𝐗𝐕

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Mientras nuestros personajes estaban ocupándose por amarse y curar sus corazones lastimados por la maldad de quienes los habían traído al mundo, en una cama de hospital estaba sola y preocupada una mujer que sabía que sus criaturas pronto llegarían.

Jamia estaba en el hospital, Linda la había dejado ahí sola, ya que el médico indicó que harían la cesárea dentro de dos semanas pero que antes le aplicarían unas inyecciones para madurar los pulmones de las niñas, afortunadamente ambas tenían buen peso y estaban sanitas, a ella le darían de alta al día siguiente para que descansara sus últimos días de embarazo en casa guardando el debido reposo.

Linda le dijo que no tenía tiempo para quedarse ahí haciéndole compañía, así que mandaría al chófer por ella al día siguiente para que la llevara a casa.

Estar en la soledad de esa blanca habitación le dio la oportunidad de reflexionar bien sobre lo que haría y cómo, tenía un plan bien estructurado pero sobre todo tenía la seguridad y plena confianza de que Frank la ayudaría, algo en su interior se lo decía, sin embargo había pensado también en la posibilidad de que Frank pudiera rechazar a las niñas, en ese caso las dejaría en un orfanato, le dolía el corazón de solo pensarlo pero prefería eso antes de dejarlas con Linda.

Sonrió para si cuando sintió que las niñas se movían en su interior.

—No se preocupen pequeñas, yo las dejaré en buenas manos, yo se que Frankie las aceptará, estoy segura, no crean que tomé esta decisión porque no las quiero...

Se detuvo un momento antes de continuar hablando, pensarlo era muchísimo más fácil que expresarlo en voz alta y menos hacia los seres protagonistas de la historia de Jamia.

—Es precisamente por eso, por que las amo con mi vida que las dejaré con él, no saben cuánto hubiese querido poder verlas crecer, llevarlas a la escuela, ver películas juntas, pero eso no se podrá, sin embargo me da alegría saber que yo les daré la vida mis amores.

Para ese momento estaba tan rota como nunca en su vida, siempre lo tuvo todo, era casi una princesa, no se había imaginado jamás poder llegar a estar en esa situación.

—Sin embargo desde donde sea que esté siempre las voy a cuidar y a amar princesas, siempre.

Con una última caricia a su vientre y esa frase, poco a poco le fue quedando dormida.

*

Frank se había encargado de limpiar con tanto cariño y esmero el cuerpo de Gerard, diciéndole todas las palabras bonitas que le llegaban cuando pensaba en él, en sus hermosos ojos, su perfecta nariz, sus lindos labios, su tersa y cálida piel, sus suaves manos, el delicioso aroma de su cabello, llegó a la conclusión que Gee era el ser humano más hermoso que había conocido, todo en él era tan perfectamente imperfecto, que era imposible que no lo amara.

Gerard aunque aún seguía conmocionado por lo sucedido se sentía pleno de tener junto a él a Frank, era una persona tan buena, cariñosa, detallista y que se preocupaba por su bienestar.

No había mejor cura para Gerard que tener a el gran amor de Frank.

Que tenerlo así de cerca.

Que poder admirar esos ojos de color tan bonito.

Que ver esas facciones tan hermosas.

Que poder sentir su piel.

Que poder besar sus labios.

Que poder amarlo.

Se recostaron juntos en la cama, desnudos, únicamente con el calor de sus pieles.

—Amor tengo sueño.

—Entonces duerme mi cielo, yo te cuidaré y no dejaré que nada te pase nunca más.

Frank no se iba a aburrir de repetirle esas palabras, porque no eran más que la verdad, estaba dispuesto a contratar un guardaespaldas para Gee de ser necesario.

—Te amo.

Frank besó su frente delicadamente y esperó hasta que estuviese sumergido en sus sueños para salir a hablar con Ray. Después de unos 15 minutos se levantó con sumo cuidado de la cama, lo arropó y buscó una camisola y un buzo.

Tenía muchas cosas que averiguar para resolver todas las intrigas que le carcomian.

—Vaya pensé que nunca saldrías —Ray bromeó tratando de hacer que Frank se relajase—. ¿Cómo sigue? Mira me dieron en la farmacia esas cosas, dicen que le ayudaran a curar rápido, adentro vienen las indicaciones —le pasó una bolsa con la medicina.

—Gracias Ray, no se que haría sin ti.

Ray le sonrió con ternura y después tomó una postura más firme para comenzar a hablar sobre el tema de lo ocurrido con Gerard.

—Dice que su padre fue él qué lo siguió y lo entregó con el bastardo que se atrevió a hacerle eso —soltó Frank.

—Ese viejo si es un hijo de puta.

—No tienes idea de cuanto lo odio.

Ray se levantó del comedor en busca de lápiz, papel y la misteriosa nota que Frank aún no había visto.

—Haremos esto a mi modo, aún no involucraremos policía, es decir, no hasta tener pruebas —se sentó de nuevo y comenzó a hacer un esquema en las hojas—. Tengo una teoría.

Frank lo observaba escribir. Luego de lo que pareció una eternidad Ray le preguntó cómo era el padre de Gerard, él le dio las características y Ray asintió levemente.

—Verás, lo único que me faltan son los puntos de conexión, los cuales a su vez son las pruebas.

—Te lo dije y lo repito, debiste ser detective o algo así.

—Ay Frank, no me desconcentres ahorita, tengo que explicarte.

—Bien bien, soy todo oídos.

—Linda y Cheech quieren algo de ti, estoy seguro de ello, en primer lugar no querían que nadie supiera que eras gay, en segundo te comprometieron, sospecho que querían un nieto, ¿Motivo Frank? ¿Tu abuelo dejó alguna herencia o algo?

—No lo sé Ray, ellos nunca dijeron nada.

—Hay que averiguar entonces -lo señaló en su papel—. Seguimos con Jamia, hay que saber que rol juega ella en esto ¿Es una víctima más o qué? —volvió a apuntar—. Y por último, Donald Way.

Acercó a Frank el papel que el sujeto dejó bajo la puerta, por las características Ray dedujo que el hombre que vio merodeando y dejando el mensaje era Donald.

Cuando Frank terminó de leer, estaba tan furioso que le dio un golpe demasiado fuerte a la pared provocando que sus nudillos sangraran.

A New Day's Coming for Us ➛FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora