𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈

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Frank salió de esa oficina totalmente deshecho, sus ojos estaban rojos a causa de las lágrimas, se aferraba con fuerza de la cintura de Gerard y tenía su cabeza recostada en su hombro, parecía un niño pequeño que llora incansablemente porque se siente solo.

Ray iba conduciendo y su mente no paraba de analizar la información una y otra vez, todo en su teoría calzaba, pero aún faltaba saber que tenía que ver Jamia con todo eso.

Pronto lo sabrían.

Por otro lado Gerard pensaba en que hacer para que Frank se sintiera mejor, nunca le había visto en tal situación, se sentía impotente porque él, mejor que nadie conocía el saberse despreciado y maltratado por su padre, quien luego de la muerte de Donna pasó a ser su única familia.

Recordó aquella vez cuando Frank le contó que tenía una pequeña cabaña en las afueras de la ciudad, a la que iba cuando quería alejarse de todos y una brillante idea cruzó por su mente.

Cuando llegaron al apartamento Ray les entregó las llaves y les dejó para que descansaran, había sido mucho por un día, él por su cuenta trataría de averiguar algo más, sobre todo ahora que sabía el porqué de muchas cosas por las que había pasado Frank, sentía el deber de ayudarlo a salir de ese pozo en el que sus padres pretendían tenerlo y hundirlo más.

Cuando la pareja entró en su hogar, Frank se sentó en el sofá de la sala con la mirada pérdida, sin embargo Gee se acomodó en sus piernas y rodeó su cuello con sus brazos de tal manera que sus rostros estaban muy cerca.

—¿Sabes de que me acordé cuando veníamos en camino mi amor? —Frank le ánimo a continuar hablando cuando posó sus ojos en los ajenos—. Una vez me dijiste que tenías una cabaña en las afueras de la ciudad, sería bonito que nos fuésemos un par de días.

Terminó de hablar con una inmensa sonrisa en su rostro porque Frankie también sonreía.

—Gee...

—Es más, iremos, yo empacó nuestras cosas y tú ve a buscar lo que podamos llevar para comer, lo demás lo buscamos en el súper.

No espero respuesta y se dirigió con rapidez a la habitación, guardó unas candelitas de incienso de vainilla y un par de velas, esa noche planeaba hacerla especial, no le importaba que el incidente haya ocurrido recientemente, quería que Frank lo tomara, que le amara.

Quería entregársele en cuerpo, alma y mente, no porque fuese a ser la primera vez de ambos, sino porque quería que Frank sintiera todo el amor que él le tenía, que a pesar de todo lo que había pasado y lo que descubrieron él lo seguiría amando hasta su último aliento.

Una hora más tarde iban en el auto de camino a lo que sería su paraíso durante los próximos días, sus manos iban juntas y sonrisas cálidas pintaban sus rostros.

Avisaron a Ray y a Marie que estarían fuera de la ciudad, para que no se preocuparan, ya que necesitaban despejarse un poco.

*

La cabaña era muy bonita, estaba ubicada en una loma, rodeada por muchos pinos y otros árboles de madera preciosa, no se escuchaba el típico ruido de la ciudad, justo lo que necesitaban.

En la entrada había un porche con plantitas ornamentales delicadas, la sala era amplia con muebles de madera, la cocina era muy iluminada con un pequeño comedor al centro, en el segundo piso estaba la recamara principal, con el baño y un precioso balcón, sin duda observar el amanecer desde ahí sería fabuloso.

A New Day's Coming for Us ➛FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora