𝐈𝐈𝐈

642 105 16
                                    

Frank estuvo todo el día distraído, se encerró en su oficina y no atendió a nadie, dejó a cargo de todo a Ray puesto que no tenía cabeza para nada. Lo que le extrañaba era el porqué, no entendía que le ocurría, le ha estado yendo bien en el negocio, ya no tenía deudas, todo marchaba de maravilla, repentinamente empezó a sentir esa sensación de intranquilidad en el pecho que no sabía de donde provenía ni a que se debía.

Cerca de las 8 de la noche decidió salir de su encierro, en el taller ya no había nadie, encontró una pequeña nota de Ray donde le decía que si lo necesitaba no dudará en llamarlo, eso le sacó una pequeña sonrisa.

Ray ha sido siempre su gran apoyo, cuando se fue de casa de sus padres le dio donde vivir, él a cambio ahora lo tiene trabajando como su mano derecha en "Ink Tattoo Center", sin duda era el hermano que nunca tuvo.

Tomó su chaqueta y las llaves de su auto, cerró el local y partió rumbo a un bar, era jueves 09 de abril, los antros debían tener poca afluencia de jóvenes puesto que aún faltaba para el fin de semana, su plan era tomar hasta perder la conciencia y ligarse a alguien. Sin embargo cuando arribó a su destino, su bar favorito, a eso de las 9 de la noche estaba cerrado, bufó en señal de protesta y comenzó su búsqueda a un lugar que llamará su atención.

Condujo alrededor de unos 20 minutos y llegó a una pequeña disco que no se miraba de lo más fino pero tampoco tan mal, le pareció bien, entró y se sentó en la barra. Pidió una botella de vodka y sacó una caja de cigarrillos de su chaqueta.

Ni siquiera le sentía gusto al alcohol, a pesar de haber consumido poco más de un litro esa presión en su pecho continuaba ahí, oprimiendo su corazón cada vez más.

Se preguntó si esa sensación tendría algo que ver con sus padres, si estaría algo mal con ellos, pensó en llamarlos, pero rápidamente desechó esa idea puesto que desde aquel día en que puso un pie fuera de casa no ha vuelto a saber nada de ellos.

Cuando vio su teléfono se dio cuenta que eran casi las 4 de la madrugada, la noche se había ido en un parpadeo y su cabeza seguía tan confundida como el día anterior, no ligó a nadie, tampoco se emborrachó a como lo había planeado, pagó lo que había consumido y salió del lugar, quería irse a casa y talvez con un par de horas de sueño podría olvidar eso que lo atormentaba.

Iba de camino a su auto cuando escuchó un jadeo proveniente de un callejón de mala muerte que estaba cerca de la disco, era débil, como si esa persona estuviese sintiendo dolor, su  corazón dio un vuelco, quizás había alguien herido por ahí y necesitaba ayuda.

Estaba a unos cuantos pasos de su auto, miraba hacia el callejón y volvía la vista a sus llaves, podía irse fingiendo que lo que había escuchado era producto de su imaginación sin embargo sabía que no podría dormir en paz sabiendo que dejó morir a alguien.

Respiró hondo, guardó sus llaves en la bolsa del pantalón y caminó con paso firme hacia el callejón, era lúgubre, con un faro cuya luz era tan opaca que el lugar parecía perfecto para grabar una película de terror, dio unos cuantos pasos más y observó a alguien que estaba con su espalda recostada en la pared.

Se acercó un poco más, notando se trataba de un muchacho de tez blanca, con su ropa vieja y rasgada cubierta de sangre, tenía el cabello negro largo hasta los hombros, parte de su fleco caía en su rostro, pero se podía apreciar parte de el, sus ojos estaban cerrados, tenía una nariz fina cubierta de rastros de sangre, seguramente producto de algún golpe, sus labios eran delgados pero no podía apreciar más ya que estaban muy lastimados, sintió tanta rabia, ¿Cómo alguien pudo haberle hecho daño a un chico tan hermoso?, aún con ese montón de golpes encima emanaba belleza y pureza.

Frank con movimientos lentos terminó de acortar la distancia, no quería asustar al joven, no sabía que le había pasado y como estaría su salud mental, notó que su respiración era lenta, estaba vivo solo que se había desmayado, tomó los mechones que caían en su rostro y delicadamente los acomodó detrás de su oreja derecha, sintió como la presión en su pecho se hacía más grande, era tan extraño.

Levantó su mirada hacia el cielo donde los primeros rayos de sol comenzaban a asomarse, suspiró, y comprendió, como si el cielo le hubiese mandado ese mensaje directamente, que el destino había puesto a ese muchacho en su camino, para que lo ayudará, que lo salvará de lo que sea, sin importar qué, que ese simple ser era su esperanza, aquella que él creía casi extinta.

No sabía cómo exactamente sería, solo que un nuevo día iba a comenzar para ambos.

Tomó en sus brazos el delgado y lastimado cuerpo del joven de cabellos azabaches, lo llevó hasta su auto, partiendo hacia un hospital. El licor se evaporó de su sistema, y la presión en su pecho iba cediendo, cada tanto volvía la mirada hacia el lado del copiloto, sabía que probablemente el camino que les esperaba no sería tan fácil pero estaba seguro que lucharía por ello.

—No te preocupes, yo estaré siempre a tu lado de ahora en adelante —dijo mientras cargaba nuevamente al joven y entraban al hospital, obtuvo como respuesta de éste un delicado y casi inaudible "gracias", todo su cuerpo se estremeció.

A New Day's Coming for Us ➛FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora