𝐗𝐕𝐈𝐈

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Un secreto que según Linda y Frank Iero padre, se iría a la tumba junto con ellos estaba a punto de ser descubierto.

Gerard y Frank acababan de llegar al elegante edificio dónde está ubicado el despacho de Von-Hafner, con quién tenían la cita para ver el asunto de sus padres, llegaron con 20 minutos de anticipación, Ray aún estaba en camino.

Durante el fin de semana Gerard descanso todo lo que pudo y ya se sentía bastante mejor, por esa razón Frank había accedido a llevarlo pero también era porque no quería dejarlo solo ni un segundo, tenía temor de que en cualquier momento alguien intentara arrancar de su lado a Gerard y él no lo permitiría, claro que no, aunque fuese con su vida y con su último aliento lo protegería.

—¿Señor Frank Iero?

—Si, soy yo —se puso de pie trayendo a Gerard consigo, ambos estaban tomados de las manos.

—Pasen por acá, el doctor Von-Hafner les espera.

Antes de ingresar a la habitación, el grito de Ray los distrajo, llegaba contra reloj, era costumbre de el ser un poquito impuntual.

—Buenos días, mi nombre es Alfred Von-Hafner —les saludo, extendiendo su mano hacia Frank.

—Mucho gusto, soy Frank Iero, el es mi novio Gerard Way y nuestro amigo Raymond Toro.

Enchanté, tomen asiento.

Era un señor de unos sesenta y tantos años, muy alto, incluso más alto que Ray, de tez blanca y con cabello canoso, sus ojos eran profundamente azules, su porte le hacía lucir un par de años más joven, era de descendencia francesa, tenía varias maestrías y un par de doctorados, considerado el mejor abogado de la ciudad, su reputación intachable, ya que siempre trabajaba en estricto apego a la ley.

—Bueno, he de suponer por que estás aquí Frank, estuve esperando por mucho tiempo este día, tristemente yo no podía buscarte, debía esperar hasta que tú vinieras, ya fuese por voluntad propia o por que tus padres te lo dijeran, eran las reglas, sin embargo a ellos si ya los conozco, han tratado de persuadirme de las mil maneras que te puedas imaginar.

Tanto Frank como Gerard y Ray no entendían nada pero escuchaban con atención.

—Para no confundirles empezare la historia desde el principio.

*

Ella recogió las pocas cositas que tenía de las niñas y las colocó en un bolso junto con su ropa, los dolores ya eran demasiado fuertes y las contracciones insoportables, la hora había llegado.

Sus hijas iban a nacer y ella no había tenido la oportunidad de hablar con Frank antes, pedía con toda su fe al Ser Supremo que le diese las fuerzas necesarias para sobrevivir aunque sea un par de días para buscarlo y hablar con él.

Tomó aire, se irguió y caminó fuera de la casa, los señores no se encontraban, habían ido a un viaje de negocios y como la cesaría de Jam seria en teoría el próximo sábado, tenían tiempo para volver.

Aferraba fuertemente su bolsa, dentro también estaba lo que le ayudaría a que Frank creyera en ella.

*

—Como sabrán por los rumores de la gente, soy de descendencia francesa, nací allá, estudié mis dos primeros años de la carrera en mi país, en esa época conocí a un muchacho con quién años más tarde, fuimos casi hermanos, digo casi por que lo único que lo evitaba era el vínculo sanguíneo, su nombre era Frank Iero, ósea tu abuelo.

Los tres chicos mantenían toda su atención en el hombre mayor, en el salón apenas se percibían sus respiraciones.

—Él tuvo un hijo que desgraciadamente se volvió en un ser avaricioso y repulsivo, cuando el chico cumplió 28 años si no me equivoco, se enteró que sería padre, él y la mujer no querían a la criatura, sus dos primeros años ese niño vivió al cuidado de una niñera en un apartamento, casi nunca lo veían.

El corazón de Frank se estaba fragmentando en trocitos muy pequeños, él era muy pequeño para recordar esos detalles pero las cosas comenzaban a tomar forma.

—Tu abuelo sufría mucho, porque él te amaba tanto y quería lo mejor para ti, quería y tenía fe en que serías un hombre de bien, pero sabía que en ese rumbo no serías bien educado, en esa parte es donde entro yo.

Se dirigió a uno de sus estantes de donde extrajo una carpeta color rojo vino.

—La única forma de "hacer entrar en razón" a tus padres era con dinero, pero Frank no podía simplemente dejar el esfuerzo de su vida así como si nada, por ello hicimos un contrato con muchas cláusulas, que incluía obligaciones derechos, prohibiciones y condiciones, todo para asegurar tu bienestar, la mayoría fueron cumplidas, por ejemplo comenzaste a pasar mucho tiempo con tu abuelo y ya no había más apartamento con niñera para ti, también tus padres se "involucraron" más en tu crianza, sin embargo la última cláusula aún no se cumple, que es la razón de las constantes visitas de tus padres.

Hizo una pequeña pausa, juntando sus manos sobre el escritorio viendo a Frank directamente.

—Ésta consiste en que cuando encuentres el amor y seas feliz, ya sea con matrimonio o no, todos los bienes de Frank Joseph Iero pasarán a tu nombre y tus padres perderán todo beneficio pecuniario, si ellos tenían otro hijo este plazo se extendería hasta la mayoría de edad de la persona, esto último Frank lo decidió porque sabía que en la maldad de Linda luego de dar a luz decidió realizarse una operación para no volver a tener hijos.

—Pero...

Frank lo interrumpió pero Alfred con un gesto de mano le pidió silencio.

—Aún no termino de explicar, yo sé que es muy cliché el hecho de nombrar al amor en un contrato, casi una locura, pero todo en esta vida tiene un propósito y ese querido Frank, era comprobar que tú realmente eras una persona de bien y también era una oportunidad para que tu padre se enmedara, porque a como te dije cuando llegaron yo no te podía buscar, tu debías venir a mi, eso condicionaba a que ellos te lo dijeran, debían enseñarte a amar, a respetar, a sentirte un ser valioso, a como Frank hubiese querido verte formado.

Como un mal sueño frente a los ojos de Frank pasaron todas las imágenes de los momentos en que sus padres le decían que no iba a amar nunca, que el amor no era nada, esos momentos en que lo obligaron a dejar al primer chico del que se enamoró, claro, a ellos no les convenía que Frank amara, eso significaba que perderían todo el dinero.

Avaricia, pecado capital que te lleva a ser un ser egoísta, que no piensa en el daño que ocasiona a los demás.

Su respiración se aceleró y sus ojos comenzaron a derramar tantas lágrimas que dolía, su pecho dolía, saber que sus padres querían arrebatarle al único ser que le había hecho sentir amado, que le daba los sentimientos más puros, solo por dinero, era la decepción más grande que había sentido en toda su vida.

Gerard lo refugió en su pecho y sus brazos rodearon con fuerza su torso, para Frank todo tenía sentido pero no quería creer que sus padres le hubiesen hecho todo eso, él no tenía culpa de nada, ni siquiera le interesaba el dinero.

Él solo quería ser feliz, quería que lo amaran, quería amar.

Gerard no dejaba de agradecer en sus pensamientos el hecho de que aquel nuevo amanecer le haya dado la oportunidad de llegar a la vida de Frank para mejorarla, para amarlo, en ese momento terminó de comprender que el amor que sentía por él era más fuerte que todo.

A New Day's Coming for Us ➛FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora