𝐗𝐈𝐕

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El trayecto a casa fue en total silencio, Gerard tenía su rostro escondido en el pecho de Frank, sin parar de llorar y Frank sentía que él tenía la culpa de todo lo ocurrido.

Ray los observaba por el retrovisor, sabía que ambos estaban sufriendo, que no era justo para ellos estar pasando esa situación, Gerard era un buen chico, dulce, cariñoso, inteligente y que amaba a Frank, y que decir de Frank, su hermano, lo conocía mejor que nadie en todo el maldito mundo.

No entendía el porqué Linda y Cheech le hacían eso, al final Frank ya ni siquiera vivía con ellos, algún motivo oculto debía haber y él se encargaría de averiguar hasta el más mínimo detalle.

¡Oh sí, claro que lo haría o se dejaría de llamar Ray Toro!

*

Frank y Ray habían insistido en ir al hospital para que revisaran a Gerard, pero éste se negó rotundamente, sería una vergüenza más que no estaba dispuesto a soportar.

Un par de minutos después, Ray aparcó el auto de Frank afuera del departamento y lo ayudó a llevar dentro del departamento el débil cuerpo de su amado, se ofreció a ir a un doctor a preguntar acerca de algún medicamento o algo que se pudiera hacer en una situación así y por otra parte para darles privacidad, tenían que hablar de eso a solas.

Frank preparó la tina con agua tibia, luego le pidió a Gee que entrara, ambos estaban sumidos en un profundo silencio.

Gerard entró al agua con las prendas que aún tenía puestas, se sentó en medio con sus rodillas abrazadas.

Frank no sabía que hacer, no quería siquiera tocarlo, estaba tan lleno de temores e inseguridades, que tal si Gee quería que se  alejara de él o peor que le tendría miedo, un sin número de pensamientos pasaban por su mente, estaba tan ido que no se había percatado que su amor le miraba con ojos suplicantes.

—Ven Frankie, te necesito —pidió Gerard con su voz rota, denotando que estaba deshecho por dentro.

Frank sacudió un poco su cabeza para despejarse y entró a la bañera, con su ropa puesta se sentó detrás de Gerard y lo abrazó con delicadeza contra su cuerpo, su compañero se acomodó de lado sobre su pecho y dejó que sus lágrimas continuaran su curso, se sentía tan mal.

—Perdóname mi amor, perdóname —repetía Frank besando su cabello tiernamente.

—No Frankie, yo no tengo nada que perdonarte, tú no tienes culpa de nada.

—¿Viste quién fue?

Solo necesitaba que Gerard le confirmara que sus padres eran los culpables, luego él mismo iría a denunciarlos con la policía.

—Si.

—Dime cielo quién fue, ese perro bastardo va a pagar.

—No Frank, no permitiré que ensucies tus manos por mi culpa.

—Pero Gee, esto no puede quedarse así, dime quién fue.

—Sabes —Gerard hipeo un poco y carrespeo para componer su garganta y hablar un poco más claro—. Cuando mi madre murió pensé que papá actuaba así porque se sentía mal por haberla perdido, tan mal como yo, pero ahora se que él nunca lo amó, tampoco a mí. No sé que más quiere, yo nunca le hice ningún mal. Cumplí con lo que él pedía, pero lo que yo afrontaba a su lado no era vida —su cuerpo se convulsionaba a causa de las lágrimas que hacían caso omiso a dejar de salir.

—Mírame Gerard, no quiero que pienses más en ese hombre. Yo estoy aquí contigo, lo estaré siempre, te amo y te amaré toda mi vida, ese mal nacido no te hará daño.

Como si sus palabras fueran cuchillos, el alma de Gee se hizo muchos trocitos más.

—Fue él Frankie.

—¿Qué?

Algo no encajaba ahí, como un padre sería capaz de ¿violar a su propio hijo? y Jamia, ¿cómo conocía a Donald?

Frank se quedó en silencio no podía creer todo el sufrimiento por el que su novio estaba atravesando, era cruel e inhumano.

Gerard respiró profundo para volver a tomar la palabra.

—Èl me siguió y me golpeó, luego llamó a un tipo que fue el que... —calló y suspiró, no quería recordarlo—. Bueno, el que lo hizo, me dijo que esto era un regalo para nosotros de parte suya y de alguien que tú sabrías quien era Frankie.

—Oh Gee, mi cielo, no sabes cuánto lamento todo esto mi amor.

Las lágrimas que Frank retenía lo ahogaron, salieron de sus ojos sin control, ahora estaba seguro que sus padres tenían que ver con todo aquello sin embargo no lograba entender porque les querían hacer tanto daño.

Nadie dijo más, se dedicaron a consolarse en silencio mutuamente con pequeños roces y simples besos que trataban de llenar sus almas con un poco de tranquilidad, no había malicia de por medio, no había intenciones de llegar más allá, simple, solo se estaban amando.

El timbre resonó por todo el lugar interrumpiendoles pero Ray no podía ser pues había llevado consigo las llaves.

—Sea quién sea me importa un carajo, no estamos para nadie —dijo Frank logrando que Gerard sonreirá un poquito.

Fuera del departamento un tipo desagradable, de apariencia mayor, con cabello canoso deslizaba una hoja de papel con lo que aparentaba ser recortes, no quería que le abrieran, solo deseaba "alertar" al dueño del lugar que estaba recibiendo la encomienda.

Sonrió cínico y se fue sin darse cuenta que todos sus movimientos fueron observados.

A New Day's Coming for Us ➛FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora