ponerlas en el suelo y esparcir mis raíces, los deslaves de la zona se fueron inclinando más y más hasta unir cada uno de los fragmentos y poniéndolos en un correcto ángulo de inclinación. El esfuerzo era casi tan monstruoso como el ruido que hacia la tierra moviéndose, las raíces apretaban el suelo y compactaban la tierra dándole resistencia, pero sentía que la esencia no se me terminaba, acabé de unir la tierra y me puse de pie, entre el ruido de la tempestad y de la crisis en la ciudad se podía escuchar una celebración. ¿Acaso alguien había visto mi acto? -Espero que sí, no fue nada sencillo. -Fueron unos efímeros aplausos que se disiparon rápidamente entre el ruido de la catástrofe. Pronto me di cuenta del desastre al llegar a un terreno más elevado, toda la electricidad se había cortado, la única iluminación que había era la de pequeños bólidos en llamas que decoraban la ciudad junto con destellos mágicos de luz que se podían ver a la distancia.

Solo quedan los huesos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora