Nina Greenwood

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- I -

Era obvio que no moriría, la muerte no me abrazara hoy, saldré de esta cueste lo que cueste, no me rendiré...

Empecé a respirar, no sentí dolor al principio, solo sentía algo en ese momento y era sed.

-Agua... -La voz se me quiebra en un instante, la comisura de mis labios estaba unida fuertemente por la resequedad. -Agua...- volví a pedir, esta vez rompiéndome los labios sin siquiera saber si alguien me escuchaba. Yo sabía que aún me encontraba en esa mazmorra, obviamente estaba confiada de mi poder, había subestimado a los sujetos de esta secta, de no tener los poderes que facilitan mi regeneración ya habría muerto. "Varias veces." No lo volví a decir, me di cuenta de donde estaba, ahora si había despertado, y la sed era insoportable. Si, soy resistente a distintos entornos, al sol abrazador, a la lluvia, a los habientes con poco oxígeno, pero... el agua es mi verdadera sangre, sin agua no puedo crear tejido vegetal, ósea, no raíces, no lianas, no nada, si intento hacer cualquier movimiento, sé que me partiré, al igual que una misera hierba seca. En ese mismo momento de lucidez, logre abrir los ojos, y nada, estaba muy oscuro, estaba tan seca que mover los ojos se me hacia una tarea muy difícil, no podía ver más allá de mi nariz.

*Estoy en la boca del lobo y se está a punto de cerrar. *

Un ruido blanco empezó a aparecer en mi cabeza, algo penetrante que se transformaba en una voz familiar, era la voz de aquel sujeto. - ¿Que ingenua eres? ¿En serio pensaste que podrías entrar en nuestra base?

Su maldita voz retumbaba en mi cabeza, a causa de la molestia que me causaba decidí responder. -Lo logre ¿no?

-Si... lo lograste, ahora gracias a ti, él viene para acá.

- ¿Quién? -Respondo yo seriamente.

-Ya deberías saberlo, es esa persona en la que tanto piensas.

- ¿Hablas de Bardon?

-Si, Bardon... Su egoísmo le traerá la ruina algún día y espero que ese día sea hoy.

Al terminar la frase, noto que el lugar en el que estaba atrapada empieza a temblar, el techo empieza a deslizarse hacia un lado dejando pasar unos haces de luz dejándome ver con claridad el lugar en el que me encontraba.

Estaba encerrada en una gran capsula de arenisca de forma ovalar, la mitad superior de esa capsula se abrió como si se tratara de la tapa de un gran sarcófago, la gran masa de arenisca de deslizo bruscamente sobre mi para poder ver el exterior, y ahí lo vi a él. Era aquel sujeto que me lo había quitado todo, mi casa, mi nueva familia y amigos, mi vida. Se acerco para observarme y para que yo lo observara a él. Su gran cola de escorpión se movía libremente por la habitación para de repente hacer un movimiento veloz, dejando el aguijón que tenía en la punta a unos milímetros de mi cara, una cola negra y gigante de casi dos metros de largo, y en la punta un aguijón curvado que segregaba un líquido negro, como si fuera alquitrán, pero lo más probable es que fuera veneno.

Todos los ánimos que tenia se perdieron, ahora estaba poniendo en riesgo la vida de otras personas también, la vida de Bardon, esa amargura me hizo responder crudamente. -Ya no me importa... mátame... no tiene caso seguir viviendo si nadie me recordara. -Digo yo desganada con la garganta seca y sin ganas ya de hacer más nada que cerrar los ojos de nuevo para no volver a abrirlos.

Él se queda en silencio un momento, tal vez pensando en que decir. La sorpresa que me lleve al verlo derramar una lagrima fue muy grande, pero pronto volvió a la normalidad. -Es inútil, no podrás volver jamás. -Afirma mientras hala los pelos de su cabeza y retrocede unos pasos reduciéndose.

Solo quedan los huesos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora