𝐈𝐗

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—Siento tanto que hayas tenido que escuchar a esos dos Gee.

Estaban en un restaurante cerca del circo, no habían dicho nada desde que salieron de ahí, sin embargo sus manos se mantuvieron unidas hasta que cada quien tomó su lugar en la mesa, uno frente al otro.

—Todo está bien Frank, yo estaré siempre para ti.

Gerard volvió a tomar la mano de su compañero y le regaló una sonrisa sincera.

—A veces me gustaría saber porque me odian tanto, yo siempre seguí todo lo que me decían, me obligaron a creer que soy un ser incapaz de dar amor y mucho menos de recibirlo.

—Eso no es cierto Frankie, yo tengo mucho amor para darte.

Ambos se congelaron, Gerard porque simplemente había expresado sus pensamientos en voz alta y Frank porque no podía creer lo que escuchaba.

—Y estoy seguro que tu también puedes darme a mí un poquito de tu amor —completó dejando que su boca siguiera hablando, total si la había cagado y Frank se enojaba por su atrevimiento, que más daba, igual le diría lo que sentía esa noche, no habría vuelta atrás.

Frank soltó la mano que Gerard le sostenía, a este último se le paralizó el corazón. Su mirada llorosa se fijó en la mesa, hasta que sintió el dorso de la mano de su acompañante rozar su mejilla izquierda, alzó la vista y se encontró con los orbes avellanas cristalizados viéndole con ternura.

—¿Sabes? Aquella noche que te encontré en esas condiciones —empezó con su relato, si Gerard se le estaba declarando no habían razones para que él se guardara lo que sentía—. No me preguntes cómo o porqué, pero cuando te vi, tu rostro, supe que el ser supremo te había enviado a mi vida para que te cuidara y te protegiera, pero tenía miedo.

Gerard tomó la mano que sostenía su rostro con la propia.

—No tienes que tener miedo Frankie.

—Tenía miedo de que tú no sintieras nada por mí, que me estuviese ilusionando, es más aún tengo miedo.

—Yo sentía lo mismo, pero ahora que lo sabemos debemos luchar por nosotros, por sanar nuestros corazones.

—Disculpen caballeros, sus órdenes —el mesero les interrumpió su declaración de amor.

—Gracias.

—Yo sé que es muy pronto, tenemos poco de conocernos Frankie —continuó hablando Gerard mientras tomaba sus cubiertos—. Pero te prometo estaré a tu lado siempre, aún no puedo decir que te amo, sin embargo siento algo tan fuerte por ti dentro de mi ser, que lo cultivare hasta que crezca y se convierta en amor, tan grande como te lo mereces —finalizó viendo directamente los ojos de Frank y dedicándole una sonrisa tierna y sincera.

—Y yo Gee, te prometo que estaré a tu lado, cada día de mi vida, dándote lo mejor de mí, protegiendote de todos, quiero hacerte feliz siempre.

—Tú ya me haces feliz con sólo regalarme una sonrisa.

Se sonrieron cómplices, luego de esa declaración y promesa por parte de ambos, las cosas cambiarían entre ellos, sin duda que para bien.

Lo que ellos no sabían era que el destino les tenía preparadas un par de pruebas.

La cena fue un tanto romántica, el postre lo compartieron, no faltaron las risas y las palabras de agradecimiento.

Salieron tomados de la mano nuevamente, Frank había decidido que daría un paso más importante, proponerle a Gerard ser su pareja oficialmente, pero lo haría en un par de días, debía planear algo bonito y especial, digno del pelinegro.

Pero Gee, tenía otros planes.

En la entrada del restaurante, el ambiente era cálido, las luces amarillas le brindaban un toque romántico, Gerard se detuvo frente a Frank, soltó su mano y se abalanzó sobre él, abrazando su cuello.

Era un simple roce de labios, apenas y estaban juntos, pero podían sentir la ternura y tibieza que emanaba de ellos, su primer beso, un momento único, Frank sonrió sin separarse y estaba apunto de decir algo cuando su chico fue arrebatado violentamente de sus brazos.

Se quedó un segundo en shock pero bastó para que un sujeto propinara un fuerte puñetazo en el delicado rostro de Gerard.

—Lo sabía, sabía que eras un puto gay, que le gusta que se la metan de a gratis, pero para mantener a tu padre eres incapaz.

Era Donald Way, golpeando a Gerard frente a él.

—Ni bien me abandonaste y ya andas dejándote coger... —no pudo terminar de hablar porque un enloquecido Frank, lleno de rabia se lanzó contra él.

Varios golpes se alojaron en el cuerpo del sujeto, su labio sangraba, si bien los golpes que le dio a pesar habían sido fuertes no lo dejaron inconsciente, Frank solo quería que supiera a que se atendría.

—Te juro que la próxima vez que te atrevas a tocarlo, irás derechito a la cárcel imbécil.

Frank ayudó a Gerard a levantarse, su rostro estaba envuelto en lágrimas, ya no había rastro de aquel chico alegre. Depósito un beso en su frente y se retiraron al auto.

—Gracias Frankie.

—De nada vida.

Partieron a su hogar dejando a Donald tirado en medio de la calle.

—Ya veremos par de fenómenos maricones, ya veremos —una sonrisa diabólica se dibujó en el rostro del tipo.

Toda la escena fue observada desde las afueras del circo por una pareja que se regocijaba por la situación, sonrieron y se acercaron a aquel hombre.

A New Day's Coming for Us ➛FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora