Las Ganas

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     Al día siguiente fue al trabajo y como de costumbre, Omar la siguió. Ella fue en la tarde al café. Se dispuso a leer su libro de Poe. Él la observaba desde su auto antes de que ella entrara al sitio e hizo sus anotaciones en la libreta de cuero marrón. Esta vez, ella llevaba un vestido ceñido color crema y tacones aguja beige, mientras él se preguntaba a sí mismo, por qué estaba tan obsesionado con ella, luego, esperaba unos cuantos minutos antes de entrar al café para continuar con su observación. Durante esos minutos, recordó la noche anterior en la que luego de descuartizar al hombre lo descolgó y lo acostó sobre una lona en el piso y le practicó una laparotomía abdominal mientras el sujeto aún vivía. Omar se aseguraba de evitar vasos grandes para no ocasionar la fatalidad, ya que él quería explorar su cuerpo con vida hasta el último minuto. En aquél momento, lo abrió, vio sus intestinos, los extrajo con las manos y los examinó. Tocó su hígado, su bazo; después, extendió la incisión hasta la cavidad torácica, vio su corazón latiendo y se excitó... recordaba esos instantes con tensión en su pecho y su entrecejo, se saboreaba... pensó en cómo sujetaba el corazón del hombre con una mano y lo miraba fijamente, quedándose allí paralizado hasta que el hombre murió.

     Después, se dedicó a cortar el cuerpo (ahora sin vida) en pedazos y los introdujo en una bolsa negra. Limpió la sangre del lugar y arrastró la bolsa hasta su auto. La montó en la maleta. Miró su reloj... eran las seis de la tarde, así que debía esperar la caída de la noche para deshacerse del cuerpo, y como le sobraba el dinero por trabajar sólo unas horas desde su casa, podía ser creativo con su tiempo, entonces, decidió salir a un centro comercial junto al lago la de la ciudad. Se sentó en una banca a admirar el atardecer.

     Estaba tan abstraído, que perdió la noción del tiempo y al mirar a los lados, dándose cuenta de que estaba solo ahora. Se puso de pie y se dirigió al antiguo mirador del Lago, donde no había nadie, arrojó las bolsas negras de la maleta con los restos del hombre que había descuartizado al agua llena de suciedad. Luego, se dirigió a un club nocturno y al entrar, notó que la música electrónica sonaba alto y las luces parpadeaban al ritmo del bajo. De inmediato, entró al baño de caballeros, se encerró, se sacó de su cartera en su chaqueta un papel y se lo comió sin ser visto.

     Salió y se dirigió a la barra para pedir un trago mientras hacía efecto aquello. Miró recostado en la barra a las personas bailar, con un trago en la mano, sudor en sus frentes, enérgicos, jóvenes, felices. Se dirigió entonces a la pista y comenzó a bailar, donde dos mujeres se acercaron a bailar con él, quien las miraba mientras se movían: una era morena de cabello negro y largo, la otra de tez clara y cabello rojizo. Las tocaba en la cintura y ellas sonreían. Bailaban como si no existiera más nadie. Omar besó a la morena en los labios. Y desde aquél momento, comenzó a alucinar. Bailó hasta el cansancio y luego llegó a su casa con las mujeres. Encendió la música y ellas bailaban, fumaban y bebían mientras él veía rayos de luz violetas y azules saliendo de sus cuerpos sintiendo como si estuviese flotando encima de una nube de color rojo...¿o era sólo su alfombra? 

     Se divirtió como nunca y amaneció con las dos en el sillón de su sala. Al volver en sí,miró la hora y le pidió un taxi a cada una. Las despertó y les dijo que tenía que salir. Intercambiaron números.

     -Yo me llamo Esther y ella se llama Paula.- dijo la pelirroja. Él despidió con un beso en la mejilla a ambas al llegar el taxi y luego se dio un baño rápido para realizar su actividad favorita del día: seguir a Natalia.

     Estaba en su auto recordando todo mientras decidía cuál era el momento oportuno para entrar al café sin ser visto por su presa. No podía permitirse a sí mismo ser descubierto. Sintió de repente, algo en su pecho, era un mal presentimiento, como si algo dentro de sí, le indicase que no se bajara. Tenía la mano puesta en la puerta, estaba a punto de abrirla, pero sus emociones internas no se lo permitían, quedándose sin remedio paralizado mientras pensaba:

     <<¿Qué será esto, debo entrar o no?>>

Natalia ServidaWhere stories live. Discover now