Nostalgia de Colosos

Acto 1 - Parte 5 - Adan, el primigenio.

Bajo la lluvia del desconocimiento, las gotas de la existencia bañan a un nuevo hijo de la Diosa absoluta. La confusión y el dolor son hechos por los que pasa el recién nacido. Ciego, sordo y sintiendo aturdimiento en el que ahora era cuerpo de carne recién formado de la tierra. Este sentía perfectamente como sus nervios, arterias y músculos empezaban a funcionar mientras que sus aun dilatados ojos contemplaron la exclusiva bendición de poder observar a la madre de todo. Madre e hijo se observaban por igual. Tu a tu. Hombro a hombro.

Aquel ser grisáceo, experimento su primer pensamiento. Su primera noción de belleza. La primera lección e imagen de su madre. Su primera necesidad por obedecer a su superior y a pesar de experimentar todas estas cosas en cuestión de segundos o tal vez minutos. Sentía absoluto y frio vacío, era algo mas que su piel gris y sus pequeños cuernos de calcio. Y, sin embargo, la actitud de su madre le brindaba una conexión cálida. Haciendo de eso lo único agradable de lo que podía aferrarse, sin eso no quedaba con nada además de las dolencias mortales del crecimiento, retorcijones de las tiras de carne e hilos nerviosos reacomodándose en su cuerpo.

Abriendo apenas sus ojos percibe de una u otra forma el verdadero nombre de su madre. Lilith. Eso es lo que observa por un segundo. Justo después de que dicho nombre desapareciera. Su mirada era tan solo vacía superficialmente pues en el fondo estaban todos los gestos de felicidad y berrinchudos de un recién nacido al ver a su madre.

El shock del infante fue tal que acelero la venida de procesos mentales a su cerebro, tales como; recuerdos de alguna vida pasada, sentimientos encontrados y además emociones tan fuertes que provocaban en su cuerpo pequeños espasmos y temblor en sus ojos. La necesidad por sentir y apropiarse de esas sensaciones crecía constantemente, pero a pesar de sus esfuerzos, se le hacía imposible. Sin embargo, de algo si estaba seguro, podía sentir algo por su madre. El confort y su calidez la felicidad personificada para un recién nacido, una bienvenida sin igual, para el primer ser humano del mundo. La mirada de la Diosa hablaba por si sola; su aspecto era arte celestial, era el primer ser humano creado en aquél mundo y su hechura fue elaborada con tanta delicadeza en las manos de la diosa que decidió ponerle un nombre; fue así como fue nombrado Adán.

—Perdóname hijo mío, no me queda más remedio que aferrarme a esta esperanza sin amor... a pesar de lo contradictorio que suene.— Dice Lilith, mientras Adán dirige una mirada totalmente perdida que ocultaba muy bien todas sus expresiones.

Adan siente al instante que la amorosa mano de su madre se acerca y se prepara para una perfecta y sin igual caricia. Sin embargo, lo único que recibe es que dicha mano atraviese su pequeño pecho y llegue hasta la mitad de su cuerpo. Causándole un bestial dolor. Casi inconscientemente él bebe empieza a gritar y a llorar.

>>Madre... porque me haces esto, yo te quiero, yo haría todo por ti, yo te adoro<< Piensa Adan mientras además del dolor físico experimenta el lento pero seguro estiramiento de algo importante para él. Para su propia naturaleza. Y que ejerce un a continua depravación en esta.

Los gritos desgarradores y el incesante lloriqueo cesan brutalmente a un silencio sepulcral.

>>¿Es acaso eso ... miedo en tus ojos, madre?<< Un último pensamiento cruza por la cabeza de Adan antes de caer inconsciente debido al dolor 

—Por la tierra que te brindo, caminaras, vagaras y divagaras. Siempre obediente y en busca de tu libertad y felicidad, que aunque solitario no olvides que tu Diosa siempre te cuidara. Se que algún día tu especie me perdonara. No importa cuan solo te sientas, tampoco que aunque sigas conservando tus órganos reproductores sentirás la necesidad de reproducirte cual célula, por mitosis. Sin obscenidad alguna y conservando tu linaje—Dice Lilith, mientras contempla absorta la belleza de su creación, sintiendo una gran culpa.